Raiga Gin Ebra
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23-12-2024, 01:45 PM
(Última modificación: 23-12-2024, 01:46 PM por Raiga Gin Ebra.)
El trabajo en el barco avanza de forma constante, sin pausa alguna que merme el trabajo que estáis haciendo. Lukas, Elena y tú os dedicáis a cubrir y ocultar los símbolos de la Marina pintados en las velas, la proa y la cubierta de la mejor manera que podéis. Al fin y al cabo, tu razonamiento sobre lo poco amistosos que pueden ser si un barco les sigue, puede tener todo el sentido del mundo. Aunque claro, si no ven de primeras el símbolo de la marina, me imagino que será mejor, ¿no? O al menos podría serlo.
La pintura fresca empieza a secarse al sol, pero las marcas talladas en la madera presentan un reto mayor. Elena se detiene un momento, evaluando el problema, antes de sugerir una solución. Sin duda es una tipa que piensa bastante las cosas antes de hacerlas. Es probable que te venga muy bien en el equipo.
—Podemos cubrirlos con estas sábanas del interior del barco. No será perfecto, pero servirá para que no sean visibles de inmediato —dice mientras saca unas telas grandes que había encontrado en el camarote del barco.
Con cuidado, Elena comienza a colocar las sábanas sobre las áreas talladas, asegurándolas como puede. Lukas, mientras tanto, sigue trabajando en las áreas pintadas, asegurándose de que no queden rastros visibles del emblema de la Marina. Los tres estáis concentrados en vuestra tarea, conscientes de que cada minuto cuenta. También es una buena manera de que el estrés disminuya un poco. Pintar es una tarea repetitiva que os ayudará a respirar más tranquilamente, pensar mejor las cosas e incluso reflexionar sobre qué pasos dar ahora.
El muelle, aunque algo más transitado que las calles que cruzaste para llegar, no muestra señales de actividad fuera de lo común. Los pescadores continúan con su trabajo, y algunos civiles os miran de reojo, claramente intrigados por vuestra presencia. ¿Será muy común ver a marines pintar un barco a plena luz del día? Pues no lo sé, la verdad, pero desde luego a estos tipos no les parece una tarea cotidiana. Eso o quizá les habéis gustado de una manera quizá un poco más sentimental.
Sin embargo, la relativa tranquilidad del momento se rompe con un sonido ensordecedor. Una explosión cercana sacude el aire, seguida de un fuerte estruendo. Astillas y fragmentos de madera vuelan en todas direcciones, acompañados de gritos de pánico de los civiles que estaban cerca. El agua del puerto se tiñe de rojo, mezclándose con la sangre y los restos de fauna marina que flotan en la superficie.
El impacto de la explosión probablemente os hará poneros a cubierto por mera inercia, mientras tratáis de analizar rápidamente la situación y ver qué diablos ha pasado. A tu lado, Elena tiene un hilo de sangre corriendo por su mejilla, producto de alguna astilla que la alcanzó. Su expresión muestra más desconcierto que dolor, pero no puede ignorar el daño. Lukas, por otro lado, ha recibido un impacto mucho más grave: un trozo de madera de unos ocho centímetros se ha incrustado en su brazo izquierdo, y la sangre comienza a empapar su uniforme.
—¡Lukas! —grita Elena, corriendo hacia él para evaluar la herida.
El caos en el muelle es palpable. Civiles corren en todas direcciones, buscando refugio, mientras los pescadores cercanos intentan controlar la situación. El olor a quemado y a sal impregna el aire, mezclándose con los gritos y el sonido del agua chapoteando.
En medio del caos, tu Den Den Mushi comienza a sonar. Si lo coges, escucharás la voz de Kuda, urgente y tensa, que está al otro lado y trae malas noticias.
—¡Código rojo, Henry! ¡Código rojo! El barco ha explotado y el pelotón al completo ha caído —La gravedad de sus palabras te golpea como un martillo. Kuda hace una pausa, pero antes de que puedas decir algo, continúa—. Murray no coge el Den Den Mushi. Mi estado es complicado, tengo varias heridas y estoy sangrando, pero solicito permiso para rastrear la zona en busca de alguna pista o algún marine que necesite ayuda. No puedo dejarlos aquí si necesitan nuestra ayuda, Henry. Pero haré lo que ordenes.
Tu mente procesa la información a toda velocidad. El barco pirata ha explotado, llevándose consigo al pelotón que Murray envió. La gravedad de la situación no solo confirma tus peores temores sobre la estrategia de Murray, sino que además pone en peligro inmediato el desarrollo de la misión. Kuda, a pesar de estar herido, sigue ofreciendo su lealtad y disposición para actuar, pero la responsabilidad de tomar una decisión recae ahora sobre ti. Solo sobre ti.
El agua rojiza que rodea el muelle es un recordatorio inquietante de las vidas perdidas en el ataque. El sonido de las olas contra el casco del barco en el que trabajáis parece burlarse de la calma que había unos minutos antes. Ahora, todo ha cambiado, y cada segundo cuenta para decidir el siguiente movimiento.
Por supuesto, todo parecía ser una trampa. Una en la que Murray ha caído de lleno. Y, en principio, ha costado la vida de al menos treinta marines del pelotón, a falta de que alguno haya sobrevivido. Y no solo eso, sino los bienes materiales cercanos, los civiles que pasaran por ahí... No me gustaría ser Murray ahora mismo.
Tienes a Lukas herido, a Elena intentando mantener la calma, y a Kuda en el Den Den Mushi esperando tus órdenes. No puedes evitar pensar que, después de todo, tus sospechas sobre la estrategia apresurada de Murray no estaban equivocadas. Pero ahora no es momento de lamentaciones ni de culpar a nadie, eso ya vendrá en el informe que te tocará elaborar cuando esto acabe, tanto si sale bien como si sale mal. La misión debe continuar. Y está en tu mano.
La pintura fresca empieza a secarse al sol, pero las marcas talladas en la madera presentan un reto mayor. Elena se detiene un momento, evaluando el problema, antes de sugerir una solución. Sin duda es una tipa que piensa bastante las cosas antes de hacerlas. Es probable que te venga muy bien en el equipo.
—Podemos cubrirlos con estas sábanas del interior del barco. No será perfecto, pero servirá para que no sean visibles de inmediato —dice mientras saca unas telas grandes que había encontrado en el camarote del barco.
Con cuidado, Elena comienza a colocar las sábanas sobre las áreas talladas, asegurándolas como puede. Lukas, mientras tanto, sigue trabajando en las áreas pintadas, asegurándose de que no queden rastros visibles del emblema de la Marina. Los tres estáis concentrados en vuestra tarea, conscientes de que cada minuto cuenta. También es una buena manera de que el estrés disminuya un poco. Pintar es una tarea repetitiva que os ayudará a respirar más tranquilamente, pensar mejor las cosas e incluso reflexionar sobre qué pasos dar ahora.
El muelle, aunque algo más transitado que las calles que cruzaste para llegar, no muestra señales de actividad fuera de lo común. Los pescadores continúan con su trabajo, y algunos civiles os miran de reojo, claramente intrigados por vuestra presencia. ¿Será muy común ver a marines pintar un barco a plena luz del día? Pues no lo sé, la verdad, pero desde luego a estos tipos no les parece una tarea cotidiana. Eso o quizá les habéis gustado de una manera quizá un poco más sentimental.
Sin embargo, la relativa tranquilidad del momento se rompe con un sonido ensordecedor. Una explosión cercana sacude el aire, seguida de un fuerte estruendo. Astillas y fragmentos de madera vuelan en todas direcciones, acompañados de gritos de pánico de los civiles que estaban cerca. El agua del puerto se tiñe de rojo, mezclándose con la sangre y los restos de fauna marina que flotan en la superficie.
El impacto de la explosión probablemente os hará poneros a cubierto por mera inercia, mientras tratáis de analizar rápidamente la situación y ver qué diablos ha pasado. A tu lado, Elena tiene un hilo de sangre corriendo por su mejilla, producto de alguna astilla que la alcanzó. Su expresión muestra más desconcierto que dolor, pero no puede ignorar el daño. Lukas, por otro lado, ha recibido un impacto mucho más grave: un trozo de madera de unos ocho centímetros se ha incrustado en su brazo izquierdo, y la sangre comienza a empapar su uniforme.
—¡Lukas! —grita Elena, corriendo hacia él para evaluar la herida.
El caos en el muelle es palpable. Civiles corren en todas direcciones, buscando refugio, mientras los pescadores cercanos intentan controlar la situación. El olor a quemado y a sal impregna el aire, mezclándose con los gritos y el sonido del agua chapoteando.
En medio del caos, tu Den Den Mushi comienza a sonar. Si lo coges, escucharás la voz de Kuda, urgente y tensa, que está al otro lado y trae malas noticias.
—¡Código rojo, Henry! ¡Código rojo! El barco ha explotado y el pelotón al completo ha caído —La gravedad de sus palabras te golpea como un martillo. Kuda hace una pausa, pero antes de que puedas decir algo, continúa—. Murray no coge el Den Den Mushi. Mi estado es complicado, tengo varias heridas y estoy sangrando, pero solicito permiso para rastrear la zona en busca de alguna pista o algún marine que necesite ayuda. No puedo dejarlos aquí si necesitan nuestra ayuda, Henry. Pero haré lo que ordenes.
Tu mente procesa la información a toda velocidad. El barco pirata ha explotado, llevándose consigo al pelotón que Murray envió. La gravedad de la situación no solo confirma tus peores temores sobre la estrategia de Murray, sino que además pone en peligro inmediato el desarrollo de la misión. Kuda, a pesar de estar herido, sigue ofreciendo su lealtad y disposición para actuar, pero la responsabilidad de tomar una decisión recae ahora sobre ti. Solo sobre ti.
El agua rojiza que rodea el muelle es un recordatorio inquietante de las vidas perdidas en el ataque. El sonido de las olas contra el casco del barco en el que trabajáis parece burlarse de la calma que había unos minutos antes. Ahora, todo ha cambiado, y cada segundo cuenta para decidir el siguiente movimiento.
Por supuesto, todo parecía ser una trampa. Una en la que Murray ha caído de lleno. Y, en principio, ha costado la vida de al menos treinta marines del pelotón, a falta de que alguno haya sobrevivido. Y no solo eso, sino los bienes materiales cercanos, los civiles que pasaran por ahí... No me gustaría ser Murray ahora mismo.
Tienes a Lukas herido, a Elena intentando mantener la calma, y a Kuda en el Den Den Mushi esperando tus órdenes. No puedes evitar pensar que, después de todo, tus sospechas sobre la estrategia apresurada de Murray no estaban equivocadas. Pero ahora no es momento de lamentaciones ni de culpar a nadie, eso ya vendrá en el informe que te tocará elaborar cuando esto acabe, tanto si sale bien como si sale mal. La misión debe continuar. Y está en tu mano.