
Ubben Sangrenegra
Loki
28-12-2024, 10:50 PM
La gente rápidamente se concentró en las fogatas del campamento tras el llamado de la campana. Una vez que todos estuvieron fuera de sus carpas, Gwen se puso de pie en medio del grupo y, con una autoridad que nadie se atrevió a cuestionar, comenzó a dar instrucciones con voz firme y clara. —¡Sijuh viene herida!— anunció, alzando la voz para asegurarse de que todos la escucharan —¡Traigan colchas para cubrirla, la nevera con sangre para transfusión, y quiero todos mis utensilios aquí ahora mismo!—
El grupo respondió de inmediato, con varios corriendo en diferentes direcciones para cumplir con sus órdenes. El caos era evidente, pero había jerarquía clara y era evidente que Gwen tenía cierto grado entre ellos. Mientras tanto, Gerard y otra mujer de cabello verde, con una especie de casco hecho de hueso que le cubría parcialmente la cabeza, permanecieron atentos. Él sostenía su rifle con ambas manos, apuntando hacia el cielo rogando no tener que disparar. Ella, por su parte, tenía una larga nodachi enorme, que en sus manos delicadas parecía aún más grande. Ambos estaban preparados para defender al grupo si la situación lo requería, con sus miradas fijas en tu figura mientras descendías cargando a Sijuh.
En paralelo, dos hombres llegaron apresurados cargando los suministros que Gwen había solicitado. Uno de ellos, de cabello oscuro y no más de veinticinco años, estaba visiblemente agitado pero concentrado en su tarea. Su compañero, un rubio joven que no aparentaba más de veinte, parecía algo menos seguro, aunque no por ello menos determinado. Entre los dos lograron acercar colchas, frascos y una caja que seguramente contenía herramientas médicas. Fue entonces cuando tus pies tocaron finalmente el suelo. Varias miradas se posaron en ti, algunas llenas de desconfianza y otras de sorpresa ante tu llegada. Sin perder tiempo, hablaste en tu lengua natal, pero, como era de esperarse, nadie parecía entenderte… hasta que una voz se alzó de forma torpe.
—Hva skjedde med ham?— preguntó la mujer de cabello verde con la nodachi, pronunciando tu lengua natal, como un niño que apenas aprende a hablar. Su acento era extraño, pero su esfuerzo era evidente. A pesar de que su postura permanecía alerta, con una mano firmemente colocada en el mango de su espada; aunque la desconfianza en su mirada se tambaleó cuando mencionaste que Sijuh te había hablado de ellos, y mas aún cuando pronunciaste aquella palabra que congeló su expresión... "Hermana"... El impacto fue evidente en su rostro, que pasó de la cautela a la sorpresa. La mujer quedó completamente pasmada, como si no pudiera decidir si tus palabras se referían a Sijuh o, de alguna manera extraña, a ella misma.
Mientras tanto, Gwen ignoró por completo el intercambio verbal. Sin esperar ni un segundo, se lanzó hacia ti y comenzó a revisar el estado de Sijuh, quitandole parte de su armadura y despejando su pucho para poder tomar sus signos vitales con un estetoscopio. Sus ojos se detuvieron en los roces de bala, las manchas de sangre en su boca, y la fatiga evidente que recorría su cuerpo. Su expresión era bastante seria...
—¿Quién le hizo esto?— preguntó Gwen con dureza, aunque no esperó una respuesta directa. De inmediato, comenzó a dar más órdenes, pidiendo agujas, una vía para transfusión y suero. Sus movimientos eran tan precisos que era evidente que no era la primera vez que manejaba una situación así. Su equipo médico, aunque improvisado, parecía sorprendentemente completo y funcional para un campamento escondido.
Mientras Gwen se enfocaba en tu hermana, otro miembro del grupo, el chico de cabello oscuro, notó tu estado. Aunque la figura que proyectabas resultaba intimidante, se armó de valor y se acercó con una expresión de preocupación. En sus manos llevaba gasas y una botella de alcohol. —Toma asiento, hay que limpiar esas heridas— dijo con voz temblorosa, como si no estuviera del todo seguro de cómo hablarte. Sus ojos se posaron en la herida de tu hombro, donde la bala había dejado su marca. Aunque era evidente que estaba asustado, no parecía tener malas intenciones.
El grupo respondió de inmediato, con varios corriendo en diferentes direcciones para cumplir con sus órdenes. El caos era evidente, pero había jerarquía clara y era evidente que Gwen tenía cierto grado entre ellos. Mientras tanto, Gerard y otra mujer de cabello verde, con una especie de casco hecho de hueso que le cubría parcialmente la cabeza, permanecieron atentos. Él sostenía su rifle con ambas manos, apuntando hacia el cielo rogando no tener que disparar. Ella, por su parte, tenía una larga nodachi enorme, que en sus manos delicadas parecía aún más grande. Ambos estaban preparados para defender al grupo si la situación lo requería, con sus miradas fijas en tu figura mientras descendías cargando a Sijuh.
En paralelo, dos hombres llegaron apresurados cargando los suministros que Gwen había solicitado. Uno de ellos, de cabello oscuro y no más de veinticinco años, estaba visiblemente agitado pero concentrado en su tarea. Su compañero, un rubio joven que no aparentaba más de veinte, parecía algo menos seguro, aunque no por ello menos determinado. Entre los dos lograron acercar colchas, frascos y una caja que seguramente contenía herramientas médicas. Fue entonces cuando tus pies tocaron finalmente el suelo. Varias miradas se posaron en ti, algunas llenas de desconfianza y otras de sorpresa ante tu llegada. Sin perder tiempo, hablaste en tu lengua natal, pero, como era de esperarse, nadie parecía entenderte… hasta que una voz se alzó de forma torpe.
—Hva skjedde med ham?— preguntó la mujer de cabello verde con la nodachi, pronunciando tu lengua natal, como un niño que apenas aprende a hablar. Su acento era extraño, pero su esfuerzo era evidente. A pesar de que su postura permanecía alerta, con una mano firmemente colocada en el mango de su espada; aunque la desconfianza en su mirada se tambaleó cuando mencionaste que Sijuh te había hablado de ellos, y mas aún cuando pronunciaste aquella palabra que congeló su expresión... "Hermana"... El impacto fue evidente en su rostro, que pasó de la cautela a la sorpresa. La mujer quedó completamente pasmada, como si no pudiera decidir si tus palabras se referían a Sijuh o, de alguna manera extraña, a ella misma.
Mientras tanto, Gwen ignoró por completo el intercambio verbal. Sin esperar ni un segundo, se lanzó hacia ti y comenzó a revisar el estado de Sijuh, quitandole parte de su armadura y despejando su pucho para poder tomar sus signos vitales con un estetoscopio. Sus ojos se detuvieron en los roces de bala, las manchas de sangre en su boca, y la fatiga evidente que recorría su cuerpo. Su expresión era bastante seria...
—¿Quién le hizo esto?— preguntó Gwen con dureza, aunque no esperó una respuesta directa. De inmediato, comenzó a dar más órdenes, pidiendo agujas, una vía para transfusión y suero. Sus movimientos eran tan precisos que era evidente que no era la primera vez que manejaba una situación así. Su equipo médico, aunque improvisado, parecía sorprendentemente completo y funcional para un campamento escondido.
Mientras Gwen se enfocaba en tu hermana, otro miembro del grupo, el chico de cabello oscuro, notó tu estado. Aunque la figura que proyectabas resultaba intimidante, se armó de valor y se acercó con una expresión de preocupación. En sus manos llevaba gasas y una botella de alcohol. —Toma asiento, hay que limpiar esas heridas— dijo con voz temblorosa, como si no estuviera del todo seguro de cómo hablarte. Sus ojos se posaron en la herida de tu hombro, donde la bala había dejado su marca. Aunque era evidente que estaba asustado, no parecía tener malas intenciones.