Airgid Vanaidiam
Metalhead
23-12-2024, 09:31 PM
Airgid esbozó una sonrisilla cuando vio la reacción de Ragnheidr a sus palabras, con esa mirada ligeramente confusa que atravesaba sus ojos castaños. Era como si se hubiera dejado llevar de tal manera por el reencuentro, que se había olvidado de que cuando se separaron, ella estaba embarazada de unas cuantas semanas, como si no se lo hubiera contado en el bar de el Largo aquella tarde. No le culpó, la emoción de volver a verla había sido tal que incluso ella se dejó absorver por el pequeño mundo que solo les rodeaba a ellos dos. No hizo ningún gesto, ni dijo nada más, simplemente Airgid le devolvió la mirada con un brillo que ya lo confirmaba todo. Observó cómo los ojos azules de Ragnheidr se desviaban hacia donde se encontraba la manta y siguió el mismo movimiento.
Ensanchó su sonrisa al verles interactuar entre ellos, bastante despiertos para ser pequeños, y es que los tres compartían sangre de verdaderos guerreros. Guardó silencio, esperando con ganas el siguiente paso de Ragnheidr. Había ocasiones en las que el vikingo era especialmente expresivo, en las caras que ponía, los gestos que hacía... y aquella era una de esas veces, Airgid pudo leer en él su confusión, pero a la vez su alegría, dibujada en la comisura de sus labios. La rubia se separó de él entonces, dejándole espacio y via libre para que pudiera acercarse a conocerlos, cosa que no tardó prácticamente nada en hacer.
La mujer avanzó con él, aunque quedándose unos pocos pasos más atrás, como si temiera interrumpir aquel momento especial entre el hombre y sus vastaguitos. Sintió curiosidad al ver que rápidamente se había fijado en el único varón. Fue el primero de los tres en nacer, y era claramente una copia de su padre, con su mismo color de pelo, ojos idénticos, y aquel carácter luchador y rebelde. Les observó, simplemente sin decir nada, y sintiendo en su pecho un amor y un orgullo como nunca antes le había ocurrido. En ese momento, Airgid supo que todo sufrimiento que pudiera haber vivido durante aquellos meses separados había valido la pena, que no se arrepentía de absolutamente nada, porque la recompensa había resultado ser gigantesca.
Las palabras de Ragnheidr le sacaron una risilla, y terminó de recorrer los pocos metros que le quedaban para alcanzarles. Se sentó en la misma manta, recogiendo a las dos niñas entre sus brazos. Una de ellas también había salido bastante como su padre, buccaneer, esa diferencia de tamaño se notaba incluso en la infancia. — Estoy segura de que no podrían tener un padre mejor que tú. — Respondió, algo emocionada, y siendo completamente sincera. Y es que es algo de lo que estaba convencida, como con ninguna otra cosa en su vida. — Aún no tienen nombre, quería esperarte. — Ladeó la cabeza, colocándole los mechones rubios detrás de la oreja. Tenía especial curiosidad por saber qué nombres se le ocurrían. — ¿Cuales te gustan? — Preguntó. Ella tenía algunos en mente, pero quería saber cuales eran los suyos.
Ensanchó su sonrisa al verles interactuar entre ellos, bastante despiertos para ser pequeños, y es que los tres compartían sangre de verdaderos guerreros. Guardó silencio, esperando con ganas el siguiente paso de Ragnheidr. Había ocasiones en las que el vikingo era especialmente expresivo, en las caras que ponía, los gestos que hacía... y aquella era una de esas veces, Airgid pudo leer en él su confusión, pero a la vez su alegría, dibujada en la comisura de sus labios. La rubia se separó de él entonces, dejándole espacio y via libre para que pudiera acercarse a conocerlos, cosa que no tardó prácticamente nada en hacer.
La mujer avanzó con él, aunque quedándose unos pocos pasos más atrás, como si temiera interrumpir aquel momento especial entre el hombre y sus vastaguitos. Sintió curiosidad al ver que rápidamente se había fijado en el único varón. Fue el primero de los tres en nacer, y era claramente una copia de su padre, con su mismo color de pelo, ojos idénticos, y aquel carácter luchador y rebelde. Les observó, simplemente sin decir nada, y sintiendo en su pecho un amor y un orgullo como nunca antes le había ocurrido. En ese momento, Airgid supo que todo sufrimiento que pudiera haber vivido durante aquellos meses separados había valido la pena, que no se arrepentía de absolutamente nada, porque la recompensa había resultado ser gigantesca.
Las palabras de Ragnheidr le sacaron una risilla, y terminó de recorrer los pocos metros que le quedaban para alcanzarles. Se sentó en la misma manta, recogiendo a las dos niñas entre sus brazos. Una de ellas también había salido bastante como su padre, buccaneer, esa diferencia de tamaño se notaba incluso en la infancia. — Estoy segura de que no podrían tener un padre mejor que tú. — Respondió, algo emocionada, y siendo completamente sincera. Y es que es algo de lo que estaba convencida, como con ninguna otra cosa en su vida. — Aún no tienen nombre, quería esperarte. — Ladeó la cabeza, colocándole los mechones rubios detrás de la oreja. Tenía especial curiosidad por saber qué nombres se le ocurrían. — ¿Cuales te gustan? — Preguntó. Ella tenía algunos en mente, pero quería saber cuales eran los suyos.