Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
Tema cerrado 
[Aventura] [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi
Teruyoshi
Teru
Teruyoshi, tras su corta visita a las inmediaciones del dojo, volvió tras sus pasos a la colina en busca de un lugar ameno en el que descansar. El gato negro no era especialmente quisquilloso a la hora de coger el sueño. Estaba más que acostumbrado a dormir al raso o subido a los árboles cuando era necesario, pero, por suerte para él, encontró un lugar de lo más apetecible en el que no tendría que dormir con piedras clavándose en su trasero.

Un pequeño claro se encontraba frente a él, a escasos metros de la cima de la colina, donde el mink se echó a descansar mientras pensaba en el combate que tendría al día siguiente, puesto que al gato, en ningún momento, se le había pasado por la cabeza que no se diera. - Si el maestro del joven busca a alguien que haga morrrder el polvo a su muchacho… ¿Quién mejorrr que yo? - fue su último pensamiento antes de que sus párpados finalmente se cerraran, dejándose llevar por el cansancio del trayecto.

La noche transcurrió sin problemas para Teruyoshi, quien pasó lo que quedaba de noche acompañado por uno de sus peculiares sueños. En esta ocasión, durante el mismo, se había visto así mismo en un mundo donde todo estaba hecho de ovillos. Desde las personas hasta las montañas. Todo era un ovillo. Incluso se topó con lo que él creía que era una versión ovillada de Ryu con lal que Teruyoshi estuvo jugueteando… y de ahí que el gato negro amaneciera haciendo gestos raros con las zarpas en el aire, mientras un hilillo de baba escapaba de su hocico entreabierto.

Una vez despierto, el mink se tomó unos minutos en realizar sus estiramientos matutinos. Hacer algo de ejercicio no solo ayudaba al gato a desentumecer el cuerpo, sino que también le valía para despejar su mente aún nublada por los ecos del reciente sueño. El mink necesitaba estar lo más fresco y listo posible, así que le dedicó el tiempo que se merecía al calentamiento antes de pasar a saciar el estómago, que comenzaba a quejarse pidiendo su ración mañanera.

Teruyoshi rebuscó con energías renovadas entre sus pertenencias, a la caza de uno de los Sashimis que había preparado el día anterior. El mink no sabía si se trataba del calentamiento o del sueñecito reparador, pero, fuese cual fuese el motivo, cuando el gato terminó de comerse el plato que llevaba consigo, sintió que era capaz de partir todos y cada uno de los árboles de entrenamiento que había visto la noche anterior como si fuesen simples ramitas. Ya solo le faltaba acicalarse el pelaje y estaría listo para afrontar cualquier reto que le deparara el día .

El gato tras terminar su rutina matutina de limpieza y entrenamiento se encaminó hacia el dojo, sintiéndose más renovado y poderoso que nunca, como si cada centímetro de tierra que pisaba se transformara en su propiedad. Caminaba con esa gracia característica de su raza, destilando una seguridad que rozaba el pavoneo. Ese día nada podía detenerlo… o al menos eso pensaba él.

Se adentró en los terrenos del dojo, atravesando la barrera de árboles y dirigiéndose directamente hacia la puerta principal de la estructura de madera, con clara intención de golpearla. Sin embargo, esta se abrió como por arte de magia antes de que sus nudillos llegaran a rozarla siquiera. Al bajar la vista, el mink se topó con lo que parecía un aprendiz,
quien le dio paso como si estuvieran esperándolo.

- Así es cómo me tenían que rrrecibirrr siemprrre - pensó el gato mientras guiñaba un ojo al joven antes de adentrarse en el lugar.

En cuanto puso un pie en el interior del edificio, Teruyoshi se sintió embriagado por la atmósfera que transmitía aquel lugar. Todo estaba construido y cuidado con sumo detalle, destilando una fuerte sensación de disciplina que al mink le hizo recordar a su padre. El progenitor de Teruyoshi había sido un guerrero formidable. Siempre duro en los entrenamientos que tenían y con un carácter de hierro que permitía pocos errores.

El mink avanzó siguiendo al joven aprendiz, acompañado por el sonido que hacían sus pasos al caminar por el entarimado suelo, hasta que alcanzaron un amplio salón que parecían utilizar como zona de descanso. Avanzó confiado, girando sus orejas de un lado a otro en su habitual rutina de escaneo de rumores, a la par que echaba un vistazo en un intento de discernir la situación del lugar.

Las pupilas verticales del gato rápidamente se fijaron en la zona del fondo, donde parecían sentarse los maestros del dojo, con quienes Teruyoshi quería tratar. El mink había imaginado que tendría que buscar primero al tal Kenji para pedir permiso para retar a su alumno. Durante el poco tiempo que llevaba en Shimotsuki, había aprendido que sus habitantes se movían por un sistema de honor muy ligado a la posición jerárquica, así que paseó su mirada entre ellos intentando adivinar quién era… o al menos esa era su intención hasta que el aprendiz que lo había guiado hasta allí le ofreció un asiento en una de las mesas cortando sus pensamientos.

El mink era más que consciente de que lo estaban juzgando desde el primer instante en el que había puesto una zarpa en lugar, así que decidió seguir sus normas por el momento. Si algo había aprendido de su padre, un mink orgulloso y disciplinado donde los hubiera, era que aquel tipo de personas tenían un pensamiento muy estrecho de miras y todo lo que se escapara de su fina línea de moral sería juzgado.

- Que comience el juego - pensó divertido mientras adoptaba una postura similar a la del resto.

Una vez arrodillado, le ofrecieron una taza con lo que parecía ser té, que el mink aceptó con un leve inclinamiento de cabeza. Teruyoshi miró el líquido parduzco con evidente curiosidad. Como ávido cocinero, siempre atento a aprender nuevas recetas o descubrir ingredientes que acoplar a sus propias creaciones, no dudó en realizar un chequeo gastronómico a la bebida antes de llevársela a la boca. Si notaba algo extraño, simplemente fingiría beber.

- Uffff, esto te pone como una moto - pensaría, aguantando una mueca por el amargor, en cuanto las notas amargas inundasen su paladar si es que llegaba a probar la bebida.

Entonces llegó el silencio. Las conversaciones se fueron apagando una a una, como si las hubieran desactivado con un interruptor. Por un instante, el mink pensó que había ofendido a la sala de alguna manera y que él era el causante de aquel extraño mutismo, pero entonces vio el motivo real que lo había causado. Un joven, con paso decidido y prácticamente calculado, entró en la sala captando la atención de todo el mundo de la estancia, como si fuera una llama rodeada de polillas.

Antes de que el joven se acercara con sus preguntas, Teruyoshi ya se imaginaba que debía de tratarse del aprendiz estrella del dojo. Solo alguien que estaba en boca de todo el mundo podía causar un revuelo así a su alrededor con su mera presencia, por lo que cuando este se dirigió a Teruyoshi ya se hacía más o menos una idea de que este iba a ser su contrincante… y si no, parecía querer serlo. Desde la perspectiva del mink, el humano con aquellas palabras ya había querido comenzar su combate, quizás no físicamente, pero sí midiéndolo e intentando intimidarlo en un terreno donde claramente se sentía cómodo.

- ¿La verrrdad? - preguntó Teruyoshi, con un tono tranquilo pero cargado de malicia, mientras sus pupilas, clavadas en Ryu, se contraían en finas líneas que acentuaban sus rasgos felinos. - Crrreo que habladurías sin sentido - continuó rápidamente, sin dejarlo contestar a la pregunta. Se puso en pie para verlo desde arriba y prosiguió hablando. - Venía buscando un rrreto… - dijo mientras doblaba ligeramente la cintura para ponerse a su altura a la par que bajaba poco a poco la voz - pero crrreo que terrrminé topándome con un rrratón con plumas de pavo rrreal - susurró en un hilo de voz tras acercarse a su oreja, con un tono que transmitía aburrimiento, asegurándose que solo él lo escuchara.

El mink no temía en aceptar un reto, fuera cual fuese, por lo que si el joven quería empezar luchando con la lengua, así lo haría. Quizás ese joven no lo supiera, ni siquiera el propio Teruyoshi en ese momento era consciente de ello tampoco, pero esa lengua felina suya, prácticamente bífida en ocasiones por lo venenosas que eran sus palabras, podía ocasionar hasta la muerte de sus personas más cercanas. Así que el gato negro no dudó y se defendió del ataque verbal con otro, buscando herir el orgullo del joven para que este perdiera los papeles y así no tener ni que retarlo directamente, confiando en que alguien tan acostumbrado a sentirse superior al resto no fuese a recibir bien el mismo en sus propias carnes. Tras sus palabras, el mink recuperó la postura y se quedó mirándolo fijamente con una media sonrisa asomada a los labios, mientras se preparaba para cualquier reacción por parte de Ryu.

[consumibleinvalido=ICHF003-146-8]

Cosas
#8
Tema cerrado 


Mensajes en este tema
[T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 14-11-2024, 02:42 PM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 18-11-2024, 10:45 AM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 23-11-2024, 01:11 PM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 13-12-2024, 01:20 PM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Teruyoshi - 19-12-2024, 07:08 AM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 19-12-2024, 12:47 PM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 03-01-2025, 01:33 PM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 07-01-2025, 10:32 AM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 10-01-2025, 11:49 AM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 22-01-2025, 01:15 PM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 07-02-2025, 06:13 PM

Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 7 invitado(s)