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Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
29-12-2024, 01:46 AM
Desde los estrictos códigos que me regían, afrontar este tipo de retos me constituían como el ser que había estado construyendo todos estos largos años. Bien es cierto, que en anteriores ocasiones tanto en Cozia, como en la Red Line, los motivos que me impulsaban a desafiar lo incierto eran otros, otros más bien personales, pero ahora, La Marina pasaba a reforzar el North Blue con efectivos, y al ver que iban a mandar a tantos y tantos reclutas a tal sitio, no podía quedarme de brazos cruzados para ir hasta esa parte del mundo.
Galhard y Giorno venían en el mismo barco, aunque no había tenido mucha posibilidad de intercambiar palabras con ellos dada mi recogida para mentalizarme ante lo que estaba por venir, pues lo incierto, te hace estar en una alerta constante para afrontar lo que provenga desde ese amasijo de misterio y tensión, porque además, había que incluir el añadido de que el viaje parecía realizarse mediante unas especies de criaturas que llevaban el barco en volandas, ¿cómo accedió la marina ante tal idea?, a priori pensaba de que fuera el único recurso al alcance para realizarlo, pero no estimaba una fiabilidad segura ante los posibles peligros que pudieran acecharnos en el aire.
Una vez el barco zarpó, o más bien despegó, me retiré desde la proa hasta mi camarote. Si quería resguardarme de cualquier síntoma de duda, temor o desconfianza, tenía que ser consecuente con mi puesto, y durante el trayecto meditaría.
El corazón tenía su propio lenguaje, y cualquiera con un mínimo de autoconocimiento sabría, que los latidos que el músculo hacía, emitían como si en un código morse se tratase, aquellas palabras más subyacentes dentro de nosotros, solo que al igual que el código morse, los latidos había que saber escucharlos, comprenderlos y traducirlos, pues todo aquel alejado de su corazón, nunca encontrará vacuna alguna contra la deshumanización que lo gobierna.
Sin embargo, el viaje se empezaría a tornar complejo debido a algunas turbulencias que empezaba a sentir. Estaba en el camarote preparándome para la llegada y lo que pudiera acontecer al otro lado de la Red Line, lo que sí que era cierto, que no imaginaba que el barco se empezase a sentir endeble e inseguro, ¿aguantaría el pulpo los zarandeos de lo que parecía ser una tormenta?, el viento azuzaba con un silbido amenazante por los huecos de la madera, la corriente penetraba por debajo de la misma puerta del camarote y los resquicios de la misma me llegaban mientras seguía inmóvil en el suelo sobre la esterilla.
Sin tener un conocimiento más fiel y cercano de lo que podía estar sucediendo ahí a fuera, era consciente de los rugidos de un temporal traicionero. Y a pesar de lo que podía darse allí arriba, mantuve la compostura siguiendo en mi estado pues, si estábamos ante tal altura, que de seguro sería incluso superior a la de la Red Line, si nos teníamos que precipitar al vacío, no habría ayuda posible que pudiera hacer para remediarlo. Los compañeros marines de cubierta debían de arreglárselas junto al equipo de la empresa de los pulpos para intentar salvar la situación, yo por el momento debía de mantenerme tal y como había empezado.