Arthur Soriz
Gramps
26-12-2024, 09:17 PM
Los chicos al principio se quedan en silencio cuando haces acto de presencia, observando tu figura con desdén... aunque no fuera dirigida hacia ti exactamente y eso lo sabías bien luego de lo que les escuchaste decir. El chico de la bufanda roja, al notar que eras claramente un "lagarto blanco", no duda ni un segundo y su rostro se contorsiona en una mezcla de desprecio y rabia, con los ojos encharcados en lágrimas de frustración mientras te mira fijo a los ojos.
— ¡Maldito! — grita el chico de la bufanda, pero lo que sale de su boca es pura rabia. — ¡Esto es por tu culpa! ¡¿Por qué nos dijiste que Santa Klaus son los papás?! ¡Que todo es mentira, y que la magia no existe!
En su frustración y tristeza te lanza uno de los chirimbolos. El vidrio estalla sobre tu piel pero no sientes nada. Sus palabras resuenan en tu mente. Parecen convencidos de que eres el responsable de todo lo que les está pasando, pero tú sabes la verdad. No eres el mismo. No eres ese monstruo al que estos chicos parecen haber dado tanto poder sobre sus vidas tan solo con darle la oportunidad de hablar.
La chica, con el cabello oscuro y la mirada intensa también lanza un adorno. Pero algo en ella cambia... como si una chispa de duda la atravesara. Se detiene en seco mirando hacia ti, luego a sus amigos, luego nuevamente hacia ti. Algo no encajaba. La inquietud se apodera de su rostro.
— ¡Deténganse! — grita de repente con algo de pánico en la voz... tocando al chico de la bufanda con la mano temblorosa. — ¡Este no es el mismo! ¡No es el mismo!
El chico de la bufanda confundido se detiene momentáneamente, pero el líder no parece entender.
— ¿Qué dices? — le pregunta el líder, su voz cortante, pero hay algo de inseguridad detrás. — ¡Míralo, es el mismo lagarto blanco!
Ella te mira fijo escudriñando cada detalle... buscando algo en tu mirada, algo que no estaba en el otro, ese que les había hablado antes. Al fin, encuentra la respuesta que estaba buscando. Sus ojos se abren como platos, y con voz más baja habla de nuevo.
— El otro llevaba una capa negra… y le seguía una mariposa dorada. Este no es él. No es el mismo.
El líder se te queda mirando con una intensidad que te hace sentir como si estuvieras bajo un microscopio. Sus ojos son pequeños pero ardientes, llenos de resentimiento, pero también de una profunda tristeza. La rabia ya no es tan fuerte como antes... ahora lo que prevalece es el dolor, el sufrimiento que les ha invadido, como si todo lo que los rodeara se hubiera desmoronado en un solo instante.
— ¿Qué mierda quieres, eh? — el líder te lanza la pregunta con un tono de voz que no tiene la misma fuerza que antes. Es más quebrado, más lleno de dudas. — ¿Vas a jodernos también, como el otro? — las palabras brotan como si no pudiera evitarlo pero al mismo tiempo se le quiebran en la garganta.
El chico de la bufanda todavía con el brillo de la furia en los ojos mira a su líder, pero ahora no hay tanto convencimiento en su postura. Como si algo en su interior también comenzara a ceder.
— Dejen de molestarnos... — la chica de cabello oscuro susurra, casi al borde de las lágrimas pero el líder no parece escuchar. Él se agacha, toma otro adorno del suelo y sin pensarlo lo lanza hacia ti. Pero es solo una acción sin fuerza, como si todo el coraje que tenía se hubiera agotado. Los chicos se quedan en silencio, expectantes, mirando al líder.
Él, con las lágrimas que se asoman en sus ojos, habla nuevamente.
— ¿Qué más quieren de nosotros? — su voz se quiebra un poco, pero rápidamente la recobra. — ¡Déjanos en paz! Solo nos llevamos esta caja. Pero… todo el mundo nos culpa de lo demás. Todo el mundo dice que nos llevamos todas las decoraciones, pero no fuimos nosotros. Todo lo que queríamos era entender por qué todo el mundo se sigue aferrando a esta puta mentira. — la última palabra sale entre dientes, y se queda mirando al suelo evitando tu mirada... pero no puede ocultar el dolor detrás de la rabia.
De repente uno de los chicos, el de la bufanda roja, habla con un tono bajo.
— El resto de las decoraciones están en el almacén abandonado... donde siempre estuvieron guardadas desde el año pasado. — su voz tiembla, y un vistazo furtivo al líder muestra que sus ojos están llenos de miedo. — Está... está todo allí, para hacer espacio para la gema 'Corazón de Aurora'.
El líder da un coscorrón al chico, molesto, y le grita.
— ¡Cállate! ¿Qué te pasa? ¿Acaso quieres que este tipo nos haga algo?
Pero lo que no pueden esconder son las lágrimas que luchan por escapar. Las lágrimas de unos niños que han perdido algo mucho más valioso que decoraciones. Han perdido su ilusión. La magia de creer en algo que les dio sentido a sus vidas durante toda su infancia. El líder finalmente te mira de nuevo, sus ojos desbordados de dolor, como si estuvieran al borde de quebrarse. La rabia se ha ido y lo que queda es la angustia de una infancia que se ha desvanecido demasiado rápido.
— ¿Ahora qué, eh? ¿Qué más quieres de nosotros? — su voz se rompe al hablarte. Tu trabajo parecía estar hecho ... pero en tu mente sigue estando la incertidumbre, un lagarto blanco les había roto la ilusión y en un principio incluso te confundieron con él. La presencia de una mariposa dorada que lo acompañaba te podría sonar sumamente familiar... como si hubieras visto esto meses atrás.
Ya tienes lo que viniste a buscar... ahora bien, tienes la chance de darles su merecido, o dejarlos sollozar en paz y volver al centro de Loguetown para informarle a los encargados de las decoraciones lo estúpidos que fueron al olvidar ese tan importante detalle de dónde dejaron las decoraciones de ese año.
— ¡Maldito! — grita el chico de la bufanda, pero lo que sale de su boca es pura rabia. — ¡Esto es por tu culpa! ¡¿Por qué nos dijiste que Santa Klaus son los papás?! ¡Que todo es mentira, y que la magia no existe!
En su frustración y tristeza te lanza uno de los chirimbolos. El vidrio estalla sobre tu piel pero no sientes nada. Sus palabras resuenan en tu mente. Parecen convencidos de que eres el responsable de todo lo que les está pasando, pero tú sabes la verdad. No eres el mismo. No eres ese monstruo al que estos chicos parecen haber dado tanto poder sobre sus vidas tan solo con darle la oportunidad de hablar.
La chica, con el cabello oscuro y la mirada intensa también lanza un adorno. Pero algo en ella cambia... como si una chispa de duda la atravesara. Se detiene en seco mirando hacia ti, luego a sus amigos, luego nuevamente hacia ti. Algo no encajaba. La inquietud se apodera de su rostro.
— ¡Deténganse! — grita de repente con algo de pánico en la voz... tocando al chico de la bufanda con la mano temblorosa. — ¡Este no es el mismo! ¡No es el mismo!
El chico de la bufanda confundido se detiene momentáneamente, pero el líder no parece entender.
— ¿Qué dices? — le pregunta el líder, su voz cortante, pero hay algo de inseguridad detrás. — ¡Míralo, es el mismo lagarto blanco!
Ella te mira fijo escudriñando cada detalle... buscando algo en tu mirada, algo que no estaba en el otro, ese que les había hablado antes. Al fin, encuentra la respuesta que estaba buscando. Sus ojos se abren como platos, y con voz más baja habla de nuevo.
— El otro llevaba una capa negra… y le seguía una mariposa dorada. Este no es él. No es el mismo.
El líder se te queda mirando con una intensidad que te hace sentir como si estuvieras bajo un microscopio. Sus ojos son pequeños pero ardientes, llenos de resentimiento, pero también de una profunda tristeza. La rabia ya no es tan fuerte como antes... ahora lo que prevalece es el dolor, el sufrimiento que les ha invadido, como si todo lo que los rodeara se hubiera desmoronado en un solo instante.
— ¿Qué mierda quieres, eh? — el líder te lanza la pregunta con un tono de voz que no tiene la misma fuerza que antes. Es más quebrado, más lleno de dudas. — ¿Vas a jodernos también, como el otro? — las palabras brotan como si no pudiera evitarlo pero al mismo tiempo se le quiebran en la garganta.
El chico de la bufanda todavía con el brillo de la furia en los ojos mira a su líder, pero ahora no hay tanto convencimiento en su postura. Como si algo en su interior también comenzara a ceder.
— Dejen de molestarnos... — la chica de cabello oscuro susurra, casi al borde de las lágrimas pero el líder no parece escuchar. Él se agacha, toma otro adorno del suelo y sin pensarlo lo lanza hacia ti. Pero es solo una acción sin fuerza, como si todo el coraje que tenía se hubiera agotado. Los chicos se quedan en silencio, expectantes, mirando al líder.
Él, con las lágrimas que se asoman en sus ojos, habla nuevamente.
— ¿Qué más quieren de nosotros? — su voz se quiebra un poco, pero rápidamente la recobra. — ¡Déjanos en paz! Solo nos llevamos esta caja. Pero… todo el mundo nos culpa de lo demás. Todo el mundo dice que nos llevamos todas las decoraciones, pero no fuimos nosotros. Todo lo que queríamos era entender por qué todo el mundo se sigue aferrando a esta puta mentira. — la última palabra sale entre dientes, y se queda mirando al suelo evitando tu mirada... pero no puede ocultar el dolor detrás de la rabia.
De repente uno de los chicos, el de la bufanda roja, habla con un tono bajo.
— El resto de las decoraciones están en el almacén abandonado... donde siempre estuvieron guardadas desde el año pasado. — su voz tiembla, y un vistazo furtivo al líder muestra que sus ojos están llenos de miedo. — Está... está todo allí, para hacer espacio para la gema 'Corazón de Aurora'.
El líder da un coscorrón al chico, molesto, y le grita.
— ¡Cállate! ¿Qué te pasa? ¿Acaso quieres que este tipo nos haga algo?
Pero lo que no pueden esconder son las lágrimas que luchan por escapar. Las lágrimas de unos niños que han perdido algo mucho más valioso que decoraciones. Han perdido su ilusión. La magia de creer en algo que les dio sentido a sus vidas durante toda su infancia. El líder finalmente te mira de nuevo, sus ojos desbordados de dolor, como si estuvieran al borde de quebrarse. La rabia se ha ido y lo que queda es la angustia de una infancia que se ha desvanecido demasiado rápido.
— ¿Ahora qué, eh? ¿Qué más quieres de nosotros? — su voz se rompe al hablarte. Tu trabajo parecía estar hecho ... pero en tu mente sigue estando la incertidumbre, un lagarto blanco les había roto la ilusión y en un principio incluso te confundieron con él. La presencia de una mariposa dorada que lo acompañaba te podría sonar sumamente familiar... como si hubieras visto esto meses atrás.
Ya tienes lo que viniste a buscar... ahora bien, tienes la chance de darles su merecido, o dejarlos sollozar en paz y volver al centro de Loguetown para informarle a los encargados de las decoraciones lo estúpidos que fueron al olvidar ese tan importante detalle de dónde dejaron las decoraciones de ese año.