Arthur Soriz
Gramps
27-12-2024, 10:10 PM
Desde tu posición en las alturas sigues revisando los tejados y las calles en busca de pistas más claras. Las cáscaras de fruta, las pequeñas huellas y los restos dispersos por el que piensas ha sido el monito capuchino se han convertido en migajas en el camino guiándote por anchas y largas de Loguetown. Lo bueno es que entre toda esa monotonía desde las alturas puedes escuchar y divisar el espíritu navideño de la gente. El cómo hablan, intercambian regalos incluso cuando siquiera es Navidad. Se nota que incluso en tiempos difíciles el ímpetu de la gente en sentir que todo está bien es más fuerte que las adversidades que puedan tener.
Cada detalle parece empujarte un paso más cerca de tu objetivo pero aún falta la pieza clave del rompecabezas... el paradero exacto del mono capuchino.
Mientras te mueves el frío muerde con fuerza haciendo que tus mejillas y nariz ardan, incluso las orejas... y la nieve acumulada hace que tus pasos no se sientan tan seguros como gustarías; el inminente peligro de resbalar y caer. Para tu buena fortuna la monotonía invernal de la investigación que llevas a cabo cede cuando detectas algo diferente... unas huellas recientes que se adentran en un callejón estrecho. Desde tu punto de ventaja observas que el rastro lleva hacia una zona menos transitada donde los almacenes dominan el paisaje con sus estructuras imponentes y desvencijadas.
Justo cuando piensas que el rastro podría haberse desvanecido una figura llama tu atención entre la multitud que se mueve por las calles abajo. Una pequeña niña de cabello corto de color blanco camina apresurada esquivando a la gente que se le cruza con movimientos ágiles. Aunque apenas puedes distinguirla entre el bullicio algo en su comportamiento parece inusual.
Lleva algo en brazos envuelto en lo que parece una manta gruesa. Al principio su postura y cómo lo sostiene recuerdan a alguien cargando a un bebé pero hay algo extraño en su andar. Es demasiado ligera... demasiado rápida para estar cargando el peso de un niño de ese tamaño. A medida que te esfuerzas por seguirla con la mirada sus movimientos cobran más urgencia casi como si supiera que alguien la observa.
La sigues con los ojos hasta que su figura se detiene frente a un almacén más apartado del resto. Puedes ver que este edificio está en un clarísimo estado de abandono. Polvo acumulado, telarañas por todos lados y un aire de desuso que lo hace parecer el escondite perfecto. La pequeña niña se adentra rápidamente en el lugar desapareciendo tras la puerta destartalada que se cierra con un crujido agónico, como si en cualquier momento se fuera a caer a pedazos con su chapa oxidada y vigas de madera podridas.
La forma en que llevaba aquel bulto, su prisa por entrar en un lugar apartado y el contexto del monito desaparecido en la zona... todo parece encajar. Puede que hayas encontrado el escondite no solo del mono capuchino, sino también a alguien más involucrado en este peculiar misterio.
Las opciones son claras, la decisión es tuya.
Cada detalle parece empujarte un paso más cerca de tu objetivo pero aún falta la pieza clave del rompecabezas... el paradero exacto del mono capuchino.
Mientras te mueves el frío muerde con fuerza haciendo que tus mejillas y nariz ardan, incluso las orejas... y la nieve acumulada hace que tus pasos no se sientan tan seguros como gustarías; el inminente peligro de resbalar y caer. Para tu buena fortuna la monotonía invernal de la investigación que llevas a cabo cede cuando detectas algo diferente... unas huellas recientes que se adentran en un callejón estrecho. Desde tu punto de ventaja observas que el rastro lleva hacia una zona menos transitada donde los almacenes dominan el paisaje con sus estructuras imponentes y desvencijadas.
Justo cuando piensas que el rastro podría haberse desvanecido una figura llama tu atención entre la multitud que se mueve por las calles abajo. Una pequeña niña de cabello corto de color blanco camina apresurada esquivando a la gente que se le cruza con movimientos ágiles. Aunque apenas puedes distinguirla entre el bullicio algo en su comportamiento parece inusual.
Lleva algo en brazos envuelto en lo que parece una manta gruesa. Al principio su postura y cómo lo sostiene recuerdan a alguien cargando a un bebé pero hay algo extraño en su andar. Es demasiado ligera... demasiado rápida para estar cargando el peso de un niño de ese tamaño. A medida que te esfuerzas por seguirla con la mirada sus movimientos cobran más urgencia casi como si supiera que alguien la observa.
La sigues con los ojos hasta que su figura se detiene frente a un almacén más apartado del resto. Puedes ver que este edificio está en un clarísimo estado de abandono. Polvo acumulado, telarañas por todos lados y un aire de desuso que lo hace parecer el escondite perfecto. La pequeña niña se adentra rápidamente en el lugar desapareciendo tras la puerta destartalada que se cierra con un crujido agónico, como si en cualquier momento se fuera a caer a pedazos con su chapa oxidada y vigas de madera podridas.
La forma en que llevaba aquel bulto, su prisa por entrar en un lugar apartado y el contexto del monito desaparecido en la zona... todo parece encajar. Puede que hayas encontrado el escondite no solo del mono capuchino, sino también a alguien más involucrado en este peculiar misterio.
Las opciones son claras, la decisión es tuya.