Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
28-12-2024, 07:22 PM
El Pájaro Negro dejó caer una sonrisa apenas perceptible, como si la actitud de Sasurai lo hubiera entretenido, aunque solo fuera un poco. Dejó la pluma en el cuaderno y entrelazó los dedos sobre la mesa, inclinándose levemente hacia adelante. El aire de misterio que lo envolvía parecía deliberado, un rasgo cultivado a lo largo de años de tratar con hombres peligrosos y situaciones aún más peligrosas. —Lo cierto, Sasurai, es que no todos tienen la sensatez de hacer esas preguntas. Muchos llegan aquí con más fuego en el pecho que sentido común, listos para saltar a cualquier trampa que les pongamos con tal de “servir a la causa” —Dijo, con un leve tono burlón en sus palabras. Hizo una pausa, como si estuviera evaluando algo en el rostro del músico antes de continuar.— No tú, claro. Tú pareces alguien que sabe cuidar de su propio pellejo. Me gusta eso.— El hombre deslizó una mano hacia su vaso, dándole un pequeño sorbo antes de reanudar. —Para ser honesto, lo que queremos de ti es tan sencillo como complicado. Umibozu no es alguien que confíe fácilmente, pero si estás aquí, significa que algo ha visto en ti, algo que cree valioso. —Negó suavemente con la cabeza, como si aún no entendiera completamente al wotan.— Ahora, en cuanto a peligro… Bueno, amigo, no puedo garantizarte que no vayas a terminar en una fosa común si decides quedarte. Kilombo no es un lugar amable. Pero lo que puedo garantizarte es que, si trabajas con nosotros, tendrás una oportunidad de marcar la diferencia. Y, quién sabe, quizás hasta sobrevivir para disfrutar de los frutos.
— Lo que queremos de ti. — Continuó. — Es lo mismo que queremos de cualquiera que decida unirse a la causa: habilidad, ingenio y, sobre todo, valor. Esta revolución no la ganaremos con soldados mejor entrenados ni con armas más grandes. La ganaremos con mentes rápidas y manos dispuestas a adaptarse. Y tú, Sasurai, pareces tener talento para moverte en los márgenes, para encontrar la manera de estar en el lugar correcto en el momento justo.— Parecía que estaba halagando tus talentos y sobre todo, que tenía mucha pasión en las palabras que decía. Pájaro Negro se reclinó en la silla, dejando espacio para que Sasurai procesara sus palabras. Después de unos segundos, levantó una ceja, como si le hubiera llegado una idea repentina. —Dices que no estás seguro de querer ofrecer tu ayuda, ¿no? Bueno, permíteme ponerlo de otra forma. ¿Y si te digo que, en el puerto, dentro de dos días, tendremos una operación que no solo podría ser clave para nuestra causa, sino que también es algo que seguramente nunca has visto? —Dejó caer las palabras con cuidado, calibrando la reacción de Sasurai. Luego se inclinó hacia adelante, su voz bajando casi a un susurro. — Se trata de los Pulpos Gigantes.
La mención de los pulpos captaría seguramente tu atención, como si esa palabra en particular hubiera encendido algo en tu mente. El hombre de las plumas negras sonrió, satisfecho de haber tocado la tecla adecuada. —Sí, criaturas tan grandes como barcos pequeños. Los marines han estado bloqueando nuestras rutas de escape por mar, pero esos pulpos… Son nuestra clave para atravesar el North Blue y llevar suministros donde más se necesitan. Se están entrenando para ser algo más que transporte; serán aliados, compañeros. Pero el entrenamiento no está completo, y los marines ya están husmeando en el puerto. Si los encuentran antes de que estén listos, adiós a nuestra ventaja. Tú viajaras con un escuadrón muy particular ... — Esupiró, como si tan solo recordar su nombre le trajera malos recuerdos. — El escuadrón Escuadrón Ulykke, donde milita Umibozu, liderado por el oficial Ragnheidr Grosdttir. — Su tono se endureció, y los dedos tamborilearon suavemente en la mesa, marcando el ritmo de la gravedad de la situación. —Ahí es donde entras tú, Sasurai. No necesitamos que tomes un rifle y vayas a pelear, no todavía. Pero alguien con tu… carisma, tu habilidad para distraer y moverte desapercibido, podría ser invaluable. Necesitamos que seas nuestros ojos y oídos en el puerto, que mantengas a los marines entretenidos o los desvíes si es necesario. Es un juego de ingenio más que de fuerza, y tienes la pinta de ser alguien que disfruta de esos juegos.— Finalmente, Pájaro Negro se enderezó, cruzando los brazos mientras sus ojos se clavaban en Sasurai, más serios ahora.
—Piensa en ello. Dos días. Si decides venir, te encontraremos en el muelle oeste al amanecer. Y si no… Bueno, entonces espero que encuentres otro camino que te mantenga vivo y lejos de problemas. Pero déjame decirte algo, amigo: hay pocas cosas en este mundo tan satisfactorias como saber que, cuando importaba, hiciste algo que realmente marcó la diferencia.— El hombre recogió su pluma y volvió a girarla entre los dedos, dando por terminada la conversación. Sin embargo, sus ojos seguían fijos en Sasurai, esperando ver cómo respondería el bardo a la oferta que acababa de poner sobre la mesa.
— Lo que queremos de ti. — Continuó. — Es lo mismo que queremos de cualquiera que decida unirse a la causa: habilidad, ingenio y, sobre todo, valor. Esta revolución no la ganaremos con soldados mejor entrenados ni con armas más grandes. La ganaremos con mentes rápidas y manos dispuestas a adaptarse. Y tú, Sasurai, pareces tener talento para moverte en los márgenes, para encontrar la manera de estar en el lugar correcto en el momento justo.— Parecía que estaba halagando tus talentos y sobre todo, que tenía mucha pasión en las palabras que decía. Pájaro Negro se reclinó en la silla, dejando espacio para que Sasurai procesara sus palabras. Después de unos segundos, levantó una ceja, como si le hubiera llegado una idea repentina. —Dices que no estás seguro de querer ofrecer tu ayuda, ¿no? Bueno, permíteme ponerlo de otra forma. ¿Y si te digo que, en el puerto, dentro de dos días, tendremos una operación que no solo podría ser clave para nuestra causa, sino que también es algo que seguramente nunca has visto? —Dejó caer las palabras con cuidado, calibrando la reacción de Sasurai. Luego se inclinó hacia adelante, su voz bajando casi a un susurro. — Se trata de los Pulpos Gigantes.
La mención de los pulpos captaría seguramente tu atención, como si esa palabra en particular hubiera encendido algo en tu mente. El hombre de las plumas negras sonrió, satisfecho de haber tocado la tecla adecuada. —Sí, criaturas tan grandes como barcos pequeños. Los marines han estado bloqueando nuestras rutas de escape por mar, pero esos pulpos… Son nuestra clave para atravesar el North Blue y llevar suministros donde más se necesitan. Se están entrenando para ser algo más que transporte; serán aliados, compañeros. Pero el entrenamiento no está completo, y los marines ya están husmeando en el puerto. Si los encuentran antes de que estén listos, adiós a nuestra ventaja. Tú viajaras con un escuadrón muy particular ... — Esupiró, como si tan solo recordar su nombre le trajera malos recuerdos. — El escuadrón Escuadrón Ulykke, donde milita Umibozu, liderado por el oficial Ragnheidr Grosdttir. — Su tono se endureció, y los dedos tamborilearon suavemente en la mesa, marcando el ritmo de la gravedad de la situación. —Ahí es donde entras tú, Sasurai. No necesitamos que tomes un rifle y vayas a pelear, no todavía. Pero alguien con tu… carisma, tu habilidad para distraer y moverte desapercibido, podría ser invaluable. Necesitamos que seas nuestros ojos y oídos en el puerto, que mantengas a los marines entretenidos o los desvíes si es necesario. Es un juego de ingenio más que de fuerza, y tienes la pinta de ser alguien que disfruta de esos juegos.— Finalmente, Pájaro Negro se enderezó, cruzando los brazos mientras sus ojos se clavaban en Sasurai, más serios ahora.
—Piensa en ello. Dos días. Si decides venir, te encontraremos en el muelle oeste al amanecer. Y si no… Bueno, entonces espero que encuentres otro camino que te mantenga vivo y lejos de problemas. Pero déjame decirte algo, amigo: hay pocas cosas en este mundo tan satisfactorias como saber que, cuando importaba, hiciste algo que realmente marcó la diferencia.— El hombre recogió su pluma y volvió a girarla entre los dedos, dando por terminada la conversación. Sin embargo, sus ojos seguían fijos en Sasurai, esperando ver cómo respondería el bardo a la oferta que acababa de poner sobre la mesa.