
Ares Brotoloigos
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12-12-2024, 08:13 PM
No parecía importarle tener, ahora, algunas manchas de sangre en el rostro y en el hocico. De hecho, se relamió lentamente, degustando ese mismo sabor como si lo hiciese con cualquier tipo de salsa sobre una carne especialmente deliciosa. Mientras hacía esto, Ares mantenía la mirada carmesí fija sobre el que había sido su contrincante. Por llamarle de alguna manera, claro, ya que al final no le había llegado ni a la altura de los tobillos. Si ese era uno de sus peleadores fuertes, ¿en qué quedaban lo demás? Todavía sentía también la sangre goteando de la garra con la que había lanzado aquel zarpazo certero a los ojos del otro hombre, pero eso no pareció importarle. Su combate había terminado y, de momento, su parte estaba hecha ahí. A no ser que surgiese algo más o Iris tuviese más ideas de diversión. Fuese como fuese, eso también le había ayudado a localizar fácilmente uno de los garitos de peleas ilegales que tanto solían haber en Loguetown. No entendía como el resto de la Marina, o a los que les encargaban de esas cosas, no habían sido capaces de encontrar uno tan notorio como ese. Tenían que comenzar a espabilar más y aprender a trabajar mejor en los bajos fondos. No siempre se podía ir con el uniforme y el símbolo azul por delante. Eso pondría en guardia a cualquiera y la misión correspondiente se iría al traste. Pero claro, no aprendían.
El diablos abandonó el ring improvisado y regresó con su compañera de aventuras en ese momento. Aunque, en realidad, fue ella la que le había encontrado antes a él. Ares miró por encima de su hombro cuando la voz de la chica se escuchó por detrás suya. La cola del ser reptiliano hizo un muy suave vaivén cuando se dió la vuelta para encararla.
— Parece que ha ido bien la cosa. — Expresó en el momento en el que recogía parte del premio que él mismo se había ganado. No le dijo nada a Iris con respecto a lo que ella se hubiese podido quedar. Se lo había merecido también, por lo que en ese aspecto y, ahora mismo, al diablos no le importaba compartir.
De todas maneras, por él y se hubiese quedado ahí más tiempo. Ni tan siquiera le había dado tiempo a calentar con aquel amago de combate que había echado, aunque había sido bastante satisfactorio el haberle bajado los humos a aquel tipo.
— ¿Te ha dado hambre, acaso? Eres una mujer extraña. — Sonrió de medio lado apenas, divertido.
Por norma general, las mujeres que había conocido, de fuera de la Marina o del CP, no solían frecuentar ese tipo de lugares. Eran más delicadas. Más aburridas a ojos del diablos, aunque servían para desfogarse de vez en cuando.
— Pero tienes razón, aquí no tengo ni por donde empezar. Vamos a buscar algo que valga la pena. — Con eso se refería a llenar el estómago como era debido. — Creo que vi algunas tabernas de camino. — Unas peores que otras, claramente. — Elige la que quieras y te invito. — Aunque él ya tenía buen apetito.
Mientras, ambos se dirigían hacia la salida. Se habían ganado un buen pellizco de dinero. Y, no solo eso, Ares ya tenía localizado uno de los galpones de peleas ilegales. Podría hacer unas cuantas detenciones ahora mismo, pero con él solo no sería suficiente. El lugar era grande y, a pesar del caos que pudiese haber, y de cierta desorganización, necesitaría, al menos, un número determinado de refuerzos. Así que solo memorizaría el lugar donde se encontraba ese sitio, lo vigilaría unos cuantos días más en lo que diese aviso en la base.
Al final, aquella salida no había sido tan mala.
El diablos abandonó el ring improvisado y regresó con su compañera de aventuras en ese momento. Aunque, en realidad, fue ella la que le había encontrado antes a él. Ares miró por encima de su hombro cuando la voz de la chica se escuchó por detrás suya. La cola del ser reptiliano hizo un muy suave vaivén cuando se dió la vuelta para encararla.
— Parece que ha ido bien la cosa. — Expresó en el momento en el que recogía parte del premio que él mismo se había ganado. No le dijo nada a Iris con respecto a lo que ella se hubiese podido quedar. Se lo había merecido también, por lo que en ese aspecto y, ahora mismo, al diablos no le importaba compartir.
De todas maneras, por él y se hubiese quedado ahí más tiempo. Ni tan siquiera le había dado tiempo a calentar con aquel amago de combate que había echado, aunque había sido bastante satisfactorio el haberle bajado los humos a aquel tipo.
— ¿Te ha dado hambre, acaso? Eres una mujer extraña. — Sonrió de medio lado apenas, divertido.
Por norma general, las mujeres que había conocido, de fuera de la Marina o del CP, no solían frecuentar ese tipo de lugares. Eran más delicadas. Más aburridas a ojos del diablos, aunque servían para desfogarse de vez en cuando.
— Pero tienes razón, aquí no tengo ni por donde empezar. Vamos a buscar algo que valga la pena. — Con eso se refería a llenar el estómago como era debido. — Creo que vi algunas tabernas de camino. — Unas peores que otras, claramente. — Elige la que quieras y te invito. — Aunque él ya tenía buen apetito.
Mientras, ambos se dirigían hacia la salida. Se habían ganado un buen pellizco de dinero. Y, no solo eso, Ares ya tenía localizado uno de los galpones de peleas ilegales. Podría hacer unas cuantas detenciones ahora mismo, pero con él solo no sería suficiente. El lugar era grande y, a pesar del caos que pudiese haber, y de cierta desorganización, necesitaría, al menos, un número determinado de refuerzos. Así que solo memorizaría el lugar donde se encontraba ese sitio, lo vigilaría unos cuantos días más en lo que diese aviso en la base.
Al final, aquella salida no había sido tan mala.