
Agyo Nisshoku
Sol del Ocaso
19-12-2024, 11:34 PM
(Última modificación: 19-12-2024, 11:37 PM por Agyo Nisshoku.)
El sol era abrazador, el aire caliente, maldito desierto pense, mientras me echaba agua de una botella en la cabeza y corría mis cabellos hacia atrás para no parecer un pordiosero.
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Estábamos todos los Crimson Crusaders en este sitio, pues hace unos dias habíamos recibido un trabajo donde tendríamos que ir a cazar a cierto imbecil que estaba rodeado de más imbéciles, yo solo pensaba en lo que me iban a pagar, quien o quienes eran, que habían hecho, que estaban aterrorizando a la gente, etc etc, todo eso para mi no importaba, yo solo queria mi dinero y para eso teníamos que matar o capturar a las personas que estábamos buscando.
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Con los chicos nos dispusimos a buscar información para cumplir nuestro cometido, hasta Ungyo “Hoy me Cague Encima” Nisshoku estaba ayudando a preguntar, pero lo único que lográbamos encontrar eran rumores.
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No se quién de todos nosotros, ni Ungyo ni yo, de eso seguro, fue el que dio con el comentario de unos caravaneros, estos hablaron sobre una pelea que había dejado dos cadáveres, cercanos a un pozo, que se encontraba al norte del maldito desierto donde nos encontrábamos y que ademas la gente que vivía cerca habia visto movimientos sospechosos en unas formaciones rocosas que se encontraban al Oeste.
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Lykos, con su gran bigote nos dio la orden de que nos moviéramos hacia ese sitio, tomamos precauciones ya que somos cinco personas con figuras claramente amenazantes y levantamos un pequeño campamento, donde aproveche para echarme mas agua en la cabeza mientras le decia a mis compañeros.
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-Bueno que calor de mierda. Tomé un sorbo largo de agua. La información de los mercaderes nos trajo hasta acá, yo por mi parte nunca había pasado por aquí, ¿Ustedes Sí? Y otra cosa mi querido Lykos, ¿tienes en mente algun plan o idea?.
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SI bien estaba sentando me quede atento ordenando mis cosas preparándome para la respuesta de mis amigos, más la de ellos que la de Ungyo, porque al ser mi hermano gemelo, no teníamos necesidad de hablar, con el simple hecho de mirarnos, ya teníamos pleno conocimiento de que pensaba o queria decir el otro.