
Iris
La bala blanca
19-12-2024, 09:44 PM
— No voy a negar que una buena pelea se disfruta más con el estomago lleno. — Iris iba siguiendo los pasos de su compañero, mientras respondía a su comentario. — Aunque no eres el más apropiado para llamar extraña a la gente. Nunca había conocido a un marine como tú.
Y era verdad, aunque en Jaya fuera una ciudad sin ley la mayoría de trabajadores que había podido encontrarse la Solarian durante su vida eran, o personas que su único propósito era ayudar a los demás, hacer el bien y todas esas cursiladas o, todo el contrario, corruptos que por una pizca de dinero hacían oídos sordos a cualquier tipo de injusticia que estuviera desarrollándose frente a ellos. Ninguno de estos dos arquetipos de personas le suponían una dificultad a la chica, había aprendido a manipularles y a poder sacarles la información que necesitaba. En cambio con Ares era distinto, no acababa de encajarle en ningún sitio concreto y cuanto más tiempo pasaba con él, más se iba dando cuenta de que era peligroso estar a su lado. Pero Iris se sentía con ganas de arriesgarse un poco.
— ¿Me invitas? Entonces escogeré un sitio que esté a la altura.
Comentó la chica mientras seguía al Diablo fuera del establecimiento. Una vez en la calle Iris tomó la iniciativa y empezó a buscar algún bar medio decente. Ya se había hecho de noche y el ambiente estaba mucho más animado, lo que significaba que la calle estaba llena de borrachos. Descartando un par de bares en los que habían varías peleas al final se decantó por una taberna al linde de los bajos fondos. No era ninguna pijada ni un antro de mala muerte pero, por inercia gracias a Angelo, había acabado escogiendo aquel lugar porque su carta tenía imágenes. El peliverde no sabía leer y era una vieja costumbre que había adoptado a la hora de elegir donde iban a comer.
— Espero que te guste el sitio. No sabía tus preferencias, pero me ha parecido ver que tienen un poco de todo.
Iris procedió entonces a sentarse en la última mesa vacía que había, quitándole el sitio a una pareja que se fueron rechistando. Por dentro estaba bastante más animado: el bar estaba a rebosar y contaba con una pequeña tarima en la que habían un par de músicos amenizando el ambiente, los camareros se movían entre las mesas con agilidad, sirviendo sobre todo cocteles y bebidas. La luz era tenue y cálida lo que generaba una sensación de intimidad. La carta era extensa y contaba, como había señalado antes, con una gran variedad de platillos. Y bastante bien de precio.
— Tú dirás, ¿Qué te apetece cenar? ¿Quieres compartir?
Y era verdad, aunque en Jaya fuera una ciudad sin ley la mayoría de trabajadores que había podido encontrarse la Solarian durante su vida eran, o personas que su único propósito era ayudar a los demás, hacer el bien y todas esas cursiladas o, todo el contrario, corruptos que por una pizca de dinero hacían oídos sordos a cualquier tipo de injusticia que estuviera desarrollándose frente a ellos. Ninguno de estos dos arquetipos de personas le suponían una dificultad a la chica, había aprendido a manipularles y a poder sacarles la información que necesitaba. En cambio con Ares era distinto, no acababa de encajarle en ningún sitio concreto y cuanto más tiempo pasaba con él, más se iba dando cuenta de que era peligroso estar a su lado. Pero Iris se sentía con ganas de arriesgarse un poco.
— ¿Me invitas? Entonces escogeré un sitio que esté a la altura.
Comentó la chica mientras seguía al Diablo fuera del establecimiento. Una vez en la calle Iris tomó la iniciativa y empezó a buscar algún bar medio decente. Ya se había hecho de noche y el ambiente estaba mucho más animado, lo que significaba que la calle estaba llena de borrachos. Descartando un par de bares en los que habían varías peleas al final se decantó por una taberna al linde de los bajos fondos. No era ninguna pijada ni un antro de mala muerte pero, por inercia gracias a Angelo, había acabado escogiendo aquel lugar porque su carta tenía imágenes. El peliverde no sabía leer y era una vieja costumbre que había adoptado a la hora de elegir donde iban a comer.
— Espero que te guste el sitio. No sabía tus preferencias, pero me ha parecido ver que tienen un poco de todo.
Iris procedió entonces a sentarse en la última mesa vacía que había, quitándole el sitio a una pareja que se fueron rechistando. Por dentro estaba bastante más animado: el bar estaba a rebosar y contaba con una pequeña tarima en la que habían un par de músicos amenizando el ambiente, los camareros se movían entre las mesas con agilidad, sirviendo sobre todo cocteles y bebidas. La luz era tenue y cálida lo que generaba una sensación de intimidad. La carta era extensa y contaba, como había señalado antes, con una gran variedad de platillos. Y bastante bien de precio.
— Tú dirás, ¿Qué te apetece cenar? ¿Quieres compartir?