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Arthur Soriz
Gramps
23-12-2024, 08:10 PM
(Última modificación: 24-12-2024, 02:20 AM por Arthur Soriz.
Razón: Agregar código de personaje, inventario, etc.
)
![[Imagen: ltLR4dT.png]](https://i.imgur.com/ltLR4dT.png)
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2 de Invierno
Año 724
Año 724
El ajetreo de la base G-23 no es que alguna vez se detuviera realmente... pero ese día algo en el aire se sentía diferente. Había completado mi rutina diaria mucho antes de que el sol asomara por el horizonte. A las cinco de la mañana como siempre ya estaba fuera de mi habitación, con la brisa invernal de Kilombo azotando mi rostro mientras terminaba una serie de flexiones sobre el suelo de madera. El sudor que corría por mi frente se mezclaba con el rocío gélido de la mañana, y el familiar crujido de la base al despertarse marcaba el inicio de otro día lleno de deberes.
Después de los ejercicios desayuné rápido en la cantina, donde los primeros rumores empezaron a llegar a mis oídos. Entre bocados de pan tostado y sorbos de café aguado escuché a un par de reclutas comentar algo sobre "pulpos voladores". Lo ignoré al principio pensando que era solo una de esas historias exageradas que suelen circular entre los más jóvenes. Pero al entrar a la sala común mi atención fue capturada por un llamativo pedazo de papel abandonado en una mesa.
Era un folleto... uno que parecía haber sido diseñado por alguien con más entusiasmo que talento artístico. En letras grandes decía: “Viajes económicos al North Blue: ¡Vuela hacia nuevas oportunidades!”. La imagen de un enorme pulpo con tentáculos extendidos sosteniendo un barco captó mi atención, y no pude evitar levantar una ceja de escepticismo.
Me incliné sobre la mesa tomando el papel entre mis manos. Las palabras "prácticamente regalados" resaltaban como un faro entre el mar de promesas exageradas. Lo leí dos veces tratando de entender si aquello era una broma.
— ¿Pulpos voladores transportando barcos? Esto es una locura… —murmuré sacudiendo la cabeza mientras lo doblaba y lo guardaba en el bolsillo de mi chaqueta.
Por supuesto, Kilombo siendo Kilombo, el rumor no tardó en expandirse como fuego en la maleza. Antes de mediodía prácticamente toda la base hablaba de los viajes hacia el North Blue. Algunos decían que era una oportunidad única... otros lo consideraban un desastre esperando a ocurrir. Para cuando regresé a mi habitación esa noche, ya sabía lo que iba a pasar. Henry, el joven marine con más energía de la brigada seguramente nos arrastraría a esta "aventura". Decidí dejar las cosas como estaban... si algo había aprendido en mis años de servicio, era que no siempre vale la pena pelear contra el entusiasmo de los jóvenes.
Después de los ejercicios desayuné rápido en la cantina, donde los primeros rumores empezaron a llegar a mis oídos. Entre bocados de pan tostado y sorbos de café aguado escuché a un par de reclutas comentar algo sobre "pulpos voladores". Lo ignoré al principio pensando que era solo una de esas historias exageradas que suelen circular entre los más jóvenes. Pero al entrar a la sala común mi atención fue capturada por un llamativo pedazo de papel abandonado en una mesa.
Era un folleto... uno que parecía haber sido diseñado por alguien con más entusiasmo que talento artístico. En letras grandes decía: “Viajes económicos al North Blue: ¡Vuela hacia nuevas oportunidades!”. La imagen de un enorme pulpo con tentáculos extendidos sosteniendo un barco captó mi atención, y no pude evitar levantar una ceja de escepticismo.
Me incliné sobre la mesa tomando el papel entre mis manos. Las palabras "prácticamente regalados" resaltaban como un faro entre el mar de promesas exageradas. Lo leí dos veces tratando de entender si aquello era una broma.
— ¿Pulpos voladores transportando barcos? Esto es una locura… —murmuré sacudiendo la cabeza mientras lo doblaba y lo guardaba en el bolsillo de mi chaqueta.
Por supuesto, Kilombo siendo Kilombo, el rumor no tardó en expandirse como fuego en la maleza. Antes de mediodía prácticamente toda la base hablaba de los viajes hacia el North Blue. Algunos decían que era una oportunidad única... otros lo consideraban un desastre esperando a ocurrir. Para cuando regresé a mi habitación esa noche, ya sabía lo que iba a pasar. Henry, el joven marine con más energía de la brigada seguramente nos arrastraría a esta "aventura". Decidí dejar las cosas como estaban... si algo había aprendido en mis años de servicio, era que no siempre vale la pena pelear contra el entusiasmo de los jóvenes.
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3 de Invierno
Año 724
Año 724
Me levanté con el mismo rigor de siempre justo cuando el reloj marcaba las cinco de la mañana. Afuera el aire frío del invierno se colaba por las rendijas de las ventanas y un silencio casi solemne envolvía la base. Aproveché para repasar mentalmente todo lo que necesitaba. Mi equipaje ya preparado, contenía lo esencial... ropa limpia, mis nudilleras, el Den Den Mushi pequeño que siempre portaba puesto en mi muñeca y al que alimentaba ocasionalmente con pequeños bocados de mi propia comida o algún trozo de pescado si tenía suerte de pescar algo... y obviamente, último pero no menos importante, mi amuleto de la suerte.
Mientras terminaba de hacer los últimos preparativos un golpe fuerte resonó en mi puerta, seguido de una voz juvenil y familiar.
— ¡Arthur, viejo dormilón, es hora de volar!
Abrí la puerta lentamente encontrándome con Henry, su entusiasmo tan contagioso como siempre. Me crucé de brazos y lo miré con una sonrisa burlona y confianzuda.
— ¿Dormilón? Llevo en pie desde las cinco. Tal vez debería ser yo quien te despierte mañana. —respondí yo. — Adelántate, yo tengo cosas que terminar por aquí. — agregué. Tras decir esto, esperé a que se retirara para cerrar la puerta y culminar de preparar el bolso que llevaría conmigo en lo que imaginaba sería un pequeño viaje. Salí de mi habitación con pasos tranquilos pero firmes. El día recién comenzaba, pero la base ya estaba llena de movimiento. El rumor de los pulpos había alcanzado a todos y las conversaciones emocionadas llenaban los pasillos.
Al llegar al muelle de Rostock lo primero que me golpeó fue el bullicio. Una fila interminable de personas se extendía hacia el horizonte, desde comerciantes con carretillas llenas de mercancías hasta familias enteras con baúles y pertenencias apiladas. Sorprendido honestamente, porque no pensaba que tanta gente se creería el rumor... o siquiera que tuvieran tantas ganas de salir de la isla... ¿tal vez para descubrir qué tenía de interesante el North Blue? ¿O simplemente por el hecho de tener unas vacaciones navideñas como yo?
Entre la multitud distinguí a Henry, fácilmente reconocible por su postura relajada y su incesante sonrisa. Me acerqué y le di un par de palmadas en la espalda.
— Buenos días, muchacho. Ya estoy aquí, aunque todavía me cuesta creer que realmente vamos a volar en esas cosas. —mi tono era medio en broma, medio en serio. Entonces mi mirada se dirigió hacia la criatura que se alzaba imponente frente a nosotros. El pulpo era incluso más grande de lo que había imaginado. Su cuerpo rosado con manchas moradas brillaba bajo la tenue luz matutina, y sus tentáculos se movían con una gracia hipnótica, sujetando un barco con la misma facilidad con la que un humano sostiene una pluma.
— Que maravilla, cualquiera pensaría que un pulpo solo viaja debajo del mar. —dije en voz baja, más para mí mismo que para nadie en particular.
Aunque no planeaba quedarme mucho tiempo en el North Blue, sabía que este viaje sería algo para recordar. Mientras observaba cómo los primeros pasajeros eran guiados hacia sus respectivas embarcaciones, no pude evitar sentir una chispa de emoción.
"Un poco de aventura no le hace daño a nadie", pensé mientras ajustaba la correa de mi bolso. Al menos durante estos días, me permitiría disfrutar del extraño espectáculo de volar, suspendido por los tentáculos de un colosal pulpo flotante. Y lo bueno es que todo el Kaigekitai iríamos juntos así que podría resultar una experiencia de lo más interesante.
Mientras terminaba de hacer los últimos preparativos un golpe fuerte resonó en mi puerta, seguido de una voz juvenil y familiar.
— ¡Arthur, viejo dormilón, es hora de volar!
Abrí la puerta lentamente encontrándome con Henry, su entusiasmo tan contagioso como siempre. Me crucé de brazos y lo miré con una sonrisa burlona y confianzuda.
— ¿Dormilón? Llevo en pie desde las cinco. Tal vez debería ser yo quien te despierte mañana. —respondí yo. — Adelántate, yo tengo cosas que terminar por aquí. — agregué. Tras decir esto, esperé a que se retirara para cerrar la puerta y culminar de preparar el bolso que llevaría conmigo en lo que imaginaba sería un pequeño viaje. Salí de mi habitación con pasos tranquilos pero firmes. El día recién comenzaba, pero la base ya estaba llena de movimiento. El rumor de los pulpos había alcanzado a todos y las conversaciones emocionadas llenaban los pasillos.
Al llegar al muelle de Rostock lo primero que me golpeó fue el bullicio. Una fila interminable de personas se extendía hacia el horizonte, desde comerciantes con carretillas llenas de mercancías hasta familias enteras con baúles y pertenencias apiladas. Sorprendido honestamente, porque no pensaba que tanta gente se creería el rumor... o siquiera que tuvieran tantas ganas de salir de la isla... ¿tal vez para descubrir qué tenía de interesante el North Blue? ¿O simplemente por el hecho de tener unas vacaciones navideñas como yo?
Entre la multitud distinguí a Henry, fácilmente reconocible por su postura relajada y su incesante sonrisa. Me acerqué y le di un par de palmadas en la espalda.
— Buenos días, muchacho. Ya estoy aquí, aunque todavía me cuesta creer que realmente vamos a volar en esas cosas. —mi tono era medio en broma, medio en serio. Entonces mi mirada se dirigió hacia la criatura que se alzaba imponente frente a nosotros. El pulpo era incluso más grande de lo que había imaginado. Su cuerpo rosado con manchas moradas brillaba bajo la tenue luz matutina, y sus tentáculos se movían con una gracia hipnótica, sujetando un barco con la misma facilidad con la que un humano sostiene una pluma.
— Que maravilla, cualquiera pensaría que un pulpo solo viaja debajo del mar. —dije en voz baja, más para mí mismo que para nadie en particular.
Aunque no planeaba quedarme mucho tiempo en el North Blue, sabía que este viaje sería algo para recordar. Mientras observaba cómo los primeros pasajeros eran guiados hacia sus respectivas embarcaciones, no pude evitar sentir una chispa de emoción.
"Un poco de aventura no le hace daño a nadie", pensé mientras ajustaba la correa de mi bolso. Al menos durante estos días, me permitiría disfrutar del extraño espectáculo de volar, suspendido por los tentáculos de un colosal pulpo flotante. Y lo bueno es que todo el Kaigekitai iríamos juntos así que podría resultar una experiencia de lo más interesante.