Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
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[Aventura] [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi
Octojin
El terror blanco
Vaya, así que decides jugar la carta del provocador... No está mal tirada, la verdad. Ves cómo los demás están totalmente expectantes ante este giro de guion. Seguramente nadie se esperaba que ibas a acertarte tanto para susurrarle algo y que iban a dejar de ser testigos de algo así. Alguno incluso te maldice por ello. Quieras que no, el chisme mueve el mundo, y lo sabes.

Ryu no responde de inmediato. Su semblante cambia ligeramente, perdiendo la chispa despreocupada de antes y adquiriendo un matiz más serio, casi como si tus palabras hubieran reconfigurado su enfoque. No le han herido, o al menos no está dejando ver eso, ya que no hay indicios de molestia evidente en su rostro; parece más calculador que ofendido. Te observa durante unos instantes, evaluándote en silencio, como si tratara de descifrar tus intenciones reales tras tus provocaciones. Porque me imagino que es una provocación que busca algo y no está vacía, ¿no? En cualquier caso, parece no averiguarlo. O sí, su semblante ahora mismo es como si estuviese jugando al poker.

Sin decir una palabra, Ryu se da la vuelta y hace un par de señas a un hombre que está de pie detrás de él. Murmura algo y puedes notar como ese primer gesto es el primero de unos cuantos más que le siguen. Los gestos son breves pero cargados de intención, como si estuvieran organizando algo que ya tenían planeado. El tipo asiente y desaparece en una de las habitaciones contiguas, dejándote a solas con Ryu y el resto de los presentes.

Finalmente, el joven prodigio vuelve a mirarte, pero esta vez sus ojos no contienen rastro alguno de burla o desprecio. Lo que ves en ellos es simple y claro: concentración. Está en un mood completamente diferente ahora mismo. Le has hecho tomarse esto más enserio de lo que probablemente se lo tomaría. Así que imagino que los dos saldréis ganando.

—Basta de palabras —declara su voz firme, pero sin rastro de agresividad—. Hablaremos en el campo de batalla.

Sin esperar tu respuesta, Ryu se dirige hacia la puerta por la que ambos habíais entrado minutos antes. Sus movimientos son fluidos, casi coreográficos, como si cada paso formara parte de una rutina que ha repetido un millón de veces. Algunos de los presentes te hacen gestos invitándote a seguirle, pasando de nuevo por el pasillo principal y saliendo al exterior. La luz del día, aunque tenue, comienza a bañar el dojo con un brillo dorado que realza cada detalle de la estructura. Es un momento perfecto para tener una intensa pelea. Ojalá que dure mucho y los dos podáis dar el máximo de cada uno. Solo así, ambos ganéis, aunque claro, siempre tiene que haber alguien que gane dos veces, ¿no? Tanto el combate como la experiencia de pelear contra su rival.

Ryu bordea el dojo con seguridad, guiándote hasta una zona abierta que parece ser el epicentro de todas las batallas de entrenamiento. Es un rectángulo amplio, rodeado de césped bien cuidado y delimitado por postes de madera que marcan claramente los límites del terreno. Cerca, puedes ver varios troncos desgastados y otros elementos que deduces forman parte de los ejercicios habituales de los aprendices. Aquellos que deberían empezar en breve pero algo te dice que no lo harán. Probablemente sea más interesante ver una intensa pelea que entrenar como todos los días.

No pasan más de unos segundos antes de que el lugar comience a llenarse de espectadores. Algunos estudiantes y maestros, alertados quizás por las señales de Ryu, se agrupan en silencio alrededor del rectángulo, formando un cordón de ojos expectantes. Sus expresiones oscilan entre la curiosidad y la emoción contenida, como si tu presencia en este enfrentamiento añadiera un nuevo matiz de interés a su rutina habitual.

Ryu entra al campo y comienza a realizar algunos estiramientos con una naturalidad que denota años de práctica. Sus movimientos son precisos y controlados, y la fluidez con la que los hace es hasta elegante. Cada flexión y giro es un recordatorio de la fuerza contenida en su cuerpo. Una vez listo, se coloca en el centro del terreno y te hace un gesto con la mano.

—Adelante —te dice, adoptando una postura relajada pero claramente defensiva—. Empieza tú, a ver si se te da igual de bien que faltar.

El círculo de espectadores se mantiene en silencio absoluto, expectantes. El escenario está listo, y las palabras han quedado atrás. Ahora, es el momento de demostrar quién tiene más derecho a estar en este dojo. ¿Cómo responderás?
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[T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 14-11-2024, 02:42 PM
RE: [T4] Enseña las zarpas, Teruyoshi - por Octojin - 18-11-2024, 10:45 AM
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