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Illyasbabel
cuervo de tiburón
29-12-2024, 12:37 AM
Pocos segundos a punto de partir, su querido compañero hacía aparición en la nave, - ¡Buen día camarada!- exclamó entusiasta mientras descansaba en uno de los sillones. - Al jefe le he perdido el rastro... - respondió a su compañero, - Supongo que no vendrá en este viaje, ¡aún estamos a tiempo! he! he! - mencionó, con tono esperanzador, esperando que Yoshiro llegue a tiempo ( o quizas alguien en su remplazo). Al fin y al cabo había una temporada entera desde la ultima vez que los vio. Aunque fuera o no con ellos en este viaje, la sola idea de inspeccionar el continente, o mejor dicho, cruzar Red line, le daba toda la motivación que requería. Allí, en aquellas no tan lejanas tierras, posaba el origen de su nacimiento y quizá una buena historia que contar. Probablemente Illyasbabel se encontraba yendo hacía su destino, o quizás solo sería un buen viaje, lo más importante ahora era disfrutar el recorrido y planificar respecto al futuro. El viejo cuervo se levantó de su asiento aún conservando su cigarro para acercarse a Shy y, quitando su sombrero, darle la mano en gesto de saludo. - Me alegro volver a verte...¡Shy!- dijo mientras le daba un apretón de manos.
Pronto el viaje comenzaba con una reconocida sensación de elevarse por los aires y alcanzar los cielos, aunque no se vio sorprendido por el arte de aquellas maquinas, si le resulto muy cómodo la cabina del lugar donde uno podía descansar a gusto y por sobre todo disfrutar de los vinos que allí se ofrecían. La hora de beber había llegado. - ¡Salud! - exclamó mientras descorchaba la botella y servía unas copas. La pequeña fiesta que había montado duro apenas unos minutos, una vez alcanzado la proximidad con Red Line la cosa se puso fiera. Por no decir que las copas que había servido cayeron al piso, la nave empezó a tambalear de uno lado a otro, cual barco meciéndose en la mar y los pocos tripulantes que había empezaban a dudar de la efectividad de aquel método de viaje. La situación parecía haberse salido de control. - ¿¿Esto es normal?? - preguntó a los maquinistas que parecían hacer un esfuerzo por mantener el curso de la embarcación. No hubo necesidad de una respuesta cuando una brisa lo empujo hacía el interior de la cubierta estrellándolo con una de las paredes y provocando consecuentemente que una ventana estallara. Estaban en problemas y el viejo cuervo lo sabía, era mejor actuar para no terminar metidos en semejante nubarrón. Rápidamente alcanzo la superficie para socorrer a los maquinistas, desde allí, se encargaría de sujetar las cuerdas que se soltaran y asegurarse de no perder a ninguno de los trabajadores. Con su fuerza y conocimiento de los cielos, le resultaba casi natural adaptarse al ambiente, con ello se encargaría de sujetar a los marineros que estuvieran a punto de caer e intentaría proveerles facilidad para moverse.
Pronto el viaje comenzaba con una reconocida sensación de elevarse por los aires y alcanzar los cielos, aunque no se vio sorprendido por el arte de aquellas maquinas, si le resulto muy cómodo la cabina del lugar donde uno podía descansar a gusto y por sobre todo disfrutar de los vinos que allí se ofrecían. La hora de beber había llegado. - ¡Salud! - exclamó mientras descorchaba la botella y servía unas copas. La pequeña fiesta que había montado duro apenas unos minutos, una vez alcanzado la proximidad con Red Line la cosa se puso fiera. Por no decir que las copas que había servido cayeron al piso, la nave empezó a tambalear de uno lado a otro, cual barco meciéndose en la mar y los pocos tripulantes que había empezaban a dudar de la efectividad de aquel método de viaje. La situación parecía haberse salido de control. - ¿¿Esto es normal?? - preguntó a los maquinistas que parecían hacer un esfuerzo por mantener el curso de la embarcación. No hubo necesidad de una respuesta cuando una brisa lo empujo hacía el interior de la cubierta estrellándolo con una de las paredes y provocando consecuentemente que una ventana estallara. Estaban en problemas y el viejo cuervo lo sabía, era mejor actuar para no terminar metidos en semejante nubarrón. Rápidamente alcanzo la superficie para socorrer a los maquinistas, desde allí, se encargaría de sujetar las cuerdas que se soltaran y asegurarse de no perder a ninguno de los trabajadores. Con su fuerza y conocimiento de los cielos, le resultaba casi natural adaptarse al ambiente, con ello se encargaría de sujetar a los marineros que estuvieran a punto de caer e intentaría proveerles facilidad para moverse.