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Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
23-12-2024, 10:54 PM
(Última modificación: 23-12-2024, 11:13 PM por Ragnheidr Grosdttir.)
El aire caliente que emanaba de la boca de Ragnheidr desaparecía con los vientos helados. El vikingo inspiró profundamente, Estirando su único brazo. Lo que quedaba del izquierdo estaba oculto por una capa vieja, la que le acompañaba a todas partes. Su cabello, mucho más largo que meses atrás, ocultaba completamente su rostro y también la barba dejada de meses, borraba su antigua imagen perfecta. Este Ragnheidr, ya no era el mismo. Iba con un polar de oso por dentro, sin nada debajo. En su espalda se dibujaba un hacha de terribles proporciones y encima, su particular mochila marrón, donde guardaba alimentos, entre otras cosas. El rostro de un pequeño niño calcado al del vikingo, asomó en su hombro derecho. — Herold. — Dijo como sorprendido, aunque pocas veces le tomaba algo por sorpresa ya. Ya no. Dejó al niño seguir su recorrido, que finalizó cuando se sentó cerca de su cara, con los brazos cruzados.
Era muy pronto, demasiado. Todavía no se había reencontrado con sus compañeros de escuadrón, sí con Airgid, hoy era el día de volverlos a ver. La presencia de Ragn junto a su hijo, eclipsaba la de muchos humanos en aquel muelle. — Son humanos. Pequeños. — Suspiró, intentando bromear con aquel ser vivo que no entendía una mierda. — Como tu hermana. — Rápido comprendió que meterse con los humanos ya no tenía el mismo peso que antes, no desde la llegada de Lilyd al mundo, su hija pequeña. El habla del vikingo también había cambiado en aquellos meses. Realmente, era otra persona. — Tu madre y tus hermanas deben estar en el barco. — Le comentó al pequeño, que se aferró al cabello de su padre, como si estuviera montando un corcel de Hel. Los gigantescos pasos de Ragn le llevaron rápido hasta su viejo amigo.
La áspera mano del Buccaneer se posó sobre la madera de La Alboreda. Una fugaz imagen voló sobre su mente. Tofun. El pequeño Herold intentó colocar la suya también en aquella húmeda madera. A Ragn le hizo gracia y ayudó al pequeño, que gruñó como un verdadero guerrero. Los pies de Ragn se volvieron de gas, uno de color violeta. — ¡Está volando! — Gritó un alma perdida. Mientras ascendía, el rubio le siguió con la mirada, haciendo que este cerrase la boca [Intimidación]. Era difícil llamar la atención con tanta gente en aquel muelle. Lentamente, se elevó, llegando rápidamente a cubierta. No había nadie. Herold saltó al suelo con una destreza bastante desarrollada, golpeando con sus piernas traseras la madera de la nave. Ragn no le prestó ni la más mínima atención. — Estarán al llegar. — Susurró, como si Herold siguiera en el hombro. En ese instante algo llamó su atención.
El ladrido de un viejo amigo.
Instintivamente, Ragn esbozó una extensa sonrisa. Pepe apareció de dentro de la cabina. El animal corría, lengueteando por el camino. Sobre el legendario animal, Herold estaba subido. Era un bebé prácticamente, pero su tamaño superaba con creces el de uno humano. El perro corría con todo lo que podía, siendo agarrado por las orejas por aquellas pequeñas manos ansiosas de aventura. Ragn agachó el torso y Pepe saltó a su mano. El perro comenzó a llorar y ahí cayó en que el puto bebé no estaba en su hombro. — ¿Cuándo? ... — Acarició efusivamente a Pepe y este le respondió lamiéndole toda la barba. — Cómo has estado, pequeño amigo. — Para sorpresa de nadie, el animal iba con unos rizos la mar de elegantes, con un porte muy inglés.
A los lejos, un extraño sonido anunciaba la llegada del particular transporte que les llevaría hacia el North blue. ¿Pero dónde estaban los demás?
Era muy pronto, demasiado. Todavía no se había reencontrado con sus compañeros de escuadrón, sí con Airgid, hoy era el día de volverlos a ver. La presencia de Ragn junto a su hijo, eclipsaba la de muchos humanos en aquel muelle. — Son humanos. Pequeños. — Suspiró, intentando bromear con aquel ser vivo que no entendía una mierda. — Como tu hermana. — Rápido comprendió que meterse con los humanos ya no tenía el mismo peso que antes, no desde la llegada de Lilyd al mundo, su hija pequeña. El habla del vikingo también había cambiado en aquellos meses. Realmente, era otra persona. — Tu madre y tus hermanas deben estar en el barco. — Le comentó al pequeño, que se aferró al cabello de su padre, como si estuviera montando un corcel de Hel. Los gigantescos pasos de Ragn le llevaron rápido hasta su viejo amigo.
La áspera mano del Buccaneer se posó sobre la madera de La Alboreda. Una fugaz imagen voló sobre su mente. Tofun. El pequeño Herold intentó colocar la suya también en aquella húmeda madera. A Ragn le hizo gracia y ayudó al pequeño, que gruñó como un verdadero guerrero. Los pies de Ragn se volvieron de gas, uno de color violeta. — ¡Está volando! — Gritó un alma perdida. Mientras ascendía, el rubio le siguió con la mirada, haciendo que este cerrase la boca [Intimidación]. Era difícil llamar la atención con tanta gente en aquel muelle. Lentamente, se elevó, llegando rápidamente a cubierta. No había nadie. Herold saltó al suelo con una destreza bastante desarrollada, golpeando con sus piernas traseras la madera de la nave. Ragn no le prestó ni la más mínima atención. — Estarán al llegar. — Susurró, como si Herold siguiera en el hombro. En ese instante algo llamó su atención.
El ladrido de un viejo amigo.
Instintivamente, Ragn esbozó una extensa sonrisa. Pepe apareció de dentro de la cabina. El animal corría, lengueteando por el camino. Sobre el legendario animal, Herold estaba subido. Era un bebé prácticamente, pero su tamaño superaba con creces el de uno humano. El perro corría con todo lo que podía, siendo agarrado por las orejas por aquellas pequeñas manos ansiosas de aventura. Ragn agachó el torso y Pepe saltó a su mano. El perro comenzó a llorar y ahí cayó en que el puto bebé no estaba en su hombro. — ¿Cuándo? ... — Acarició efusivamente a Pepe y este le respondió lamiéndole toda la barba. — Cómo has estado, pequeño amigo. — Para sorpresa de nadie, el animal iba con unos rizos la mar de elegantes, con un porte muy inglés.
A los lejos, un extraño sonido anunciaba la llegada del particular transporte que les llevaría hacia el North blue. ¿Pero dónde estaban los demás?