Ares Brotoloigos
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14-12-2024, 08:45 PM
Fue casi un visto y no visto. El destello dorado de una mariposa fue lo primero que captó la atención de Ares. Por inercia, las garras de su mano diestra se tensaban y destensaban, como si fuese un preludio a una batalla, a una situación que le alteraba la sangre de pura adrenalina. Sus ojos carmesíes, ahora con la pupila más afilada debido a que sus ojos se habituaban a la penumbra del lugar, siguieron el revoloteo de ese extraño y llamativo insecto hasta que, de repente, desaparece como si fuese tragada por la misma penumbra.
De repente todo se silencia y el diablos permanece en una postura en guardia, en el más completo de los silencios también. Incluso su respiración se ralentiza cuando los susurros vuelven a sonar acuciantes en su cabeza y en sus pabellones auditivos. Como si, con ello pudiese centrarse más en todo lo que sucedía en aquel lugar. La punta de su cola escamosa, moviéndose de forma muy sutil y rítmica, casi como la de un felino que estuviese al acecho y a punto de saltar. Pero el sorprendido, en ese instante, fue él.
— Mierda. — Siseó para sí antes de soltar un gruñido, casi un rugido, de frustración y rabia al mismo tiempo.
Una bomba de humo fue lanzada de, a saber donde, soltando un espeso humo dorado que no tardaría en cubrirle por completo. Ares se giró sobre sí mismo, como un depredador especialmente peligroso en ese momento. Había fruncido los labios por puro instinto y ahora se podían ver los reflejos de todos y cada uno de los dientes afilados que recorrían toda su mandíbula. Fue un siseo el que se escapó de dicho lugar a modo de respuesta. ¿Qué clase de humo era ese? No por el color en sí, sino más bien por el olor que le penetra las fosas nasales hasta casi afianzarse en su pecho. Como si casi pudiese tocarlo o tuviese textura.
Por puro instinto, la primera reacción del diablos fue moverse lo suficientemente rápido como para intentar salir de esa zona oscurecida parcialmente por la bomba de humo. Para cuando Ares lo consigue y, al mismo tiempo, el humo de por sí comienza a disiparse, nota que no hay nadie en los alrededores. Pero sabía, en su fuero interno, que aquella mariposa dorada era una pista. Una pista que no debía de perder en ningún momento. No iba a regresar al cuartel, lo tenía clarísimo. No hasta que averiguase qué estaba pasando en ese lugar. Todos sus sentidos estaban en alerta, su cuerpo y su mirada, avizores por cualquier movimiento que pudiese haber. Pero lo que llamó su atención fue el charco de sangre que había aparecido justo en el mismo lugar donde las sombras se habían congregado antes. Por lógica y teniendo en cuenta lo que había pasado y lo que había visto, supuso que esa sangre sería del pobre tipo que solo había entrado a mear al callejón.
Le había salido bien cara la meada.
El diablos se acuclilló apenas para pasar una de sus manos por sobre el espeso y oscuro líquido. Incluso se llevó una pequeña cantidad a la boca, saboreándola. Como si aquello le sirviese no solo para seguir el rastro, sino para reconocerlo de alguna manera. Para cuando sus ojos se fijaron al frente, pudo atisbar el sutil rastro.
Sin mediar palabra, Ares se puso en pie y comenzó a seguir aquel rastro de sangre, serpenteando entre las callejuelas aledañas también y alejándole cada vez más de la plaza.
A esas alturas, ya tendría que estar informando en la base, pero no iba a ir hasta que terminase con todo aquello. Hasta que él mismo aclarase la situación. No confiaba en tener que regresar y que el rastro se perdiese. Era terco y testarudo en ese sentido. Un don o un defecto, dependiendo de la situación o quién lo considerase. Ares continuó hasta que, al cabo de una quincena de minutos, aproximadamente, se topó en lo que parecía ser un callejón sin salida o, más bien, una pared.
— ¿Y ahora qué...? — Musitó para sí, frunciendo el ceño de inmediato.
Pero el aroma de la sangre seguía fresco. Y podía oler que continuaba más allá. Lo que significaba que había un camino o algo detrás de aquella pared que, ahora, concluía que era falsa. Sin dudarlo tan siquiera, comenzó a palpar la zona, buscando un interruptor o cualquier cosa que le pudiese permitir el continuar y abrir o deslizar esa pared.