
Horus
El Sol
29-12-2024, 01:27 AM
Simplemente me senté junto al sujeto de cabellos castaños que aceptó de buen grado la mandarina que le ofrecí. Dejé la bolsa con los frutos abierta entre los dos para que pudiera tomar lo que gustase de ella según le apeteciera. Al fin y al cabo, como decía, era una mejor experiencia comer en compañía. Y la verdad es que comer mandarinas contemplando la nieve caer tenía un cierto encanto melancólico que marcaba el final del otoño para dar paso al helador invierno. Era un recordatorio de que el paso de las estaciones está muy presente y marcado en la naturaleza y el ciclo de los frutos, logrando que asociemos ciertas cosas a una época determinada.
— No es eso, no creo tener talento para la navegación. Ya he leído múltiples veces libros sobre el clima y la navegación, pero carezco de la intuición para anticipar el clima con las pequeñas pistas que este va dejando, y se me da mal leer las corrientes marinas — le diría de una forma sincera.
Era la verdad; el camino que me trajo hasta esta isla no fue nada fácil, y eso que nos encontramos en un mar relativamente tranquilo, cuya navegación se supone que es más sencilla que en lugares como la Grand Line. Pero el viajar sin un navegante me hizo notar más que nunca lo importante que es su presencia y figura en cualquier embarcación que se precie. Viajar sin un oficial de derrota es como intentar andar por un bosque con los ojos vendados, una auténtica locura que está destinada a, quizás, no una muerte segura, pero a llegar a un destino inesperado con múltiples moratones, seguro.
Escucharía las palabras del que ahora sabía que era un joven Marine, pero experimentado en el campo de la navegación. Con sus palabras, saltaba a la vista lo importante que era el mar y la náutica para él. Sonaba a una forma de vida, un camino que lleva a conocerte mejor a ti mismo. A eso le encontraba sentido; sin duda alguna, quien encuentra el camino en la adversidad es el que mejor puede dirigir el rumbo de su vida, llevando su destino a buenos puertos. Eso me fastidiaba; sin duda, los navegantes son alguien genial. Quería más que nunca que alguno me quisiera acompañar.
— Pues la verdad es que, como te dije, no se me da muy bien navegar y no es como que haya venido para aprender a la fuerza en un sitio de buena reputación. Yo soy partidario de que si alguien es malo en algo y bueno en otras cosas, debe potenciar en lo que es bueno y volverse excelente en esos campos, en lugar de intentar forzarse a ser bueno en algo para lo que no tiene una afinidad natural — solté una larga explicación.
Era una filosofía de vida para mí, aunque claro que sería interesante ser bueno en todo. Pero no se puede destacar en todos los campos. ¿Acaso si ves que el mejor espadachín del mundo tiene una puntería mediocre con un revólver le forzarás a tomar lecciones de tiro para que mejore su puntería, o simplemente dejarás que siga puliendo y perfeccionando su técnica para lograr que alcance metas nunca antes vistas en la esgrima? La respuesta para mí era evidente; sin duda, yo no había nacido para dominar la navegación.
— Vine justo para buscar a alguien que sí haya nacido con esa pasión y don para la navegación, alguien como tú. Aunque no es conveniente, como mercader, mostrar el interés sin haber preparado el terreno previamente, me temo que no podría hacerte ninguna oferta que te convenciera, dado que, siendo Marine, ya estás comprometido con otra causa — le comente sin más.
Ya he conocido a algunos Marines. No era un oficio que se eligiera así como así para llevar una cómoda vida y querer trabajar poco. Los que había encontrado hasta la fecha de esa facción habían tomado una elección de vida en la que ponían en riesgo su propia vida para ayudar a otros y a los ideales que ellos dictaminaban como justicia. Algo que, sin duda, podía respetar, pero en ese momento me suponía un fastidio porque justo había encontrado a alguien apasionado por la navegación, que era justo lo que buscaba.
Cuando me enseñaba a hacer los nudos como todo un profesional, no pude evitar sonreír. Se notaba reflejado en sus movimientos, en su rostro mientras enseñaba, en sus palabras. Todo él reflejaba una gran pasión por lo que hacía. Evidentemente, presté atención al nudo que me enseñó; no era un conocimiento que no me pudiera ser útil en el futuro. De hecho, dentro de no mucho descubriría la utilidad de esos buenos nudos por culpa de una tormenta cuando intentara viajar al North Blue, pero eso es una historia futura que no viene a cuento ahora.
— Se ve interesante; procuraré recordarlo. Y dime, ¿qué te llevó a aprender sobre navegación y querer ser Marine? Es una profesión peligrosa y de la que la gente espera mucho de ti — le pregunté sin más.
Emulé un poco su nudo usando un extremo de la cinta que se usaba para cerrar el saco de mandarinas, sin cerrar el saco, evidentemente. Hice lo mejor que pude, pero lo que realmente me interesaba era conocer un poco más a ese joven Marine al que le apasionaba la navegación.
— Porque supongo que no te interesará salir al mar a vivir aventuras, ¿verdad? — le soltaría así de pasada.
— No es eso, no creo tener talento para la navegación. Ya he leído múltiples veces libros sobre el clima y la navegación, pero carezco de la intuición para anticipar el clima con las pequeñas pistas que este va dejando, y se me da mal leer las corrientes marinas — le diría de una forma sincera.
Era la verdad; el camino que me trajo hasta esta isla no fue nada fácil, y eso que nos encontramos en un mar relativamente tranquilo, cuya navegación se supone que es más sencilla que en lugares como la Grand Line. Pero el viajar sin un navegante me hizo notar más que nunca lo importante que es su presencia y figura en cualquier embarcación que se precie. Viajar sin un oficial de derrota es como intentar andar por un bosque con los ojos vendados, una auténtica locura que está destinada a, quizás, no una muerte segura, pero a llegar a un destino inesperado con múltiples moratones, seguro.
Escucharía las palabras del que ahora sabía que era un joven Marine, pero experimentado en el campo de la navegación. Con sus palabras, saltaba a la vista lo importante que era el mar y la náutica para él. Sonaba a una forma de vida, un camino que lleva a conocerte mejor a ti mismo. A eso le encontraba sentido; sin duda alguna, quien encuentra el camino en la adversidad es el que mejor puede dirigir el rumbo de su vida, llevando su destino a buenos puertos. Eso me fastidiaba; sin duda, los navegantes son alguien genial. Quería más que nunca que alguno me quisiera acompañar.
— Pues la verdad es que, como te dije, no se me da muy bien navegar y no es como que haya venido para aprender a la fuerza en un sitio de buena reputación. Yo soy partidario de que si alguien es malo en algo y bueno en otras cosas, debe potenciar en lo que es bueno y volverse excelente en esos campos, en lugar de intentar forzarse a ser bueno en algo para lo que no tiene una afinidad natural — solté una larga explicación.
Era una filosofía de vida para mí, aunque claro que sería interesante ser bueno en todo. Pero no se puede destacar en todos los campos. ¿Acaso si ves que el mejor espadachín del mundo tiene una puntería mediocre con un revólver le forzarás a tomar lecciones de tiro para que mejore su puntería, o simplemente dejarás que siga puliendo y perfeccionando su técnica para lograr que alcance metas nunca antes vistas en la esgrima? La respuesta para mí era evidente; sin duda, yo no había nacido para dominar la navegación.
— Vine justo para buscar a alguien que sí haya nacido con esa pasión y don para la navegación, alguien como tú. Aunque no es conveniente, como mercader, mostrar el interés sin haber preparado el terreno previamente, me temo que no podría hacerte ninguna oferta que te convenciera, dado que, siendo Marine, ya estás comprometido con otra causa — le comente sin más.
Ya he conocido a algunos Marines. No era un oficio que se eligiera así como así para llevar una cómoda vida y querer trabajar poco. Los que había encontrado hasta la fecha de esa facción habían tomado una elección de vida en la que ponían en riesgo su propia vida para ayudar a otros y a los ideales que ellos dictaminaban como justicia. Algo que, sin duda, podía respetar, pero en ese momento me suponía un fastidio porque justo había encontrado a alguien apasionado por la navegación, que era justo lo que buscaba.
Cuando me enseñaba a hacer los nudos como todo un profesional, no pude evitar sonreír. Se notaba reflejado en sus movimientos, en su rostro mientras enseñaba, en sus palabras. Todo él reflejaba una gran pasión por lo que hacía. Evidentemente, presté atención al nudo que me enseñó; no era un conocimiento que no me pudiera ser útil en el futuro. De hecho, dentro de no mucho descubriría la utilidad de esos buenos nudos por culpa de una tormenta cuando intentara viajar al North Blue, pero eso es una historia futura que no viene a cuento ahora.
— Se ve interesante; procuraré recordarlo. Y dime, ¿qué te llevó a aprender sobre navegación y querer ser Marine? Es una profesión peligrosa y de la que la gente espera mucho de ti — le pregunté sin más.
Emulé un poco su nudo usando un extremo de la cinta que se usaba para cerrar el saco de mandarinas, sin cerrar el saco, evidentemente. Hice lo mejor que pude, pero lo que realmente me interesaba era conocer un poco más a ese joven Marine al que le apasionaba la navegación.
— Porque supongo que no te interesará salir al mar a vivir aventuras, ¿verdad? — le soltaría así de pasada.