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Dharkel
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28-12-2024, 06:35 AM
- ¿Eso ha sido una broma? – respondió con un ligero tono de incredulidad -. Debería dejarlo, sí, pero el tabaco y yo tenemos un vínculo casi inquebrantable. – Dio una calada, devolviendo su mirada al horizonte -. Todos necesitamos una vía de escape… - murmuró casi en un susurro para sí mismo dejando salir un hilillo de humo de entre sus resecos labios.
A medida que iban ascendiendo, los barcos se iban separando cada vez más y más, poco a poco, unos de otros. Dharkel finalmente respiró aliviado mientras esta vez dirigía su mirada hacia la imponente masa de tierra conocida Red Line. Jamás habría podido imaginar estar contemplando tan majestuosas vistas. Pero lo más importante es que viviría un día más en libertad, lejos de la esclavitud y bajo sus propios términos.
El espadachín se perdió nuevamente en sus pensamientos. Cuando quiso darse cuenta, la oscuridad había reemplazado la claridad del firmamento que momentos antes inundaba con el cálido sol, tan solo iluminado por los estruendosos rugidos de unos efímeros y cercanos rayos que amenazaban con poner fin a la vida de los tripulantes. El frío comenzó a ser bastante más notable, acentuado por la intensidad del viento y la propia tormenta en la que se habían visto inmersos.
Dharkel se ajustó la bufanda, asegurando con una tranquilidad impropia de la situación que estaban viviendo, que la tela no dejaba ningún hueco visible entre sus ojos y la pechera. Se acercó al borde con una seguridad que nunca antes había mostrado, no al menos en alta mar, y rebuscó entre sus bolsillos, extrayendo una mugrienta y mellada moneda.
- Culpa mía. Con las prisas del viaje había olvidado completamente nuestro acuerdo. No volverá a pasar… - musitó mientras lanzaba la moneda al vacío, como si estuviese hablando con una entidad invisible.
Asintió con la cabeza mientras observaba cómo la pieza de metal se perdía en la oscuridad del abismo que se dibujaba bajo la embarcación y se alejó de la barandilla, dispuesto a ayudar en lo que fuese necesario y pudiese para asegurar que el barco sobreviviese a la violenta tempestad.
- Todavía no… - dijo mirándose la palma abierta de una de las manos.