
Ubben Sangrenegra
Loki
29-12-2024, 12:17 AM
Tu respuesta ante Mía no fue convincente para nada. —Claro... no me mientas...— respondió con una mirada penetrante que te hacía sentir como si estuviera analizando cada palabra que pronunciabas, leyendola directamente de tu alma. Si bien no mentiste directamente, 1+1 es 2, y el hecho de que tu hermana hubiera sido envenenada por vías respiratorias, siendo tú un hombre de gas, no dejaba mucho espacio para la duda. Aquellos ojos verdes se estrecharon ligeramente mientras te evaluaba... había atado los cabos.
Sin embargo, mientras continuabas hablando, notó enseguida que lo único sin sentido en tu relato era el inicio; lo demás encajaba perfectamente en una narrativa plausible. Mía parecía percibir la sinceridad en tus intenciones, gracias a su habilidad con el haki de observación, y finalmente dejó escapar un pequeño suspiro. —Sí, cuñada— respondió la peliverde tras un instante de deliberación, esta vez con un tono más relajado mientras dirigía su mirada a tu rostro. Su expresión se suavizó, aunque no del todo.
—Somos pareja hace cuatro meses... nos conocimos aquí, en la tripulación. Mi nombre es Mia Morgoth— continuó, cambiando su postura ligeramente, como si quisiera dejar claro que no había nada que ocultar respecto a su relación. Mía prosiguió, ahora más tranquila. —Nosotros somos de la armada... estamos buscando gente que quiera unirse a la causa. Hay muchos frentes que mantener y pocas manos para dar abasto— explicó ante tu pregunta sobre qué hacían en el lugar, con un tono que denotaba cierto orgullo contenido.
El tiempo pasó lentamente después de que Gwen entrara en la carpa. Casi cuarenta minutos transcurrieron sin que tuvieran noticia alguna de tu hermana, y cada segundo que pasaba parecía tensar más el ambiente. El grupo en general evitaba acercarse a ti, con excepción del pelinegro y la peliverde, quienes parecían menos intimidados por tu presencia. Tu herida ya estaba tratada y el chico de oscuros cabellos te trajo un poco de agua fresca para beber. El resto te observaba con una mezcla de recelo y temor. Era evidente que reconocían tu naturaleza como usuario de logia; verte llegar volando, medio gaseoso, había sido suficiente para mantenerlos a raya. Tu altura y expresión imponente no ayudaban en absoluto a disipar aquella atmósfera de desconfianza.
Finalmente, Gwen salió de la carpa, quitándose unos guantes y arrojándolos en una caja junto a la entrada. Su rostro permanecía inexpresivo mientras caminaba hacia ustedes, aunque sus movimientos delataban su fatiga tras el tratamiento. Mía no pudo contenerse más y preguntó rápidamente —¿Sijuh está bien?— Gwen asintió con un gesto breve, pero su mirada enseguida se clavó en ti. Había algo en su expresión que demandaba atención inmediata.
—No sé con quiénes se enfrentaron, pero mi segunda al mando no cae fácilmente... eso lo comprobé por mí misma...— comentó, mientras te miraba hacia arriba, enfrentando la diferencia de estatura con una postura firme. Con un poco de suerte, podrías notar una cicatriz de forma serrada que recorría el borde de su cuello, extendiéndose hacia abajo en dirección a su cadera,a dentrandose en la ropa. La marca era testimonio de lo que el colmillo de Haatii podía hacer, y su mirada no dejaba lugar a dudas de que conocía bien la fuerza de tu hermana.
—Despertó después de tratarla, pero la volví a sedar. Estaba muy desgastada— mencionó, haciendo una pausa antes de continuar —¿Viste si los tipos tenían algo que los identificase con alguna organización o el Gobierno Mundial?— preguntó con voz firme, no con enojo, pero cargado de una seriedad que se sentía como un peso tangible en el aire. —¿Algún tatuaje o algo que permita reconocerles?— insistió en su interrogatorio buscando desentrañar la verdad de lo ocurrido.
Sin embargo, mientras continuabas hablando, notó enseguida que lo único sin sentido en tu relato era el inicio; lo demás encajaba perfectamente en una narrativa plausible. Mía parecía percibir la sinceridad en tus intenciones, gracias a su habilidad con el haki de observación, y finalmente dejó escapar un pequeño suspiro. —Sí, cuñada— respondió la peliverde tras un instante de deliberación, esta vez con un tono más relajado mientras dirigía su mirada a tu rostro. Su expresión se suavizó, aunque no del todo.
—Somos pareja hace cuatro meses... nos conocimos aquí, en la tripulación. Mi nombre es Mia Morgoth— continuó, cambiando su postura ligeramente, como si quisiera dejar claro que no había nada que ocultar respecto a su relación. Mía prosiguió, ahora más tranquila. —Nosotros somos de la armada... estamos buscando gente que quiera unirse a la causa. Hay muchos frentes que mantener y pocas manos para dar abasto— explicó ante tu pregunta sobre qué hacían en el lugar, con un tono que denotaba cierto orgullo contenido.
El tiempo pasó lentamente después de que Gwen entrara en la carpa. Casi cuarenta minutos transcurrieron sin que tuvieran noticia alguna de tu hermana, y cada segundo que pasaba parecía tensar más el ambiente. El grupo en general evitaba acercarse a ti, con excepción del pelinegro y la peliverde, quienes parecían menos intimidados por tu presencia. Tu herida ya estaba tratada y el chico de oscuros cabellos te trajo un poco de agua fresca para beber. El resto te observaba con una mezcla de recelo y temor. Era evidente que reconocían tu naturaleza como usuario de logia; verte llegar volando, medio gaseoso, había sido suficiente para mantenerlos a raya. Tu altura y expresión imponente no ayudaban en absoluto a disipar aquella atmósfera de desconfianza.
Finalmente, Gwen salió de la carpa, quitándose unos guantes y arrojándolos en una caja junto a la entrada. Su rostro permanecía inexpresivo mientras caminaba hacia ustedes, aunque sus movimientos delataban su fatiga tras el tratamiento. Mía no pudo contenerse más y preguntó rápidamente —¿Sijuh está bien?— Gwen asintió con un gesto breve, pero su mirada enseguida se clavó en ti. Había algo en su expresión que demandaba atención inmediata.
—No sé con quiénes se enfrentaron, pero mi segunda al mando no cae fácilmente... eso lo comprobé por mí misma...— comentó, mientras te miraba hacia arriba, enfrentando la diferencia de estatura con una postura firme. Con un poco de suerte, podrías notar una cicatriz de forma serrada que recorría el borde de su cuello, extendiéndose hacia abajo en dirección a su cadera,a dentrandose en la ropa. La marca era testimonio de lo que el colmillo de Haatii podía hacer, y su mirada no dejaba lugar a dudas de que conocía bien la fuerza de tu hermana.
—Despertó después de tratarla, pero la volví a sedar. Estaba muy desgastada— mencionó, haciendo una pausa antes de continuar —¿Viste si los tipos tenían algo que los identificase con alguna organización o el Gobierno Mundial?— preguntó con voz firme, no con enojo, pero cargado de una seriedad que se sentía como un peso tangible en el aire. —¿Algún tatuaje o algo que permita reconocerles?— insistió en su interrogatorio buscando desentrañar la verdad de lo ocurrido.