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Donatella Pavone
La Garra de Pavone
26-12-2024, 05:23 PM
La Garra de Pavone era consciente de que el tiempo no se detenía para nadie. Envuelta en su abrigo largo de tonos esmeralda, decorado con detalles dorados que resaltaban su porte noble, caminaba con determinación hacia el puerto, donde su submarino la esperaba. El sonido rítmico de sus tacones resonaba contra los adoquines húmedos, marcando el compás de su partida.
A su lado, la pequeña brisa agitaba los bordes de su capa ligera, revelando los intrincados grabados de plumas de pavo real que decoraban sus guantes y el cinturón que llevaba ajustado a la cintura. Sus ojos ámbar brillaban con una mezcla de expectación y control mientras contemplaba el horizonte. Hoy no era un día cualquiera. Hoy dejaba atrás el Mar del Este para adentrarse en una nueva etapa de su viaje, el Mar del Norte.
Al llegar al puerto, el Torpedo Emplumado, su lujoso submarino inspirado en la majestuosa figura del pavo real, destacaba como una joya entre la flota de barcos comunes. Su diseño, con las "plumas desplegadas" que albergaban el motor principal, brillaba suavemente bajo la luz tenue del amanecer. Las grabados y detalles dorados que decoraban la nave reflejaban el estatus de su propietaria, dejando claro que aquello no era solo un medio de transporte, sino una obra de arte que encarnaba el linaje de la familia Pavone.
Donatella se detuvo un momento antes de abordar, observando y asegurándose de que todo estuviera en perfecto estado. Había supervisado personalmente cada detalle, desde la revisión de los sistemas internos hasta las reservas de comida y el estado de los propulsores. Este no sería un viaje fácil; el sistema de pulpos voladores, una peculiar red de criaturas marinas capaces de transportar embarcaciones a través de distancias colosales era tan fascinante como impredecible pues apenas estaba siendo su apertura al público.
Dentro del submarino, el ambiente era cálido y acogedor, un contraste con el frío exterior. Los grabados de pavo real y el símbolo de la familia Pavone decoraban cada rincón, mientras las luces suaves creaban una atmósfera de calma y refinamiento. Donatella se dirigió hacia el puente de mando, donde la consola principal iluminaba con un suave resplandor azulado. Colocándose frente al panel de control, tomó un momento para ajustar su mirada al mapa digital que mostraba las coordenadas hacia el Mar del Norte.
Mientras el submarino se deslizaba suavemente fuera del puerto, Donatella echó un último vistazo a Kilombo desde la ventana frontal de cristal. Había sido un capítulo importante en su viaje, pero ahora era tiempo de avanzar. Sus manos, enguantadas en cuero decorado, se posaron sobre el tablero de mando con firmeza, como si su sola voluntad fuera suficiente para llevar la nave a su destino.
— El camino hacia el Mar del Norte será largo y complicado, pero estoy lista. — Murmuró para sí misma, su voz baja y cargada de determinación. Con esas palabras, el Torpedo Emplumado comenzó su ascenso hacia la superficie del agua, el pulpo numero 45 se sujetó de la embarcación para tomar el control. A través de su ventanal pudo ver como las criaturas, con sus cuerpos enormes e inflados y tentáculos extendidos, se movieron con gracia para rodear las diferentes embarcaciones, levantándolos suavemente hacia el cielo. Donatella observó el proceso desde la ventana principal, impresionada a pesar de sí misma por la coordinación casi mágica de aquellos seres.
— Adelante, entonces. Estoy segura de que tanto el resto de mi guardia real como el idiota de Mayura estarán tomando uno de estos pulpos en alguna otra isla. — Dijo con un tono de voz casi solemne, mirando cómo el horizonte se extendía frente a ella. El viaje hacia el Mar del Norte había comenzado, y con él, un nuevo capítulo en la historia de La Garra de Pavone.
A su lado, la pequeña brisa agitaba los bordes de su capa ligera, revelando los intrincados grabados de plumas de pavo real que decoraban sus guantes y el cinturón que llevaba ajustado a la cintura. Sus ojos ámbar brillaban con una mezcla de expectación y control mientras contemplaba el horizonte. Hoy no era un día cualquiera. Hoy dejaba atrás el Mar del Este para adentrarse en una nueva etapa de su viaje, el Mar del Norte.
Al llegar al puerto, el Torpedo Emplumado, su lujoso submarino inspirado en la majestuosa figura del pavo real, destacaba como una joya entre la flota de barcos comunes. Su diseño, con las "plumas desplegadas" que albergaban el motor principal, brillaba suavemente bajo la luz tenue del amanecer. Las grabados y detalles dorados que decoraban la nave reflejaban el estatus de su propietaria, dejando claro que aquello no era solo un medio de transporte, sino una obra de arte que encarnaba el linaje de la familia Pavone.
Donatella se detuvo un momento antes de abordar, observando y asegurándose de que todo estuviera en perfecto estado. Había supervisado personalmente cada detalle, desde la revisión de los sistemas internos hasta las reservas de comida y el estado de los propulsores. Este no sería un viaje fácil; el sistema de pulpos voladores, una peculiar red de criaturas marinas capaces de transportar embarcaciones a través de distancias colosales era tan fascinante como impredecible pues apenas estaba siendo su apertura al público.
Dentro del submarino, el ambiente era cálido y acogedor, un contraste con el frío exterior. Los grabados de pavo real y el símbolo de la familia Pavone decoraban cada rincón, mientras las luces suaves creaban una atmósfera de calma y refinamiento. Donatella se dirigió hacia el puente de mando, donde la consola principal iluminaba con un suave resplandor azulado. Colocándose frente al panel de control, tomó un momento para ajustar su mirada al mapa digital que mostraba las coordenadas hacia el Mar del Norte.
Mientras el submarino se deslizaba suavemente fuera del puerto, Donatella echó un último vistazo a Kilombo desde la ventana frontal de cristal. Había sido un capítulo importante en su viaje, pero ahora era tiempo de avanzar. Sus manos, enguantadas en cuero decorado, se posaron sobre el tablero de mando con firmeza, como si su sola voluntad fuera suficiente para llevar la nave a su destino.
— El camino hacia el Mar del Norte será largo y complicado, pero estoy lista. — Murmuró para sí misma, su voz baja y cargada de determinación. Con esas palabras, el Torpedo Emplumado comenzó su ascenso hacia la superficie del agua, el pulpo numero 45 se sujetó de la embarcación para tomar el control. A través de su ventanal pudo ver como las criaturas, con sus cuerpos enormes e inflados y tentáculos extendidos, se movieron con gracia para rodear las diferentes embarcaciones, levantándolos suavemente hacia el cielo. Donatella observó el proceso desde la ventana principal, impresionada a pesar de sí misma por la coordinación casi mágica de aquellos seres.
— Adelante, entonces. Estoy segura de que tanto el resto de mi guardia real como el idiota de Mayura estarán tomando uno de estos pulpos en alguna otra isla. — Dijo con un tono de voz casi solemne, mirando cómo el horizonte se extendía frente a ella. El viaje hacia el Mar del Norte había comenzado, y con él, un nuevo capítulo en la historia de La Garra de Pavone.