Airgid Vanaidiam
Metalhead
16-12-2024, 10:27 PM
La desconfianza había disminuído bastante en la mentalidad de la gyojin, pero notaba gracias a su haki de percepción, cómo él continuaba algo escéptico. Y le hizo gracia encontrarse en esa situación, porque normalmente a ella le sucedía al revés con la gente, pero Derya solía relajarse cuando sabía que se encontraba con personas de su misma facción. No parecía ser recíproco, pero tampoco podía culparle por ser cuidadoso, aunque no se lo había parecido en un principio, sorprendentemente.
El rubio no dudó en saciar su gula tomando algunos frutos que la mujer le ofreció, a pesar de no confiar del todo en ella, debía tener demasiado hambre como para sí aceptar su comida sin rechistar. También es que Derya había aprovechado para zamparse uno de ellos, así que eso podría ser acto de confianza suficiente para que el hombre aceptara darle un bocado sin problema, si ella misma también comía. El vikingo compartió con ella un poco sobre los acontecimientos de Oykot, mientras reía y zampaba con alegría. Lo cierto es que ella ya conocía más o menos la historia, pues sus propios compañeros se la contaron cuando ocurrió, pero escucharlo de boca de uno de los guerreros era algo que la absorvió por completo, a pesar de que fuera breve y escueta. — Eso me han dicho, sí. Fue un buen golpe. — Él habló con cierta melancolía y tristeza, emoción que también pudo notar por su haki de percepción, pero no supo distinguir si dicho pesar provenía de encontrarse actualmente solo, sin la compañía de sus amigos revolucionarios, o porque habría preferido librar esa guerra él solo. La tristeza tenía muchos matices, y la mayoría de las veces era difícil leerla con precisión.
— Bueno, esos son los rumores que nos llegaron. Pero llevo aquí veintitres días y no he encontrado nada más que árboles, animales con mutaciones y ruinas vacías. Algo tuvo que ocurrir con los animales de esta isla, algo importante. No he sabido averigüar el qué. — Compartió con él, sin dar tampoco demasiados detalles. Al final no estaba mintiendo, pero aún le quedaba isla por explorar, aún no se había dado por vencida en su búsqueda y en su investigación. Algo en su interior le decía que estaba cerca de descubrir algo, y no pensaba rendirse hasta que dicha intuición desapareciera por completo.
Pero el ambiente se turbó ligeramente cuando escuchó a Ragnheidr mostrarse especialmente autoritario con ella. La mujer dio un paso atrás, alejándose de la enorme mano que la señalaba, y arqueó una ceja, mostrándose inquieta de repente. — No tienes que desconfiar de mi, te he dicho mi nombre y mi apellido, también a la facción a la que soy leal. Pero tú sigues sin contestarme sobre lo que has venido a hacer aquí. — Guardó la fruta restante de nuevo en su bolsa. — Respóndeme a eso, y quizás te hable sobre mi rango. Si somos compañeros, no debería importarte contarme esa información. — Respondió como una clara réplica a su última frase.
El rubio no dudó en saciar su gula tomando algunos frutos que la mujer le ofreció, a pesar de no confiar del todo en ella, debía tener demasiado hambre como para sí aceptar su comida sin rechistar. También es que Derya había aprovechado para zamparse uno de ellos, así que eso podría ser acto de confianza suficiente para que el hombre aceptara darle un bocado sin problema, si ella misma también comía. El vikingo compartió con ella un poco sobre los acontecimientos de Oykot, mientras reía y zampaba con alegría. Lo cierto es que ella ya conocía más o menos la historia, pues sus propios compañeros se la contaron cuando ocurrió, pero escucharlo de boca de uno de los guerreros era algo que la absorvió por completo, a pesar de que fuera breve y escueta. — Eso me han dicho, sí. Fue un buen golpe. — Él habló con cierta melancolía y tristeza, emoción que también pudo notar por su haki de percepción, pero no supo distinguir si dicho pesar provenía de encontrarse actualmente solo, sin la compañía de sus amigos revolucionarios, o porque habría preferido librar esa guerra él solo. La tristeza tenía muchos matices, y la mayoría de las veces era difícil leerla con precisión.
— Bueno, esos son los rumores que nos llegaron. Pero llevo aquí veintitres días y no he encontrado nada más que árboles, animales con mutaciones y ruinas vacías. Algo tuvo que ocurrir con los animales de esta isla, algo importante. No he sabido averigüar el qué. — Compartió con él, sin dar tampoco demasiados detalles. Al final no estaba mintiendo, pero aún le quedaba isla por explorar, aún no se había dado por vencida en su búsqueda y en su investigación. Algo en su interior le decía que estaba cerca de descubrir algo, y no pensaba rendirse hasta que dicha intuición desapareciera por completo.
Pero el ambiente se turbó ligeramente cuando escuchó a Ragnheidr mostrarse especialmente autoritario con ella. La mujer dio un paso atrás, alejándose de la enorme mano que la señalaba, y arqueó una ceja, mostrándose inquieta de repente. — No tienes que desconfiar de mi, te he dicho mi nombre y mi apellido, también a la facción a la que soy leal. Pero tú sigues sin contestarme sobre lo que has venido a hacer aquí. — Guardó la fruta restante de nuevo en su bolsa. — Respóndeme a eso, y quizás te hable sobre mi rango. Si somos compañeros, no debería importarte contarme esa información. — Respondió como una clara réplica a su última frase.