Asradi
Völva
14-12-2024, 08:39 PM
Por desgracia, Asradi no pudo respirar aliviada en cuanto el gigatón terminó por hincar las rodillas en el suelo. El eco de su voz, vibrante y peligroso, todavía resonaba en el interior de aquella estancia. Lo peor de todo es que, por desgracia, se había colado y escuchado en el resto de algunos de los túneles cercanos y el sonido de pasos y de más gente acercándose a toda prisa no había tardado en comenzar a escucharse. Los ojos celestes de la sirena se posaron, primeramente, en el tipo. Con un poco de suerte estaría inmovilizado durante un rato más. Y, por otro lado, el mareo que sentía todavía continuaba pero, por fortuna, esas náuseas ya no eran tan acuciantes como al principio de todo.
La pelinegra tomó aire y lo primero que hizo fue echar un vistazo rápido hacia donde, sabía, estaban escondidos los niños. Solo cuando volvió la vista al frente fue que apretó la mandíbula al ver que ya habían aparecido más matones. Los notaba titubeantes, quizás el eco de su voz les había afectado a medida que se hubiesen aproximado al lugar. Pero la mirada y la atención de la sirena se posó en el que parecía ser el líder de aquel grupo, al notarlo bastante más entero que los demás.
— Esta cosa puede hacer que estes túneles se derrumben si os acercáis a los niños. — En realidad era un farol, pero iba a intentar tirar de su carisma para ganar algún tipo de favor o de beneficio si le era posible. No por ella, sino por los infantes que ninguna culpa tenían. — Nosotros caeremos enterrados, pero vosotros no os libraréis tampoco de ello.
Al fin y al cabo, ya habían comprobado de una manera u otra lo que la sirena podía hacer con su propia voz. Lo peor de todo, es que se le estaban terminando las opciones. Podía pelear, pero no estaba segura ni de cuantos eran ni de cuánto aguantaría. Y había un túnel cerca suya, pero no estaba dispuesta a irse sin los niños. Ese era uno de sus mayores defectos. Era incapaz de dejar tirada a la gente que la necesitaba, aunque luego ella sufriese las consecuencias.
— Lo mejor que podéis hacer es dejarnos marchar. La Marina está de camino, les he avisado y les he dado la localización de este lugar. — No lo había hecho como tal, pero sí se lo había encargado a la madre de aquella niña a la cual, por desgracia, todavía no había visto. Quizás se encontrase en otro complejo de túneles. — A juzgar por el tiempo que ha pasado, no creo que tarden demasiado en llegar. ¿Preferiríais que os ejecuten? O peor todavía, pasar el resto de vuestras vidas entre rejas. Y, al fin y al cabo, este negocio tiene más desventajas que compensaciones económicas.
Mantenía la mirada fija y puesta sobre el que parecía ser el líder. A pesar del mareo que sentía y de que todavía notaba la vista algo nublada y borrosa, parecía mantenerse firme. O, al menos, lo suficiente como para no mostrar signos de flaqueza ante toda esa gente. No era el momento ni tampoco lo recomendable. Era consciente de que, en el instante en el que mostrase un signo de debilidad, cargarían a por ella.