
Jack D. Agnis
Golden Eyes
12-12-2024, 05:43 PM
(Última modificación: 12-12-2024, 09:06 PM por Jack D. Agnis.)
—¿Saludar? … Eso sí que es raro, pero entiendo. —Alcé una ceja mientras una sonrisa se dibujaba en mis labios. ¿Sería acaso un fan de mi cartel o algo por el estilo?
—Hola. Lamento mucho mi reacción, pero bueno, te cruzaste en mi camino y no tenía idea de cuáles eran tus intenciones. Además, traías mi cartel en tus manos, así que pensé que buscabas pelea. —Dije estas palabras mientras guardaba a Bella Dama en su funda, acallando un poco su sed de sangre.
—Tranquilo, niño, no te atacaría a menos que tengas algo que yo quisiera y poco lo que veo, no tienes nada —Añadí con un tono divertido al escuchar sus explicaciones. La verdad es que no era un ser agresivo… al menos no normalmente. Pero las confusiones, como siempre, estaban a la orden del día.
—¿Entonces qué necesitas? ¿Un autógrafo, tal vez? —pregunté con una sonrisa cargada de sarcasmo.
Mientras esperaba su respuesta, mis ojos se quedaron fijos en él. Algo en aquel joven me resultaba extrañamente familiar, aunque no podía ubicarlo del todo. Había visto a tantas personas en mi vida que recordar a todos era imposible, pero sentía que lo conocía de algún lado. ¿Dónde te he visto antes?, pensé, mientras en mi mente desfilaban rostros vagos y confusos. El único que recordaba claramente era el de aquella zorra que me apuñaló… y, por supuesto, el de su esposo obeso que me golpeó como si fuera un saco de boxeo.
Entonces, sus palabras hicieron clic. Su nombre y algo que mencionó sobre mí encendieron una chispa en mi memoria. Mi rostro mostró una muesca de sorpresa.
—¡Ohhh, sí, claro que te recuerdo! Eras el niño de la tienda. Fuiste un buen negociante en su momento. Espero que tu padre haya estado orgulloso de ti. —Dije con una sonrisa divertida, aunque también recordé fugazmente que yo jamás había conocido a mi propio padre, pero me importaba una mierda. Posiblemente lo iba a matar en caso de encontrarlo, pero eso nunca lo sabré.
—Y claro que sí, niño. De otra forma, andaría desnudo… aunque, pensándolo bien, eso no me molestaría tanto. —Comenté con una risa burlona, antes de continuar hablando.
—Este traje es lo mejor que tengo, y debo admitir que la calidad con la que trabajó tu padre fue excepcional… o tal vez tuve suerte y conseguí las mejores telas para mí. Por cierto, ¿tu padre sigue trabajando? Porque voy a necesitar otro traje. Como podrás ver, este ya está algo gastado y lleno de parches. Aunque, para que lo veas bien, tendría que quitarme toda la ropa. —Dije mientras bajaba un poco mi sobretodo y le mostraba las rajaduras mal cosidas en mi camisa de seda.
—Esta vez tengo buen dinero para pagar, pero que conste: no pienso dejar que me estafen.
Haciendo una pausa, lo miré con curiosidad antes de añadir:
—Por cierto, ¿tú trabajas con él o ya te has montado tu propio negocio? Si es lo segundo, podría encargarte el traje a ti… claro, si me aseguras que eres mejor que él. —Terminé con una sonrisa desafiante, midiendo su reacción.
—Hola. Lamento mucho mi reacción, pero bueno, te cruzaste en mi camino y no tenía idea de cuáles eran tus intenciones. Además, traías mi cartel en tus manos, así que pensé que buscabas pelea. —Dije estas palabras mientras guardaba a Bella Dama en su funda, acallando un poco su sed de sangre.
—Tranquilo, niño, no te atacaría a menos que tengas algo que yo quisiera y poco lo que veo, no tienes nada —Añadí con un tono divertido al escuchar sus explicaciones. La verdad es que no era un ser agresivo… al menos no normalmente. Pero las confusiones, como siempre, estaban a la orden del día.
—¿Entonces qué necesitas? ¿Un autógrafo, tal vez? —pregunté con una sonrisa cargada de sarcasmo.
Mientras esperaba su respuesta, mis ojos se quedaron fijos en él. Algo en aquel joven me resultaba extrañamente familiar, aunque no podía ubicarlo del todo. Había visto a tantas personas en mi vida que recordar a todos era imposible, pero sentía que lo conocía de algún lado. ¿Dónde te he visto antes?, pensé, mientras en mi mente desfilaban rostros vagos y confusos. El único que recordaba claramente era el de aquella zorra que me apuñaló… y, por supuesto, el de su esposo obeso que me golpeó como si fuera un saco de boxeo.
Entonces, sus palabras hicieron clic. Su nombre y algo que mencionó sobre mí encendieron una chispa en mi memoria. Mi rostro mostró una muesca de sorpresa.
—¡Ohhh, sí, claro que te recuerdo! Eras el niño de la tienda. Fuiste un buen negociante en su momento. Espero que tu padre haya estado orgulloso de ti. —Dije con una sonrisa divertida, aunque también recordé fugazmente que yo jamás había conocido a mi propio padre, pero me importaba una mierda. Posiblemente lo iba a matar en caso de encontrarlo, pero eso nunca lo sabré.
—Y claro que sí, niño. De otra forma, andaría desnudo… aunque, pensándolo bien, eso no me molestaría tanto. —Comenté con una risa burlona, antes de continuar hablando.
—Este traje es lo mejor que tengo, y debo admitir que la calidad con la que trabajó tu padre fue excepcional… o tal vez tuve suerte y conseguí las mejores telas para mí. Por cierto, ¿tu padre sigue trabajando? Porque voy a necesitar otro traje. Como podrás ver, este ya está algo gastado y lleno de parches. Aunque, para que lo veas bien, tendría que quitarme toda la ropa. —Dije mientras bajaba un poco mi sobretodo y le mostraba las rajaduras mal cosidas en mi camisa de seda.
—Esta vez tengo buen dinero para pagar, pero que conste: no pienso dejar que me estafen.
Haciendo una pausa, lo miré con curiosidad antes de añadir:
—Por cierto, ¿tú trabajas con él o ya te has montado tu propio negocio? Si es lo segundo, podría encargarte el traje a ti… claro, si me aseguras que eres mejor que él. —Terminé con una sonrisa desafiante, midiendo su reacción.