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Silver D. Syxel
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27-12-2024, 04:16 PM
(Última modificación: 08-01-2025, 12:46 AM por Silver D. Syxel.)
Red Line
Día 3, Invierno del año 724
Día 3, Invierno del año 724
El aire vibraba con una mezcla de anticipación y tensión a medida que la flota de barcos se reunía en los cielos, colgada de las enormes criaturas que servían como su transporte. Desde la cubierta de cualquiera de las embarcaciones, la vista era impresionante: decenas de colosales pulpos flotaban majestuosamente, con sus tentáculos extendidos como si peinaran las corrientes del viento. Cada uno llevaba un número pintado en su costado, un detalle que resultaba insignificante comparado con su tamaño descomunal y su extraño, pero innegable, encanto.
A lo lejos, algunos barcos llamaban la atención por su diseño o renombre. Una pequeña embarcación mercante mostraba orgullosa una bandera de un gremio famoso, mientras que otra, más grande y adornada, parecía ser propiedad de algún noble excéntrico. Entre ellos, barcos de todas las formas y tamaños se alzaban en el aire como si el cielo les hubiera abierto un camino. La sensación de unidad era palpable, pero también lo era la competencia silenciosa; no todos estaban ahí con propósitos tan altruistas como explorar un nuevo mar.
A medida que los pulpos ascendían hacia la imponente barrera de la Red Line, el paisaje comenzaba a transformarse. Al principio, todo era calma. Las aguas del East Blue relucían como un espejo distante bajo la luz del sol, y las nubes que decoraban el horizonte parecían sacadas de un sueño apacible. Pero esa tranquilidad era efímera.
El cielo, despejado y brillante al inicio del trayecto, comienza a transformarse. A medida que los colosales pulpos ascienden y cruzan la vastedad de la Red Line, el aire se siente más denso, cargado de una energía que electrifica la piel. Las risas y conversaciones de los pasajeros poco a poco se apagan mientras las primeras nubes oscuras aparecen en el horizonte, creciendo rápidamente y formando una barrera imponente entre los mares del este y el norte.
Los tentáculos de las criaturas se agitan con una fluidez que parece desmentir la gravedad de la situación. Los trabajadores de la empresa mantienen la calma, emitiendo órdenes concisas para asegurar la estabilidad de los barcos y tranquilizar a los pasajeros. Sin embargo, incluso los más experimentados parecen tensos al notar la velocidad con la que la tormenta se forma.
Un rugido ensordecedor sacude el aire, seguido de un estallido de relámpagos que ilumina la escena con destellos cegadores. La tormenta ha comenzado. El viento silba con fuerza, azotando las plataformas y los barcos que cuelgan de los pulpos, mientras la lluvia comienza a caer en gruesas gotas heladas que golpean los cascos y cubiertas. El oleaje invisible del aire es tan violento como las olas del mar, y los enormes pulpos luchan por mantener su curso.
Desde las embarcaciones, la vista es tanto aterradora como majestuosa. Los rayos iluminan las nubes negras que parecen querer devorar el cielo, y cada golpe de trueno resuena como un eco interminable. Algunos pasajeros se aferran con fuerza a cualquier cosa a su alcance, mientras otros intentan ayudar a asegurar las cuerdas y suministros. A pesar del caos, las criaturas parecen inquebrantables, moviéndose con una fuerza y determinación que desafían las leyes de la naturaleza.
De repente, un nuevo rugido sacude el aire. Esta vez no es el trueno, sino el sonido de algo rompiéndose. Uno de los pulpos más pequeños, transportando una embarcación mediana, pierde el control momentáneamente, siendo empujado por una corriente de viento particularmente feroz. Gritos de alarma se escuchan, pero los trabajadores reaccionan rápidamente, ajustando las tensiones de las cuerdas y manteniendo la estabilidad. Aunque es un recordatorio escalofriante de lo precario del viaje, el equipo consigue controlar la situación.
La tormenta, lejos de disiparse, parecía intensificarse con cada minuto que pasaba. Los vientos aullaban, la lluvia caía como un torrente helado, y el rugir de los truenos resonaba con una fuerza casi sobrenatural. Los barcos se tambaleaban peligrosamente, y cada tripulación se enfrentaba a su propio desafío, tratando de sobrevivir en medio de aquel caos mientras los pulpos seguían adelante, guiados solo por su instinto.
El destino de cada embarcación, sin embargo, había quedado en manos del azar. Entre la oscuridad de la tormenta, cada barco parecía seguir un camino distinto, uno que aún desconocían.