Ray
Kuroi Ya
07-08-2024, 07:19 PM
Poco después de cenar Ray, Atlas y Taka seguían sentados en su mesa en la cantina. El rubio se quejaba elocuentemente del fastidioso Sargento Shawn, quien siempre estaba asegurándose de que ninguno de los tres se perdiera los entrenamientos o cualquier otra actividad que se les asignaba. Había llegado hasta un punto en que muchas veces parecía su niñera, siempre paliando los constantes e involuntarios despistes de Ray y de Taka y buscando los escondrijos que Atlas iba improvisando en sus intentos por escaquearse de sus deberes. Y justo en ese momento, como si su compañero le hubiera invocado, la brillante coronilla pelona de su superior apareció ante ellos.
Afirmando que su tiempo de descanso había llegado a su fin les enseñó un dossier que contenía múltiples fotos de varios edificios en distintos estados de construcción y remodelación. El peliblanco no tardó en deducir de qué lugar se trataba, pues en el Cuartel no se hablaba de otra cosa desde hacía ya varios días. Las obras de los astilleros. Muy poco o nada se sabía sobre ellas, sobre lo que el Gobierno quería construir allí o para qué fines pretendía utilizarlos. Cierto oscurantismo parecía rodear todo aquel tema, lo que no hacía sino aumentar la curiosidad de los soldados al respecto cada vez más.
Al parecer aquella noche ellos tres habían sido los marines seleccionados para montar guardia entre las diez de la noche y las cuatro de la mañana, cuando el siguiente turno de vigilancia les relevaría. La idea intrigaba enormemente al joven, pues la posibilidad de recorrer aquel lugar y tal vez averiguar algo más sobre lo que allí se estaba llevando podría aliviar su siempre insaciable curiosidad. Además hasta el momento nunca se le había encomendado ninguna misión de vigilancia y, aunque no sonaba especialmente emocionante, quería ver qué le parecía.
La propuesta de Atlas de pedir unos Den Den Mushi para estar comunicados entre sí le pareció excelente, ya que de esa forma él podría utilizar sus poderes para vigilar desde el aire a ratos y aún así no perder el contacto con sus compañeros en ningún momento.
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Ya de noche, el lugar que debían vigilar cubría un espacio más que considerable. Cuatrocientos metros que tendrían que abarcar a la perfección si no querían arriesgarse a que algo saliese mal. El rubio fue el primero en idear una estrategia, sugiriendo que cada uno de ellos se encargara de una de los tres posibles accesos: dos en los que se comunicaban con la ciudad y uno vigilando el acceso desde el mar.
- Si queréis yo puedo encargarme de la vigilancia marítima. - Propuso el peliblanco. - Si me transformo y sobrevuelo la costa puedo ver potenciales a una distancia mayor, y gracias a mis antenas podré percibir alteraciones más sutiles que hagan pensar que algo no va como debería. ¿Qué opináis?
Si sus compañeros no presentaban ninguna objeción Ray adoptaría su forma completa y, transformado en una abeja de gran tamaño, se dirigiría hacia la costa y comenzaría a volar a escasa altura, oteando el horizonte para divisar posibles intentos de asaltar el astillero desde el mar. Al no ascender mucho confiaba en que en la oscuridad de la noche su cuerpo de color principalmente negro se confundiera con los edificios desde la lejanía, resultado difícil de ver. Aún así se mantendría en todo momento en zonas en las que tuviera suelo firme debajo para no arriesgarse a ser derribado por sorpresa y caer al mar.