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Henry
Tigre Rojo de la Marina
27-12-2024, 11:14 PM
(Última modificación: 27-12-2024, 11:17 PM por Henry.
Razón: Arreglo
)
La vista desde la embarcación era algo increíble, cosa que solo verías en la imaginación de un niño. Una briza de aire movía los pelos de Henry por todos lados, mientras que este observaba aquellas blancas nubes. Era un bonito momento para pensar y meditar en todo lo que había pasado hasta el momento, la guerra contra las bandas rebeldes de Rostock, la defensa del gran faro y la obtención de un poder capaz de darle forma al mundo.
Eran, aunque pocas, experiencias que cambian a cualquier hombre, experiencias que forjaban carácter. Desde los eventos ocurridos en el archipiélago Conomi el joven Henry estaba decidido a volverse un oficial de la marina para así no tener que depender de la incompetencia de algunos superiores. Fue entonces que las sangrientas imágenes de aquél pelotón masacrado aparecían en la mente de Henry, pedazos pertenecientes a sus compañeros se veían por todos lados, bañando las aguas de un color rojo oscuro.
Henry era un joven de gran energía y espíritu aventurero pero ya iban siendo muchas misiones en las que este se estuvo forjando como estratega, aguantando todo tipo de situaciones. Pero no era hora para hundirse en el pasado, había una nueva aventura por delante y esta vez sería junto a la brigada entera. El joven Henry estaba cruzado de brazos mientras miraba perdido en las nubes cuando el viejo Arthur se le acercó. Este le recibió con unas buenas palmadas en el hombro que casi sacan a Henry de balance, el cual entendía el significado de aquél gesto, respondiendo con una sonrisa.
Era bueno tener a un líder como Arthur, un tipo con una voluntad aparentemente inquebrantable con el que siempre puedes contar. Los demás miembros de la brigada parecían estar bien, Sirius y su hermosa aura angelical atendían los amarres de la embarcación, prestando atención a cualquier posible error o problema. Henry no sabía mucho sobre Sirius, habiéndolo visto solo un par de veces, cosa que le causaba gran curiosidad.
Zirko, nuestra compañera giganta, parecía estarse tomando el viaje de buena forma, cosa que sería incomoda para cualquier gigante. Pero no todo eran color de rosa, unas nubes negras se podían ver acercándose a gran velocidad. La tensión en la embarcación era obvia, podían verse miembros de la compañia con unas caras algo preocupadas, lo que decía lo serio de la situación.
Luego de ser absorbidos por aquellas nubes todo lo que había por hacer era aguantar y ayudar a sostener la embarcación. El líder de la brigada, Arthur, alenataba a asegurarse, pues si había que confiar en alguien sobre climas era en él, o eso pensaba Henry. Los vientos se hacían mucho más fuertes, la madera de la embarcación crujía y aquél pulpo gigante se movía de un lado al otro.
Fue cuando se pudo escuchar a Arthur de nuevo, este corría en ayuda de la embarcación, sosteniendo las cuerdas y haciendo nudos de una forma increíble. Viendo al viejo Arthur afrontar aquella tormenta como si nada le daba coraje a Henry, el cual, en modo de competición, empezó a hacer nudo tras nudo, intentando amarrar más que Arthur.
Eran, aunque pocas, experiencias que cambian a cualquier hombre, experiencias que forjaban carácter. Desde los eventos ocurridos en el archipiélago Conomi el joven Henry estaba decidido a volverse un oficial de la marina para así no tener que depender de la incompetencia de algunos superiores. Fue entonces que las sangrientas imágenes de aquél pelotón masacrado aparecían en la mente de Henry, pedazos pertenecientes a sus compañeros se veían por todos lados, bañando las aguas de un color rojo oscuro.
Henry era un joven de gran energía y espíritu aventurero pero ya iban siendo muchas misiones en las que este se estuvo forjando como estratega, aguantando todo tipo de situaciones. Pero no era hora para hundirse en el pasado, había una nueva aventura por delante y esta vez sería junto a la brigada entera. El joven Henry estaba cruzado de brazos mientras miraba perdido en las nubes cuando el viejo Arthur se le acercó. Este le recibió con unas buenas palmadas en el hombro que casi sacan a Henry de balance, el cual entendía el significado de aquél gesto, respondiendo con una sonrisa.
Era bueno tener a un líder como Arthur, un tipo con una voluntad aparentemente inquebrantable con el que siempre puedes contar. Los demás miembros de la brigada parecían estar bien, Sirius y su hermosa aura angelical atendían los amarres de la embarcación, prestando atención a cualquier posible error o problema. Henry no sabía mucho sobre Sirius, habiéndolo visto solo un par de veces, cosa que le causaba gran curiosidad.
Zirko, nuestra compañera giganta, parecía estarse tomando el viaje de buena forma, cosa que sería incomoda para cualquier gigante. Pero no todo eran color de rosa, unas nubes negras se podían ver acercándose a gran velocidad. La tensión en la embarcación era obvia, podían verse miembros de la compañia con unas caras algo preocupadas, lo que decía lo serio de la situación.
Luego de ser absorbidos por aquellas nubes todo lo que había por hacer era aguantar y ayudar a sostener la embarcación. El líder de la brigada, Arthur, alenataba a asegurarse, pues si había que confiar en alguien sobre climas era en él, o eso pensaba Henry. Los vientos se hacían mucho más fuertes, la madera de la embarcación crujía y aquél pulpo gigante se movía de un lado al otro.
Fue cuando se pudo escuchar a Arthur de nuevo, este corría en ayuda de la embarcación, sosteniendo las cuerdas y haciendo nudos de una forma increíble. Viendo al viejo Arthur afrontar aquella tormenta como si nada le daba coraje a Henry, el cual, en modo de competición, empezó a hacer nudo tras nudo, intentando amarrar más que Arthur.