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Qazan
Qazan
26-12-2024, 09:03 PM
Lilliana Zeppeli por fin, había terminado su investigación para encontrar un medio de transporte que uniese el East Blue con el North Blue, y para celebrarlo había puesto este nuevo medio de transporte abierto al público de manera totalmente gratuita para fomentar así el comercio y las relaciones con los habitantes de las islas de aquel nuevo mar, al que por fin podíamos descubrir.
Con aquella premisa, nos embaucamos en un viaje donde, con el nuevo galeón que llevaba semanas construyendo surcaríamos este nuevo mar todos los Shirokami juntos. Bueno, tal vez todos todos no, ya que uno de nuestros integrantes se destapó como un perro del gobierno, algo muy curioso cuando en realidad era un mono. Aquel choque de realidad hizo que durante varios días entre nosotros tuviésemos dudas desde algún otro nakama formaba parte también del gobierno. Por suerte, Lance y Juuken, ejerciendo de capitán y subcapitan, consiguieron recuperar la confianza de los que conformábamos el resto de la banda, esto incluía tanto a Teruyoshi, Gretta, Hestia y a mi. Por ciertos motivos personales, Hestia había caído en un estado de pasividad, muy particular, y decidió por el momento simplemente relegarse a realizar tareas básicas y sencillas en nuestro nuevo barco.
Ahora parecía que todo había vuelto a la normalidad, volvíamos a realizar bromas entre nosotros, volvíamos a ser una familia. Comenzábamos a prepararnos para la llegada al puesto naval donde Lilliana Zeppeli había construido la plataforma para utilizar su transporte. Todos estábamos nerviosos, sobre todo aquellos que habían consumido una fruta del diablo pues aquel de transporte consistía, al menos según habíamos escuchado por rumores, en unos pulpos gigantescos, capaces de hinchar sus cabezas con ingentes cantidades de un gas muy liviano, gracias a ello podían alzarse en el aire y transportar grandes y pesadas cargas.
Aquello casi parecía un cuento de hadas, la típica historia que te cuenta un borracho de taberna para ver si consigue que le invites a una cerveza, sin embargo, cuanto más nos acercábamos al lugar más nerviosos, parecían mis compañeros. La verdad es que les entendía, habían caído en la tentación de vender su alma al diablo, a cambio de poder lo que ninguno parecía saber al momento de comerse esas frutas malditas era que la madre naturaleza le rechazaría, y por ello serían incapaces de nadar si caen el agua. Vamos, que si caían por la borda prácticamente firmaba su sentencia de muerte.
Para prevenir esta situación, puse varias sogas bien atadas por todo el barco que podían atarse a la cintura, por si hubiese turbulencias en el aire, que al menos nos saliesen despedidos. Para ser sinceros a Gretta no le hice ningún sistema de seguridad, di, por hecho que por su propio peso era imposible que una nimiedad de turbulencia la pudiese mandar a volar del barco.
Por fin, en el horizonte se veía, las cabezas de aquellos pulpos gigantescos hinchadas, hasta que por tamaño superaban varias veces el tamaño de nuestro galeón. No me termina de fiar de este nuevo momento, sin embargo, y por el momento era la única manera de viajar al North Blue. Juuken se desenvolvía perfectamente con el nuevo barco, tenía miedo de que el muy desgraciado le hiciese algún rasguño en nuestro primer viaje importante, así que me pasé gran parte del tiempo que estuvimos navegando detrás suya, con el martillo en la mano y varios clavos en la boca, por si tenía que ponerme a reparar nuestro querido Re’Shulon.
Habíamos llegado a la plataforma, el pequeño Juuken sabía perfectamente a qué plataforma tenía que dirigir el barco, así que, como el experto navegante que era realizó las maniobras de manera impecable para que el gigantesco animal agarrarse el barco con sus tentáculos y, haciendo presión con sus ventosas, se adhirió a toda la superficie del casco, preparándose así para partir rumbo a este nuevo mar repleto de aventuras que nos estaba esperando.
Nada más colocarse en posición el pulpo volador, me subí al palo mayor. Quién sabe cuántas oportunidades como esta tendría para poder contemplar el mundo desde esta altura y tener la increíble sensación de libertad que pueden tener los pájaros al surcar los vientos de este mundo. De pronto me di cuenta de que sin quererlo ya estaba nuevamente tocándome las muñecas, recordando aquellos malos tiempos en los que era un esclavo en venta... Supongo que enfrentarme a lo desconocido hace que afloren nuevamente mis mas profundos temores. Por contraparte, la verdad es que estaba muy emocionado por emprender esta nueva aventura junto a mi familia.
Con aquella premisa, nos embaucamos en un viaje donde, con el nuevo galeón que llevaba semanas construyendo surcaríamos este nuevo mar todos los Shirokami juntos. Bueno, tal vez todos todos no, ya que uno de nuestros integrantes se destapó como un perro del gobierno, algo muy curioso cuando en realidad era un mono. Aquel choque de realidad hizo que durante varios días entre nosotros tuviésemos dudas desde algún otro nakama formaba parte también del gobierno. Por suerte, Lance y Juuken, ejerciendo de capitán y subcapitan, consiguieron recuperar la confianza de los que conformábamos el resto de la banda, esto incluía tanto a Teruyoshi, Gretta, Hestia y a mi. Por ciertos motivos personales, Hestia había caído en un estado de pasividad, muy particular, y decidió por el momento simplemente relegarse a realizar tareas básicas y sencillas en nuestro nuevo barco.
Ahora parecía que todo había vuelto a la normalidad, volvíamos a realizar bromas entre nosotros, volvíamos a ser una familia. Comenzábamos a prepararnos para la llegada al puesto naval donde Lilliana Zeppeli había construido la plataforma para utilizar su transporte. Todos estábamos nerviosos, sobre todo aquellos que habían consumido una fruta del diablo pues aquel de transporte consistía, al menos según habíamos escuchado por rumores, en unos pulpos gigantescos, capaces de hinchar sus cabezas con ingentes cantidades de un gas muy liviano, gracias a ello podían alzarse en el aire y transportar grandes y pesadas cargas.
Aquello casi parecía un cuento de hadas, la típica historia que te cuenta un borracho de taberna para ver si consigue que le invites a una cerveza, sin embargo, cuanto más nos acercábamos al lugar más nerviosos, parecían mis compañeros. La verdad es que les entendía, habían caído en la tentación de vender su alma al diablo, a cambio de poder lo que ninguno parecía saber al momento de comerse esas frutas malditas era que la madre naturaleza le rechazaría, y por ello serían incapaces de nadar si caen el agua. Vamos, que si caían por la borda prácticamente firmaba su sentencia de muerte.
Para prevenir esta situación, puse varias sogas bien atadas por todo el barco que podían atarse a la cintura, por si hubiese turbulencias en el aire, que al menos nos saliesen despedidos. Para ser sinceros a Gretta no le hice ningún sistema de seguridad, di, por hecho que por su propio peso era imposible que una nimiedad de turbulencia la pudiese mandar a volar del barco.
Por fin, en el horizonte se veía, las cabezas de aquellos pulpos gigantescos hinchadas, hasta que por tamaño superaban varias veces el tamaño de nuestro galeón. No me termina de fiar de este nuevo momento, sin embargo, y por el momento era la única manera de viajar al North Blue. Juuken se desenvolvía perfectamente con el nuevo barco, tenía miedo de que el muy desgraciado le hiciese algún rasguño en nuestro primer viaje importante, así que me pasé gran parte del tiempo que estuvimos navegando detrás suya, con el martillo en la mano y varios clavos en la boca, por si tenía que ponerme a reparar nuestro querido Re’Shulon.
Habíamos llegado a la plataforma, el pequeño Juuken sabía perfectamente a qué plataforma tenía que dirigir el barco, así que, como el experto navegante que era realizó las maniobras de manera impecable para que el gigantesco animal agarrarse el barco con sus tentáculos y, haciendo presión con sus ventosas, se adhirió a toda la superficie del casco, preparándose así para partir rumbo a este nuevo mar repleto de aventuras que nos estaba esperando.
Nada más colocarse en posición el pulpo volador, me subí al palo mayor. Quién sabe cuántas oportunidades como esta tendría para poder contemplar el mundo desde esta altura y tener la increíble sensación de libertad que pueden tener los pájaros al surcar los vientos de este mundo. De pronto me di cuenta de que sin quererlo ya estaba nuevamente tocándome las muñecas, recordando aquellos malos tiempos en los que era un esclavo en venta... Supongo que enfrentarme a lo desconocido hace que afloren nuevamente mis mas profundos temores. Por contraparte, la verdad es que estaba muy emocionado por emprender esta nueva aventura junto a mi familia.