Jack Silver
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18-12-2024, 12:06 AM
Comedor de la Prisión de Kilombo, Base G-23 de la Marina
Día 62, Verano del año 724
Día 62, Verano del año 724
La interacción con los piratas Veganos había dejado a Panda con una sensación agridulce. No había ganado su total confianza, pero al menos había evitado que la relación se deteriorara al punto de volverse hostil. Sus despedidas cordiales no fueron respondidas de la misma manera, aunque un par de ellos asintieron con indiferencia antes de volver a sus charlas, aparentemente más interesados en sus propios asuntos que en el mink.
Con pasos calmados y su característico entusiasmo por el bambú, Panda llevó su plato hacia la barra con la excusa de pedir más comida. Desde allí, aprovechó para observar al joven cocinero con más detalle. La fragancia metálica en el aire seguía presente, y su intensidad aumentaba cuanto más se acercaba al área de la cocina. El cocinero, notando su presencia, mantuvo la vista baja, enfocándose en su trabajo. Sus movimientos, aunque meticulosos, tenían una cualidad casi ansiosa, como si cada acción estuviera siendo medida con extremo cuidado.
Panda devolvió la mirada al comedor mientras recogía su plato "recargado", notando que el cocinero dirigía fugaces miradas hacia un grupo específico en la esquina. El grupo, pequeño y compuesto por individuos de aspecto reservado, hablaba en voz baja, sus rostros serios apenas se movían, como si estuvieran calculando cada palabra que salía de sus bocas.
Sin embargo, lo que más captó la atención de Panda fue que el olor metálico no parecía venir directamente del cocinero ni del grupo, sino que flotaba entre ellos, como si se tratara de un rastro que los conectaba de alguna manera. La ceniza en el delantal del joven y la peculiar fragancia parecían partes de un rompecabezas que aún no lograba encajar por completo.
Decidido a no cometer el mismo error de precipitarse, Panda optó por un enfoque más discreto. Con su plato en mano, se sentó en una mesa cercana al grupo, lo suficientemente cerca para intentar captar fragmentos de su conversación, pero manteniendo las apariencias de estar concentrado únicamente en su comida. Mientras masticaba su bambú con aparente despreocupación, sus oídos intentaban captar algo útil entre el ruido del comedor.
La conversación del grupo, aunque amortiguada por el bullicio del lugar, dejó entrever un tono serio y contenido. Palabras como "entrega", "turnos" y "almacenamiento" surgían ocasionalmente, pero no con suficiente claridad como para formar una imagen completa. Sin embargo, su interacción tenía algo de sospechoso, una sincronía que no se veía en otros reclusos.
El olor metálico persistía, aunque más tenue, y Panda podía percibir cómo se desplazaba sutilmente por el ambiente. Sus sentidos agudos seguían rastreándolo, tratando de determinar si provenía de alguna parte específica de la cocina, del grupo o incluso de los objetos que ambos manipulaban.
El guardia más cercano, apoyado contra la pared, observaba el comedor con desgana, ajeno a las dinámicas que se desarrollaban entre los reclusos. Panda aún tenía algo de margen para investigar sin llamar demasiado la atención, pero cada segundo que pasaba le recordaba que el equilibrio dentro de la prisión podía romperse en cualquier momento.