Alistair
Mochuelo
28-12-2024, 12:08 AM
Silencio, estruendos, y luego más silencio. Lo que en inicio fue una zona completamente envuelta en la quietud de ruidos forestales y el sonido de las armas de los asaltantes preparándose rompió cualquier neutralidad en el ambiente con la estruendosa entrada de una fuerza de la naturaleza personificada en el cuerpo de una Oni con un espadón capaz de partir una casa en dos sin mucho esfuerzo. Troncos rondaron, golpes fueron arrojados, personas cayeron al suelo e hicieron un desastre higiénico de armaduras, pero como si fuera una constante del universo que sin falta forzaba su presencia, todo regresaría a su estado primigenio: Al de la quietud total, antecediendo la presencia de múltiples granadas de humo estallando en la zona y envolviéndola en su totalidad. Los ojos ya no eran sentidos que fuesen confiables en el campo de batalla, por lo que recurrir a métodos alternativos para guiarse se había convertido en una necesidad. Al menos si no querían acabar con un puñal en la espalda, por supuesto.
Pero los ladrones eran más listos de lo que se les daba crédito. Con la misma rapidez que habían arribado a la escena, se habían encargado de solucionar su predicamento; como se había advertido, venían mas que preparados para cualquier eventualidad. Aunque en su cabeza pensaron que serían capaces de escabullirse con algunas joyas en mano, pero ni eso en este caso; ninguno estaba dispuesto a perder un brazo, o una pierna -o que el universo no quisiera, la cabeza- por un manojo de Bellys que podrían compensar en un futuro. Siempre habría un día más, pero por este día al menos, habían sido derrotados y forzado a huir con la cola entre las patas y las manos vacías.
Tus intentos iniciales de dispersar el humo por medio de cortes al aire en conjunto con el aire corriendo por el lugar son exitosos, moviendo el obstáculo visual con varios segundos de demora hasta finalmente conseguirlo, pero eventualmente consiguiendo desplazarlo y permitiéndote recuperar tu sentido de la vista en toda su gloria. Un primer vistazo a los alrededores te permite ver que los malhechores ya no están en tu rango visual, pero nunca se sabe: Puede que estén esperando debajo de las piedras por una oportunidad para dar un golpe ratero y, al menos, no salir con tanta pérdida del lugar.
Tu sentido de la precaución ha tomado una buena decisión, pues consigues encontrar al instante las posiciones de los bandidos en el momento que consigues invocar tu poder espiritual para visualizar una porción considerablemente grande del bosque, como si pudieses estar en cada centímetro de éste a la vez, una especie de omnisciencia estrictamente sensorial que muchos encontrarían envidiable a falta de una palabra mayor. Quienes dicen por ahí que el Haki no era una fuerza digna de reconocer es porque nunca en sus vidas le habían dado una buena prueba que les deje con el mal sabor en boca después de soltar tal menosprecio.
Tu capacidad de percepción te indica lo siguiente: Excluyendo la presencia del conductor y la tuya -y la de los pocos animales con suficiente como para destacar con tu Haki de Observación-, das con cinco entidades en el lugar. En grupos de a dos -y uno en solitario-, se han dispersado en direcciones tan diametralmente opuestas como les es físicamente posible, separándose lo más que pueden de cada uno de los grupos. Lo que es una forma complicada de decir: Cada uno ha agarrado por su lado en direcciones diferentes y apartadas, así que una persecución para atraparlos a todos a la vez es imposible. Parece como si lo hubiesen ensayado con tiempo, pero ya sabes cómo funcionan los bandidos: Lo primero es entrenar el escape, y lo segundo el atraco. El que va solo ha agarrado una carrerilla impresionante y tomado una distancia que hace sospechar el uso de algún equipo especial, mientras que los otros dos pares están a una distancia mas creíble pero difícil de alcanzar de cualquier manera. Salvo que alguno te deba un pastón importante, no hay una razón de peso para no dejar la molesta tarea a las fuerzas locales luego de reportarlos.
Segundos de inacción y falta de eventualidad mas tarde... Nada. Mas allá de un grupo de aves que ha levantado el vuelo en la lejanía, ni sonidos de alerta, ni acciones, ni nada que demande a tu cuerpo mover el mas mínimo músculo de tu postura de preparación. Para bien y para mal (lo segundo porque no has tenido oportunidad de encajarle un buen derechazo a alguno de los ladrones, pero ya llegará el momento eventualmente), conseguiste detener el robo que estuvo a punto de concretarse con una sorprendente eficiencia. Tu advertencia ha sido idónea y, destrozos ambientales de lado, lo has conseguido realizando el menor daño posible a la mercancía, a los encargados de la carreta y a tu persona.
— Muchas gracias, señorita. Pensaba que esa gentuza iba a salirse con la suya de nuevo... — Te dice una voz cansada, a quien ahora tienes el tiempo y la atención para analizar sus características: El conductor, un hombre mayor de edad con un sombrero de paja poco definido -algunos hilillos caen por el lado-, una barba larga y frondosa, y con una postura encorvada producto de la labor que realiza con constancia diaria y pocos días de descanso. Es un veterano que ha vivido una larga vida y solo quiere transitar por una vida pacífica hasta su último día, poco sorprende que no haga resistencia en esos eventos; músculo no le falta por la carga que arrastra a mano, pero sabe que pelear contra gente así solo trae más problemas a largo plazo. A su lado, una chica que insistentemente se inclina frente a ti, un gesto de agradecimiento algo exagerado que desborda agradecimiento a pesar de su falta de palabras, ¿una muda quizá?
— Usted es quien Weathley mencionó que enviaría, ¿verdad? — Continúa la voz cansada, arrojando un nombre -que desconoces- de la forma mas casual. Sería correcto asumir que se trata de uno de los comerciantes del Bazar Maguru's, pero mas allá de eso, estás corta de información (eres libre de preguntar, pero sería capítulo de relleno en tu serie). — Entiendo que será parte de su contrato, pero déjeme pedírselo de todas maneras. ¿Podría por favor darnos una mano y escoltarnos hasta el lugar de destino? Nunca hemos visto problema alguno además de los que ya ha ahuyentado, pero nunca está de más asegurarse... — El hombre espera tu respuesta, y en caso de que sea afirmativa, procede a colocarse nuevamente frente a la carreta para tirar de ella mientras que la chica muda se sube al interior de la carreta, buscando verificar que los bienes estén enteros en el camino.
Enhorabuena, has sido un viento de cambio en la vida de ese par de personas, y de los comerciantes cuyo negocio más que seguramente se salvará gracias a tu intervención. ¡Y mas rápido de lo que han montado esa carreta seguramente!
Pero los ladrones eran más listos de lo que se les daba crédito. Con la misma rapidez que habían arribado a la escena, se habían encargado de solucionar su predicamento; como se había advertido, venían mas que preparados para cualquier eventualidad. Aunque en su cabeza pensaron que serían capaces de escabullirse con algunas joyas en mano, pero ni eso en este caso; ninguno estaba dispuesto a perder un brazo, o una pierna -o que el universo no quisiera, la cabeza- por un manojo de Bellys que podrían compensar en un futuro. Siempre habría un día más, pero por este día al menos, habían sido derrotados y forzado a huir con la cola entre las patas y las manos vacías.
Tus intentos iniciales de dispersar el humo por medio de cortes al aire en conjunto con el aire corriendo por el lugar son exitosos, moviendo el obstáculo visual con varios segundos de demora hasta finalmente conseguirlo, pero eventualmente consiguiendo desplazarlo y permitiéndote recuperar tu sentido de la vista en toda su gloria. Un primer vistazo a los alrededores te permite ver que los malhechores ya no están en tu rango visual, pero nunca se sabe: Puede que estén esperando debajo de las piedras por una oportunidad para dar un golpe ratero y, al menos, no salir con tanta pérdida del lugar.
Tu sentido de la precaución ha tomado una buena decisión, pues consigues encontrar al instante las posiciones de los bandidos en el momento que consigues invocar tu poder espiritual para visualizar una porción considerablemente grande del bosque, como si pudieses estar en cada centímetro de éste a la vez, una especie de omnisciencia estrictamente sensorial que muchos encontrarían envidiable a falta de una palabra mayor. Quienes dicen por ahí que el Haki no era una fuerza digna de reconocer es porque nunca en sus vidas le habían dado una buena prueba que les deje con el mal sabor en boca después de soltar tal menosprecio.
Tu capacidad de percepción te indica lo siguiente: Excluyendo la presencia del conductor y la tuya -y la de los pocos animales con suficiente como para destacar con tu Haki de Observación-, das con cinco entidades en el lugar. En grupos de a dos -y uno en solitario-, se han dispersado en direcciones tan diametralmente opuestas como les es físicamente posible, separándose lo más que pueden de cada uno de los grupos. Lo que es una forma complicada de decir: Cada uno ha agarrado por su lado en direcciones diferentes y apartadas, así que una persecución para atraparlos a todos a la vez es imposible. Parece como si lo hubiesen ensayado con tiempo, pero ya sabes cómo funcionan los bandidos: Lo primero es entrenar el escape, y lo segundo el atraco. El que va solo ha agarrado una carrerilla impresionante y tomado una distancia que hace sospechar el uso de algún equipo especial, mientras que los otros dos pares están a una distancia mas creíble pero difícil de alcanzar de cualquier manera. Salvo que alguno te deba un pastón importante, no hay una razón de peso para no dejar la molesta tarea a las fuerzas locales luego de reportarlos.
Segundos de inacción y falta de eventualidad mas tarde... Nada. Mas allá de un grupo de aves que ha levantado el vuelo en la lejanía, ni sonidos de alerta, ni acciones, ni nada que demande a tu cuerpo mover el mas mínimo músculo de tu postura de preparación. Para bien y para mal (lo segundo porque no has tenido oportunidad de encajarle un buen derechazo a alguno de los ladrones, pero ya llegará el momento eventualmente), conseguiste detener el robo que estuvo a punto de concretarse con una sorprendente eficiencia. Tu advertencia ha sido idónea y, destrozos ambientales de lado, lo has conseguido realizando el menor daño posible a la mercancía, a los encargados de la carreta y a tu persona.
— Muchas gracias, señorita. Pensaba que esa gentuza iba a salirse con la suya de nuevo... — Te dice una voz cansada, a quien ahora tienes el tiempo y la atención para analizar sus características: El conductor, un hombre mayor de edad con un sombrero de paja poco definido -algunos hilillos caen por el lado-, una barba larga y frondosa, y con una postura encorvada producto de la labor que realiza con constancia diaria y pocos días de descanso. Es un veterano que ha vivido una larga vida y solo quiere transitar por una vida pacífica hasta su último día, poco sorprende que no haga resistencia en esos eventos; músculo no le falta por la carga que arrastra a mano, pero sabe que pelear contra gente así solo trae más problemas a largo plazo. A su lado, una chica que insistentemente se inclina frente a ti, un gesto de agradecimiento algo exagerado que desborda agradecimiento a pesar de su falta de palabras, ¿una muda quizá?
— Usted es quien Weathley mencionó que enviaría, ¿verdad? — Continúa la voz cansada, arrojando un nombre -que desconoces- de la forma mas casual. Sería correcto asumir que se trata de uno de los comerciantes del Bazar Maguru's, pero mas allá de eso, estás corta de información (eres libre de preguntar, pero sería capítulo de relleno en tu serie). — Entiendo que será parte de su contrato, pero déjeme pedírselo de todas maneras. ¿Podría por favor darnos una mano y escoltarnos hasta el lugar de destino? Nunca hemos visto problema alguno además de los que ya ha ahuyentado, pero nunca está de más asegurarse... — El hombre espera tu respuesta, y en caso de que sea afirmativa, procede a colocarse nuevamente frente a la carreta para tirar de ella mientras que la chica muda se sube al interior de la carreta, buscando verificar que los bienes estén enteros en el camino.
Enhorabuena, has sido un viento de cambio en la vida de ese par de personas, y de los comerciantes cuyo negocio más que seguramente se salvará gracias a tu intervención. ¡Y mas rápido de lo que han montado esa carreta seguramente!