Desde que había consumido la Fruta del Diablo, Shy le había perdido el cariño a navegar. Era muy peligroso. Sin embargo, al verse frente a aquellas naves coronadas por pulpos hinchados, la idea de navegar se le antojaba bastante más atractiva. Dioses, aquello no debía de ser estable. Un pinchazo y a lo mejor el pulpo se desinflaba haciendo que se precipitasen hasta la muerte. Shy tiritó, tal vez por la tensión o por el frío que empezaba a hacer. No estaba entre sus planes morir por tripular una embarcación tan ridícula. Francamente, no estaba por la labor. Quería darse la vuelta.
Shy acarició su bolsillo. Aquella tarjeta de embarque les había llegado misteriosamente a los tres miembros de su gremio, en una carta sin remitente. Se habían mirado con extrañeza antes de confirmar que aquello era real. En efecto, se organizaba una gran travesía en dirección al North Blue. En un debate en el que la pregunta más frecuente fue "¿Y qué se nos ha perdido en el North Blue?", acabaron por decidirse por ir. Nada les impedía, en teoría, ir de vuelta. Desconocían si habría más trabajo allí, pero sí que podían estar seguros de que habría mucho criminal con la Marina a la zaga dispuesto a embarcarse en aquellos dirigibles para escapar de las fuerzas del orden. Era natural.
El cazador suspiró, y se dirigió al dirigible cuyo molusco tenía el número cinco pintado en su superficie. Tuvo que escabullirse un poco para no quedar anulado por aquella tumultuosa congregación, y gracias a su agilidad natural, pudo encontrar a un vigilante solitario al que enseñarle el ticket y que le permitiera ascender por una de las pasarelas a aquella nave. Por lo pronto, se alegraba de haber dejado atrás a aquella aterradora multitud. Solo esperaba que no le siguieran y que pudiera acurrucarse en una esquina sin molestias ni ansiedades. Lo necesitaba.
Justo tras ascender, encontró al responsable de muchas de sus molestias y ansiedades: nada más y nada menos que Illyasbabel. Aunque siendo justos, Shy no podía culparle. El tipo lo intentaba y además era en extremo poderoso, aunque algo menos competente como mano derecha. Sin embargo, se alegró. Sentía un atisbo de camaradería gestarse en su interior, un cariño que, si bien no era equiparable al que había sentido por su amada Ame ni por su admirado Hyun, a su manera se sentía acogedor y cálido. Nunca había tenido un amigo, al menos de esa forma. Se prometió a sí mismo esmerarse por tener un trato más fácil. Se veía obligado a ello, si quería que la idea del gremio prosperase.
Shy acarició su bolsillo. Aquella tarjeta de embarque les había llegado misteriosamente a los tres miembros de su gremio, en una carta sin remitente. Se habían mirado con extrañeza antes de confirmar que aquello era real. En efecto, se organizaba una gran travesía en dirección al North Blue. En un debate en el que la pregunta más frecuente fue "¿Y qué se nos ha perdido en el North Blue?", acabaron por decidirse por ir. Nada les impedía, en teoría, ir de vuelta. Desconocían si habría más trabajo allí, pero sí que podían estar seguros de que habría mucho criminal con la Marina a la zaga dispuesto a embarcarse en aquellos dirigibles para escapar de las fuerzas del orden. Era natural.
El cazador suspiró, y se dirigió al dirigible cuyo molusco tenía el número cinco pintado en su superficie. Tuvo que escabullirse un poco para no quedar anulado por aquella tumultuosa congregación, y gracias a su agilidad natural, pudo encontrar a un vigilante solitario al que enseñarle el ticket y que le permitiera ascender por una de las pasarelas a aquella nave. Por lo pronto, se alegraba de haber dejado atrás a aquella aterradora multitud. Solo esperaba que no le siguieran y que pudiera acurrucarse en una esquina sin molestias ni ansiedades. Lo necesitaba.
Justo tras ascender, encontró al responsable de muchas de sus molestias y ansiedades: nada más y nada menos que Illyasbabel. Aunque siendo justos, Shy no podía culparle. El tipo lo intentaba y además era en extremo poderoso, aunque algo menos competente como mano derecha. Sin embargo, se alegró. Sentía un atisbo de camaradería gestarse en su interior, un cariño que, si bien no era equiparable al que había sentido por su amada Ame ni por su admirado Hyun, a su manera se sentía acogedor y cálido. Nunca había tenido un amigo, al menos de esa forma. Se prometió a sí mismo esmerarse por tener un trato más fácil. Se veía obligado a ello, si quería que la idea del gremio prosperase.
Allí estaba, como de costumbre, a punto de ponerse un cigarrillo en la boca. Shy pensó que si alguna vez le hacía una quemadura en sus prendas, entonces no habría amistad de ningún tipo. Las marcas de cigarrillos podían ser notablemente difíciles de limpiar, incluso con su buena mano para los paños y las telas. Sacudió la cabeza, intentando poner la mejor cara que tenía.
-Hola, Illyasbabel -dijo, saliéndole en su lugar un tono de indiferencia.
¡Maldita sea! ¿Por qué diablos me pasa esto siempre? ¡A este paso nunca voy a hacer amigos!
-¿Yoshiro? -preguntó, con tono similar, interesándose por su ausente líder, mientras se ubicaba junto a su compañero. Todavía no habían planeado demasiado. En cuanto tuvieran un hueco, se dispondrían a analizar a todos los pasajeros en busca de jugosas recompensas. Era una oportunidad de oro para hacer algo de negocio y, lo que era más importante todavía, hacer crecer la leyenda de su neonato gremio. Un nombre más grande cae en más oídos. Y aunque Shy no fuera un gran conversador... Sus actos dirían más que sus palabras.