En Logetown, la brisa salada del mar se mezclaba con el bullicio del puerto. La ciudad, conocida por ser la última parada antes del vasto mar que dividía el East Blue del North Blue, estaba llena de viajeros, comerciantes y aventureros. Sin embargo, entre la multitud, una figura destacaba por su quietud, su paso silencioso y su mirada enigmática. No Name caminaba por las calles con una calma inquietante, como si su presencia misma hiciera que el mundo a su alrededor se ralentizara.
Su aura era diferente, como la de un ninja, alguien que se deslizaba entre las sombras sin dejar rastro. No se le veía interactuar con nadie, pero sus ojos observaban todo, captando cada detalle. Había algo en su ser que sugería que llevaba mucho más que un simple encargo, que su vida estaba marcada por algo más profundo, algo que no podía ser explicado con palabras sencillas.
No Name no era una persona común. Sabía que había otras versiones de sí misma, otras personalidades que existían dentro de ella, pero nunca las había confrontado directamente. Eran fragmentos de su ser, recuerdos de otros momentos, otros caminos que había tomado. A veces, cuando cerraba los ojos, sentía sus presencias, como ecos lejanos, pero nunca se permitía buscar una respuesta. Su misión era clara, y nada debía desviarla de su objetivo.
Al llegar al puerto, No Name se dirigió directamente al muelle donde el gigantesco pulpo aerostático flotaba, una maravilla de ingeniería que parecía desafiar las leyes de la naturaleza. La multitud que se agolpaba a su alrededor no parecía impresionada por la criatura, pero ella sabía que detrás de su apariencia extraña, el pulpo representaba algo más, una oportunidad. El Cipher Pol había enviado a No Name para una misión en el North Blue, y ese pulpo era su transporte.
Pagó su pasaje sin dudar, entregando una suma justa a cambio de un asiento en uno de los compartimentos reservados para los pasajeros especiales. Los ojos de los demás viajeros se posaron brevemente sobre ella, pero nadie osó acercarse. No Name no era alguien con quien se pudiera fácilmente entablar conversación. Su presencia, aunque diminuta, con esa capucha y ese aura de muerte, era como un velo que alejaba cualquier intento de cercanía.
El viaje hacia el North Blue sería largo, pero No Name no temía el tiempo ni el destino. En su mente, ya sabía lo que debía hacer. No había espacio para el miedo ni para las preguntas sin respuesta. Mientras el pulpo flotara por los cielos, ella se acomodaría en su asiento, observando el horizonte. Sabía que el Cipher Pol no le había dado detalles completos sobre lo que encontraría al llegar, pero eso no le importaba. Sabía que cada paso que daba la acercaba más a la verdad, a ese lugar donde las versiones de sí misma finalmente podrían comprenderse.
El North Blue la esperaba, y con él, su destino.
Su aura era diferente, como la de un ninja, alguien que se deslizaba entre las sombras sin dejar rastro. No se le veía interactuar con nadie, pero sus ojos observaban todo, captando cada detalle. Había algo en su ser que sugería que llevaba mucho más que un simple encargo, que su vida estaba marcada por algo más profundo, algo que no podía ser explicado con palabras sencillas.
No Name no era una persona común. Sabía que había otras versiones de sí misma, otras personalidades que existían dentro de ella, pero nunca las había confrontado directamente. Eran fragmentos de su ser, recuerdos de otros momentos, otros caminos que había tomado. A veces, cuando cerraba los ojos, sentía sus presencias, como ecos lejanos, pero nunca se permitía buscar una respuesta. Su misión era clara, y nada debía desviarla de su objetivo.
Al llegar al puerto, No Name se dirigió directamente al muelle donde el gigantesco pulpo aerostático flotaba, una maravilla de ingeniería que parecía desafiar las leyes de la naturaleza. La multitud que se agolpaba a su alrededor no parecía impresionada por la criatura, pero ella sabía que detrás de su apariencia extraña, el pulpo representaba algo más, una oportunidad. El Cipher Pol había enviado a No Name para una misión en el North Blue, y ese pulpo era su transporte.
Pagó su pasaje sin dudar, entregando una suma justa a cambio de un asiento en uno de los compartimentos reservados para los pasajeros especiales. Los ojos de los demás viajeros se posaron brevemente sobre ella, pero nadie osó acercarse. No Name no era alguien con quien se pudiera fácilmente entablar conversación. Su presencia, aunque diminuta, con esa capucha y ese aura de muerte, era como un velo que alejaba cualquier intento de cercanía.
El viaje hacia el North Blue sería largo, pero No Name no temía el tiempo ni el destino. En su mente, ya sabía lo que debía hacer. No había espacio para el miedo ni para las preguntas sin respuesta. Mientras el pulpo flotara por los cielos, ella se acomodaría en su asiento, observando el horizonte. Sabía que el Cipher Pol no le había dado detalles completos sobre lo que encontraría al llegar, pero eso no le importaba. Sabía que cada paso que daba la acercaba más a la verdad, a ese lugar donde las versiones de sí misma finalmente podrían comprenderse.
El North Blue la esperaba, y con él, su destino.