
Octojin
El terror blanco
27-12-2024, 11:22 AM
Los hombres asienten con determinación ante tus palabras. Sus rostros, antes marcados por el cansancio y la frustración, ahora reflejan un renovado sentido de propósito, como si todo lo que has dicho haya despertado en ellos un atisbo de posibilidad. Aunque la tarea parece monumental en tan poco tiempo, comienzan a trabajar rápidamente siguiendo tus instrucciones. Se conocen la zona, y eso hace que lo que parecía llevar mucho tiempo, lleve algo menos. Con las indicaciones claras y precisas que les das, entienden que este plan tiene mucho más sentido que lo que habían intentado hasta ahora.
El carro es movido al centro del área designada, justo entre los dos árboles que mencionaste. Los hombres colocan cuidadosamente cultivos en él, rompiendo hojas y liberando ese aroma fresco y terroso que seguramente captará la atención de cualquier animal hambriento. El aire se llena del olor a vegetales triturados mientras las minas y zanjas son reposicionadas siguiendo tus órdenes. Cada paso es meticuloso, pero eficiente, con los luchadores cavando rápidamente y asegurándose de que las trampas queden exactamente donde indicaste.
—Esto tiene buena pinta —comenta uno de los luchadores mientras termina de cubrir una de las zanjas con ramas y hojas secas para camuflarla—. Si esto no funciona, no sé qué más podríamos intentar.
El otro hombre, que está ajustando una de las minas cerca del perímetro, asiente mientras coloca una cuerda de activación.
—Al menos no estamos dejando las cosas al azar esta vez. Este plan tiene sentido. La bestia no va a saber dónde meterse. Vaya donde vaya, se encontrará algo que la frenará, aunque sea unos segundos.
El ambiente en la granja cambia. Lo que antes era un grupo de personas derrotadas y superadas por la situación se ha transformado en un equipo organizado y lleno de determinación. Cada zanja cavada, cada mina colocada y cada movimiento parece preparar el terreno para el enfrentamiento que se avecina.
Justo cuando estáis terminando los últimos ajustes, un sonido comienza a hacerse presente en el aire. Al principio es débil, como un tambor lejano, pero se intensifica rápidamente. Son pasos. Pesados, regulares, como si algo masivo estuviera avanzando con propósito, y a juzgar por cómo suena, es un propósito negativo. El suelo comienza a vibrar, y las hojas de los árboles tiemblan con cada golpe.
—Ahí viene... —susurra uno de los luchadores, con una voz que denota un claro hilo de nerviosismo.
Desde el norte, entre las sombras de los árboles que rodean los cultivos, la figura de la bestia aparece. Es enorme, más de lo que los chicos habían exagerado. Su cuerpo es largo y musculoso, cubierto de escamas gruesas que parecen placas de metal oscuro, brillando tenuemente bajo la luz menguante del sol. Se acerca reptando a gran velocidad, y en ella destaca su intensa expresión de furia. Sus ojos brillan con un aire amenazante, y su boca abierta deja ver una fila de dientes afilados. El cuerpo del cocodrilo está cubierto de escamas detalladas. Su cola, grande y poderosa, parece estar en movimiento constante, amplificando la sensación de peligro inminente. Lo que estás viendo es una representación imponente y llena de acción.
La criatura rodea el refugio lentamente, moviéndose con una mezcla de cautela y confianza, como si supiera que algo no está del todo bien, pero no lo suficiente para detener su avance. Cuando sus ojos finalmente se posan sobre ti, se detiene. Lanza una mirada al carro, y después otra a ti. Es como si se estuviese pensando qué hacer. Su cola, gruesa y larga, se balancea con lentitud, arrasando con la vegetación a su paso. Sus fauces se entreabren, mostrando una hilera de dientes tan afilados como cuchillas. Entonces, se levanta levemente y se pone a dos patas.
El silencio se apodera del lugar por un instante, roto solo por el suave crujido de las ramas bajo sus patas. La bestia te observa fijamente, como si estuviera evaluando si eres una amenaza o simplemente una presa más. Sus músculos se tensan, y puedes sentir la energía en el aire, como la calma antes de una tormenta.
Los luchadores en las zanjas contienen la respiración, esperando la señal para actuar. El escenario está listo, las trampas colocadas, el terreno delimitado. Todo parece estar en su lugar para lo que promete ser un enfrentamiento monumental. La bestia ha llegado, y ahora todo depende de lo que ocurra en los próximos instantes. Esto empieza.
El carro es movido al centro del área designada, justo entre los dos árboles que mencionaste. Los hombres colocan cuidadosamente cultivos en él, rompiendo hojas y liberando ese aroma fresco y terroso que seguramente captará la atención de cualquier animal hambriento. El aire se llena del olor a vegetales triturados mientras las minas y zanjas son reposicionadas siguiendo tus órdenes. Cada paso es meticuloso, pero eficiente, con los luchadores cavando rápidamente y asegurándose de que las trampas queden exactamente donde indicaste.
—Esto tiene buena pinta —comenta uno de los luchadores mientras termina de cubrir una de las zanjas con ramas y hojas secas para camuflarla—. Si esto no funciona, no sé qué más podríamos intentar.
El otro hombre, que está ajustando una de las minas cerca del perímetro, asiente mientras coloca una cuerda de activación.
—Al menos no estamos dejando las cosas al azar esta vez. Este plan tiene sentido. La bestia no va a saber dónde meterse. Vaya donde vaya, se encontrará algo que la frenará, aunque sea unos segundos.
El ambiente en la granja cambia. Lo que antes era un grupo de personas derrotadas y superadas por la situación se ha transformado en un equipo organizado y lleno de determinación. Cada zanja cavada, cada mina colocada y cada movimiento parece preparar el terreno para el enfrentamiento que se avecina.
Justo cuando estáis terminando los últimos ajustes, un sonido comienza a hacerse presente en el aire. Al principio es débil, como un tambor lejano, pero se intensifica rápidamente. Son pasos. Pesados, regulares, como si algo masivo estuviera avanzando con propósito, y a juzgar por cómo suena, es un propósito negativo. El suelo comienza a vibrar, y las hojas de los árboles tiemblan con cada golpe.
—Ahí viene... —susurra uno de los luchadores, con una voz que denota un claro hilo de nerviosismo.
Desde el norte, entre las sombras de los árboles que rodean los cultivos, la figura de la bestia aparece. Es enorme, más de lo que los chicos habían exagerado. Su cuerpo es largo y musculoso, cubierto de escamas gruesas que parecen placas de metal oscuro, brillando tenuemente bajo la luz menguante del sol. Se acerca reptando a gran velocidad, y en ella destaca su intensa expresión de furia. Sus ojos brillan con un aire amenazante, y su boca abierta deja ver una fila de dientes afilados. El cuerpo del cocodrilo está cubierto de escamas detalladas. Su cola, grande y poderosa, parece estar en movimiento constante, amplificando la sensación de peligro inminente. Lo que estás viendo es una representación imponente y llena de acción.
La criatura rodea el refugio lentamente, moviéndose con una mezcla de cautela y confianza, como si supiera que algo no está del todo bien, pero no lo suficiente para detener su avance. Cuando sus ojos finalmente se posan sobre ti, se detiene. Lanza una mirada al carro, y después otra a ti. Es como si se estuviese pensando qué hacer. Su cola, gruesa y larga, se balancea con lentitud, arrasando con la vegetación a su paso. Sus fauces se entreabren, mostrando una hilera de dientes tan afilados como cuchillas. Entonces, se levanta levemente y se pone a dos patas.
El silencio se apodera del lugar por un instante, roto solo por el suave crujido de las ramas bajo sus patas. La bestia te observa fijamente, como si estuviera evaluando si eres una amenaza o simplemente una presa más. Sus músculos se tensan, y puedes sentir la energía en el aire, como la calma antes de una tormenta.
Los luchadores en las zanjas contienen la respiración, esperando la señal para actuar. El escenario está listo, las trampas colocadas, el terreno delimitado. Todo parece estar en su lugar para lo que promete ser un enfrentamiento monumental. La bestia ha llegado, y ahora todo depende de lo que ocurra en los próximos instantes. Esto empieza.