Jun Gunslinger
Nagaredama
08-08-2024, 01:24 AM
Lo único que Jun escuchó tras sus palabras fue un golpe seco contra el suelo, a sus espaldas. Desconcertada, giró apenas la cabeza, asegurándose de no bajar la guardia ante aquel marine que la tenía a merced, manteniendo su cuerpo tenso y lista para reaccionar en cualquier momento. Sin embargo, su atención se desvió rápidamente hacia el frío pavimento, donde ahora yacía su amiga. El leve brillo de la luna iluminaba el rostro de Juri. Sus ojos cerrados y la piel pálida, como si la vida se hubiera esfumado de ella.
—¿Juri?
¿Estaba actuando?
Ese momento de desconcertante distracción fue el que el soldado aprovechó para acercarse rápidamente a Jun y doblegarla, sin darle oportunidad de reaccionar o defenderse. Su brazo se torció y en consecuencia la joven soltó un sonoro quejido. Sostener el arma se volvió imposible y la misma cayó al suelo ante la mirada impotente y cargada de confusión de la hafugyo. La palabra "quieta" resonó en sus oídos como un eco, y para sus adentros se debatió entre la rabia y el temor. El plan que había elaborado y la seguridad que sentía se desvanecieron en un mismo instante, con la caída repentina de su amiga.
—¡No! ¡Suéltame! —chilló, revolviéndose bajo el agarre firme de aquel hombre. Seguramente el contacto con su piel áspera le haría algún daño, pero de ninguna manera sería suficiente como para detenerle—. ¡¿Juri qué haces?! ¡Levántate! Deja de jugar, ¡Levántate!
Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que no podía percibir ningún movimiento en el cuerpo de su amiga. La imagen de la joven tendida en el suelo, inerte, rápidamente la llenó de pánico. No comprendía lo que estaba sucediendo. ¿Qué había salido mal? ¿Por qué Juri se desmayó? ¿Fue culpa, quizás, del alcohol que habían ingerido antes de la intrusión? A lo mejor inhalar los vapores de la pintura le hizo daño... o tal vez aquel marine realizó algún movimiento que ninguna de las dos pudo percibir. Hipótesis había muchas, pero respuestas concretas ninguna.
—Suéltame, viejo ¡Así no se trata a las mujeres! —rugió, mientras se retorcía como caracol con sal— ¡Me estás lastimando! ¡Suéltame, maldición! ¡Ella necesita ayuda!
Nada de lo que Jun vociferara serviría de algo. Tampoco valía la pena resistirse, pues no tenía la fuerza suficiente para liberarse. La peliazul se sentía vulnerable y expuesta, mas su afilada visión trató de buscar desesperadamente una salida que pareciera posible.
Una salida que no encontraría.
—¡Juri! —volvió a gritar, esta vez con más fuerza, pero su amiga permanecía inmóvil.
Al oír el sonido de pasos apresurados acercándose, cualquier esperanza de salirse con la suya acabaría por esfumarse. Los ojos de Jun se cerraron y de su boca escapó un suspiro cargado de resignación. Era inminente la derrota. Las habían atrapado.
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—¿Juri?
¿Estaba actuando?
Ese momento de desconcertante distracción fue el que el soldado aprovechó para acercarse rápidamente a Jun y doblegarla, sin darle oportunidad de reaccionar o defenderse. Su brazo se torció y en consecuencia la joven soltó un sonoro quejido. Sostener el arma se volvió imposible y la misma cayó al suelo ante la mirada impotente y cargada de confusión de la hafugyo. La palabra "quieta" resonó en sus oídos como un eco, y para sus adentros se debatió entre la rabia y el temor. El plan que había elaborado y la seguridad que sentía se desvanecieron en un mismo instante, con la caída repentina de su amiga.
—¡No! ¡Suéltame! —chilló, revolviéndose bajo el agarre firme de aquel hombre. Seguramente el contacto con su piel áspera le haría algún daño, pero de ninguna manera sería suficiente como para detenerle—. ¡¿Juri qué haces?! ¡Levántate! Deja de jugar, ¡Levántate!
Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que no podía percibir ningún movimiento en el cuerpo de su amiga. La imagen de la joven tendida en el suelo, inerte, rápidamente la llenó de pánico. No comprendía lo que estaba sucediendo. ¿Qué había salido mal? ¿Por qué Juri se desmayó? ¿Fue culpa, quizás, del alcohol que habían ingerido antes de la intrusión? A lo mejor inhalar los vapores de la pintura le hizo daño... o tal vez aquel marine realizó algún movimiento que ninguna de las dos pudo percibir. Hipótesis había muchas, pero respuestas concretas ninguna.
—Suéltame, viejo ¡Así no se trata a las mujeres! —rugió, mientras se retorcía como caracol con sal— ¡Me estás lastimando! ¡Suéltame, maldición! ¡Ella necesita ayuda!
Nada de lo que Jun vociferara serviría de algo. Tampoco valía la pena resistirse, pues no tenía la fuerza suficiente para liberarse. La peliazul se sentía vulnerable y expuesta, mas su afilada visión trató de buscar desesperadamente una salida que pareciera posible.
Una salida que no encontraría.
—¡Juri! —volvió a gritar, esta vez con más fuerza, pero su amiga permanecía inmóvil.
Al oír el sonido de pasos apresurados acercándose, cualquier esperanza de salirse con la suya acabaría por esfumarse. Los ojos de Jun se cerraron y de su boca escapó un suspiro cargado de resignación. Era inminente la derrota. Las habían atrapado.
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