
Derian Markov
Lord Markov
24-12-2024, 06:05 PM
Los muelles de Loguetown estaban absolutamente abarrotados. El conde observó con desprecio a la masa humana reunida en el puerto desde el castillo de popa del Vela de Plata. La carabela estaba siendo preparada para el viaje: sus marineros finalizaban los últimos preparativos mientras esperaban a que el pulpo se acoplase y los otros Dedos llegase a bordo. Tras pasar el otoño preparándose, era hora de la Mano se reuniese e iniciasen su viaje hacia el norte. Hacia Ivansk y hacia su legítimo trono que su hermano había usurpado.
Aquí y allá otros barcos se preparaban también. Aunque los jolly rogers no estaban a la vista, reconoció algún barco pirata, como Hope, el balandro del capitán Silver D. Syxel. Caminó hacia babor y observó el enorme navío buscando a su asociado con la vista. En cuanto lo localizó, lo saludó alzando la mano. Que él también fuese al North Blue era una buena noticia, significaba que podrían continuar con sus negocios. Sin embargo, no todo eran bucaneros. Reconoció de los periódicos a dos oficiales marines de cierto renombre, el Terror Blanco y el Bastión de Rostock. Esbozó una sonrisa irónica, pensando en lo curioso que era que nunca le hubiese visto en el pueblo. Desconocía a qué se debía aquel apodo pero ya daba igual. Sus intereses ya no estaban en la pequeña Kilombo.
Se alejó de la borda y observó a sus hombres trabajando, con expresión pétrea. Estaban bien entrenados y sabían que el conde solo toleraba una minuciosa eficiencia. Cada uno de sus seis subordinados habían sido escogidos a dedo tras un largo proceso de selección. Eran lo mejor de lo mejor de la marinería de su condado. Y, pese a todo, siempre se aseguraba de que notasen su presencia y que supieran que durante el trabajo no toleraría la más mínima señal de debilidad o vagancia. En realidad no era necesario, pues sabían bien para quién trabajaban.
- Dimitri, revisa el nudo de esos barriles. No queremos accidentes en la borda - el conde habló con voz severa al tiempo que indiferente.
- ¡Sí, mi capitán!
- Ya no debes llamarme así. Sigo siendo tu señor, pero a partir de ahora, nuestro capitán es Alpha.
Bajó del castillo de popa y se dirigió a la pasarela para recibir a los dedos. Mayura, Alpha y Katharina estaban en camino. En cuanto estuvieran a bordo y el pulpo se hubiera hinchado, partirían al fin. No podía esperar el momento.
Aquí y allá otros barcos se preparaban también. Aunque los jolly rogers no estaban a la vista, reconoció algún barco pirata, como Hope, el balandro del capitán Silver D. Syxel. Caminó hacia babor y observó el enorme navío buscando a su asociado con la vista. En cuanto lo localizó, lo saludó alzando la mano. Que él también fuese al North Blue era una buena noticia, significaba que podrían continuar con sus negocios. Sin embargo, no todo eran bucaneros. Reconoció de los periódicos a dos oficiales marines de cierto renombre, el Terror Blanco y el Bastión de Rostock. Esbozó una sonrisa irónica, pensando en lo curioso que era que nunca le hubiese visto en el pueblo. Desconocía a qué se debía aquel apodo pero ya daba igual. Sus intereses ya no estaban en la pequeña Kilombo.
Se alejó de la borda y observó a sus hombres trabajando, con expresión pétrea. Estaban bien entrenados y sabían que el conde solo toleraba una minuciosa eficiencia. Cada uno de sus seis subordinados habían sido escogidos a dedo tras un largo proceso de selección. Eran lo mejor de lo mejor de la marinería de su condado. Y, pese a todo, siempre se aseguraba de que notasen su presencia y que supieran que durante el trabajo no toleraría la más mínima señal de debilidad o vagancia. En realidad no era necesario, pues sabían bien para quién trabajaban.
- Dimitri, revisa el nudo de esos barriles. No queremos accidentes en la borda - el conde habló con voz severa al tiempo que indiferente.
- ¡Sí, mi capitán!
- Ya no debes llamarme así. Sigo siendo tu señor, pero a partir de ahora, nuestro capitán es Alpha.
Bajó del castillo de popa y se dirigió a la pasarela para recibir a los dedos. Mayura, Alpha y Katharina estaban en camino. En cuanto estuvieran a bordo y el pulpo se hubiera hinchado, partirían al fin. No podía esperar el momento.