Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
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[Común] [C-Presente] La típica reyerta de taberna, no tan típica esta vez
Octojin
El terror blanco
Octojin observó a la joven oni mientras entraba por la puerta y se aproximaba a su posición. Su estatura no era nada despreciable, aunque aún era menor que la de él. La combinación de curiosidad y desafío en sus ojos era inusual, considerando que la mayoría de los humanos reaccionaban con miedo o desprecio al verlo. Sin embargo, Camille no era humana, y esa diferencia generó una pequeña chispa de respeto y curiosidad en el gyojin.

Tras la presentación de Camille, Octojin soltó un gruñido, todavía molesto por la situación, pero decidió que sería mejor no empeorar las cosas. Respiró hondo, controlando su rabia, y asintió.

— Octojin —respondió lacónicamente, observando a Camille con detenimiento. Su porte y la calma con la que manejaba la situación denotaban una confianza y una experiencia poco comunes, sobre todo teniendo en cuenta la escasez de insignias en su uniforme. Decidió darle un voto de confianza, ya que no era un humano quien le estaba hablando.

Camille se sentó en un taburete cercano, invitando a Octojin a hacer lo mismo. Aunque el gyojin prefería estar de pie, decidió no contrariarla y se acomodó en un par de taburetes que parecían ser capaces de soportar su peso. Hans, el tabernero, observó la escena con atención, esperando que no se desatara otra pelea.

— Llevo poco tiempo en Loguetown —comenzó Octojin, con voz grave que resonaba en la taberna—. Y no busco problemas, pero no tolero que me arruinen la comida.

Tras sus palabras, Camille lanzó un discurso alentando a que había maneras mejores de hacer las cosas, el tiburón bufó y le observó detenidamente de nuevo. Clavó sus ojos oscuros destellando con una mezcla de resentimiento y cansancio.

— La Marina... —murmuró—. Nunca han sido amigos de mi gente. Ni míos.

La verdad es que el gyojin tenía pocos amigos. Muy pocos. Y si no contaba a los de su especie, menos aún. La vida le había demostrado que no se podía fiar de nadie. Y que si desconfiaba de todo el mundo llegaría a donde quisiera. Y así seguiría siendo.

Hans estaba ocupado haciendo caso a la Oni y dando instrucciones a sus hombres, que llevaban a los heridos fuera. Pero aún así, decidió repetir el pedido que Octojin había hecho minutos antes y que en ese momento estaba adornando el suelo junto a botellas rotas, trozos de madera rota y sangre aún fresca.

En escasos minutos el tiburón tenía de nuevo un par de filetes que lucían ligeramente mejor que los primeros frente a él. Ambos filetes desprendían una hilera de humo que denotaba que aún estaban demasiado calientes para ser ingeridos. Además, estaban creando un pequeño jugo en la base del plato. Hans decidió acompañar la comida con una gran jarra de sake. Pese a que la mayoría de la gente allí presente vería aquella jarra como enorme, para el ser del mar no era más que lo que podría ser un doble para el propio tabernero.

— Gracias —susurró de tal manera que solo el tabernero y Camille fueran capaces de escuchar—. Pero creo que necesito un par de jarras más.

Hans pareció no comprender lo que el gyojin le decía. Sin embargo no tardo mucho en hacerlo al ver la manera en la que Octojin hincaba el codo y se bebía la jarra entera en cosa de diez segundos. El tabernero se limitó a asentir y llamar a uno de los camareros que estaban en la zona.

El tiburón empezó a comer con tranquilidad, saboreando la comida que con tanto detalle había hecho Hans para él. Mientras tanto, la taberna volvía lentamente a su bullicio habitual, aunque todos mantenían un ojo en la mesa del gyojin y la oni..

— Hablas de mantener un perfil bajo, pero aquí estoy, en medio de una ciudad llena de humanos. No es fácil. —Sus palabras eran sinceras, reflejando la lucha constante de un gyojin en un mundo que no siempre lo aceptaba.

Octojin volvió la mirada al plato para continuar degustando la carne. La realidad es que no era nada del otro mundo. La carne estaba bastante más seca de lo que parecía, y se no ser por las especias utilizadas, tendría poco sabor. Sin embargo, después del detalle de Hans y los daños ocasionados, no sería el gesto más empático del mundo quejarse de la calidad de la comida. El gyojin volvió a clavar sus ojos en la Oni y lanzó una pregunta.

— Dime, ¿acaso en la marina no te sientes solo? ¿Te aceptan tal y como eres? Me imagino que esos cuernos y esa apariencia te ha hecho hacer muchos amigos—finalizó a la par que se levantaba y dejaba medio plato por acabar—. Si en algo nos parecemos es en que somos diferentes. Y esa diferencia genera odio.

Justo en ese momento se escuchó el sonido de un plato estrellarse contra el suelo. Octojin observó con cautela, pensando que la paz hasta el momento era únicamente un espejismo y la revuelta volvía a empezar. Pero nada más lejos de la realidad. El sonido del plato había resultado ser lo más lógico en una taberna; un plato cayendo al suelo. Pero no había sido fruto de un camarero torpe, ni un descuido de un cliente. El tiburón vio cómo Hans parecía haber visto un fantasma tras hablar con uno de sus empleados, y justo después se llevaba las manos a la cabeza, el puño a la boca y parecía evitar gritar. No tardo más de un minuto en acercarse a Camille y Octojin.

— Perdón —dijo casi entre lágrimas—. Pero me comentan que acabo de perderlo todo. He mandado a uno de los míos a por más sake y… Todo el cargamento que he recibido hoy ya no está. Debía de ser todo el sake del mes… No puede ser… Estoy en la ruina.

El gyojin no pudo evitar mostrar algo de empatía por el humano. Había sido bondadoso y comprensivo con él —quizá porque había llegado Camille—, y ahora acababa de perderlo todo.

— Vaya… Lo siento. Han usado la distracción para robarte —comentó el gyojin a la par que se le encendía la bombilla—. Algo huele mal. ¿Como se puede acceder a la bodega? Y sobre todo… ¿De cuantos litros estamos hablando?

Octojin había vivido infinidad de hurtos. Y había participado en tantos otros. Pero la mayoría iban a por cosas fáciles de convertir en dinero. Oro, el propio dinero, joyas, incluso armas. Pero… ¿sake? ¿Quien querría robar sake? Y, sobre todo… ¿Por qué tanta cantidad?
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RE: [C-Presente] La típica reyerta de taberna, no tan típica esta vez - por Octojin - 08-08-2024, 01:53 AM

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