
Horus
El Sol
29-12-2024, 06:17 AM
El joven Marine comprendía mis palabras; no todo el mundo nace con el talento para hacer cualquier cosa, aunque tenía un enfoque algo diferente al mío. Mientras que yo buscaba, como ideal, cultivar y pulir los talentos naturales de un individuo, él creía que con esfuerzo y constancia se podía llegar a cualquier cosa. Y la verdad es que estoy de acuerdo con él. Tal vez no me expresé del todo bien al decir lo que dije; es como si hubiera afirmado que uno solo debía dedicarse a lo que se le daba bien y que nada más importaba. Y no es cierto. Sí opino que lo mejor es cultivar un diamante en bruto y hacer que brille, pero siempre que ese talento encaje con las metas y ambiciones de uno. Si no se te da bien la navegación, pero amas el mar y quieres capitanear un barco por todos los mares, debes enfrentarlo con todas tus fuerzas. Mi punto se enfoca más en no forzar a alguien a que practique algo que no se le da bien y, por supuesto, que no quiere hacer.
— Entiendo tu punto. Yo siempre considero que aprendo mucho de todos mis viajes. Siempre procuro empaparme de la cultura y costumbres de los lugares a los que voy, mezclarme con su gente, no irme a dormir sin haber aprendido algo, como por ejemplo este nudo — le diría, mostrando el nudo que hice.
Aunque mi talento para atar cabos no sería recordado como veloz y elegante en mi prestidigitación, para ser la primera vez considero que no había quedado mal; parecía firme y capaz de aguantar los tirones, que al fin y al cabo es lo que esperamos de un nudo. Pero dejé de lado el nudo que hice al notar el cambio de postura y semblante ante la última pregunta que le había hecho. Igual no había sido un asunto muy adecuado del que hablar de buenas a primeras, pero aunque noté el cambio en su conjunto, seguía reflejando esa apacible y agradable sonrisa.
Sus motivos eran buenos. Claramente era de eso que podríamos llamar un buen Marine. Aunque tampoco es que nunca me haya topado con un mal Marine, por lo menos no uno que lo resaltara de forma evidente. En el fondo también albergo ese sentimiento de ayudar y proteger a los demás; no soy alguien tan cruel para ver el sufrimiento ajeno y quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. No obstante, no albergo en mi interior un sentimiento por la justicia tan grande como para ligar mi vida al servicio militar; creo que me marchitaría encerrado en la jaula blanca y celeste.
— Sí, es cierto, en sí vosotros debéis vivir muchas aventuras a vuestra manera y con ellas hacéis un gran servicio a la gente. Puedo entender un poco tus motivos. Yo también nací en un entorno parecido, contemplando cómo mis hermanos debían seguir las costumbres y deberes de la familia con la sociedad porque era lo que se esperaba de ellos, como si su futuro ya estuviera escrito desde que nacieron y debieran permanecer en el camino que les dictaron porque era su deber... Yo, por suerte, me encontraba en unas circunstancias especiales y pude elegir mi propio destino — diría orgulloso.
Mis hermanos estaban condenados a seguir los estándares de la familia como miembros herederos que eran. Mi hermano mayor tomaría el nombre de la familia, heredaría el cargo de padre como escriba en la corte de Alubarna y tendría una vida perfecta. Es seguro que para estas alturas ya le han debido presentar a la mujer con la que tendrá que casarse, un destino similar al que tenía mi hermana menor, cuyo matrimonio político ya estaba pactado desde que ella tenía once años. Sus vidas eran la perfecta definición de vivir en una jaula de oro.
— Podríamos decir que estoy intentando ver mundo y vivir las aventuras que ellos no podrían en sus circunstancias. Y algún día, cuando vuelva a mi hogar, podré compartir con ellos las cosas increíbles que he visto para que conozcan aquello que hay más allá de nuestro hogar, aunque solo sea con mis palabras y los objetos que pueda llevarles — comentaré, desviando por unos momentos la conversación.
Sería Galhard quien reconduciría un poco la conversación hacia la búsqueda que yo tenía de un nuevo navegante, resaltando que tanto él como el resto de la Marina siempre estarían ahí para ofrecer una mano en momentos de necesidad que pudiera tener en el futuro. Era agradable saber que se podía contar con gente así de amable y dedicada a los demás.
— Sí, es cierto, no necesito al mejor del mundo, pero sí que me gustaría encontrar a alguien que albergara tanta pasión por la navegación como noto en ti. Ya sabes, alguien que realmente le interese el tema y quiera mejorar en ello, aunque no sea el mejor. Yo aún tengo mucho que aprender en esta vida, así que sería genial encontrar a alguien con quien poder crecer y progresar juntos — era una reflexión sincera.
La nieve, aún tenue, se hacía palpable en la ropa y piel, dejando rastros de humedad cuando esta se deshacía por el calor corporal. Aunque aún no era algo que pudiéramos considerar desagradable o molesto, por lo menos yo. En el rato que me había sentado a hablar con el joven Marine, ya habían salido unas pocas personas más de la institución, pero como estaba absorto en la conversación, no les presté atención, la verdad.
—Y como viajero he de decir que es reconfortante saber que podemos contar con Marines como tú por la mar. Brinda cierta seguridad a la hora de navegar, aunque sé que alguna aventura me llevará a lugares lejos de vuestros radares y tendré que valerme por mí mismo en esas situaciones, así que debo ser más capaz — soltaría un leve suspiro — Y la verdad es una lástima que nuestros caminos estén condenados a encuentros esporádicos; siento que me podría llevar bien contigo si pudieras acompañarme, pero tu labor y deber son muy respetables — de nuevo, una insinuación a colaborar.
Aunque se notaba en mi pregunta indirecta que ya no iba en serio, sabía que el lugar del Marine Galhard era la propia Marina en la que podía perseguir sus sueños y tener su propia idea de libertad, lo que rompía con el paradigma que yo planificaba para mi rumbo y vida.
— Sabes, eres un buen tipo... esto... Soy increíble, con todo este rato y no te he preguntado cómo te llamas... Yo soy Horus, un placer — le diría, tendiéndole la mano.
— Entiendo tu punto. Yo siempre considero que aprendo mucho de todos mis viajes. Siempre procuro empaparme de la cultura y costumbres de los lugares a los que voy, mezclarme con su gente, no irme a dormir sin haber aprendido algo, como por ejemplo este nudo — le diría, mostrando el nudo que hice.
Aunque mi talento para atar cabos no sería recordado como veloz y elegante en mi prestidigitación, para ser la primera vez considero que no había quedado mal; parecía firme y capaz de aguantar los tirones, que al fin y al cabo es lo que esperamos de un nudo. Pero dejé de lado el nudo que hice al notar el cambio de postura y semblante ante la última pregunta que le había hecho. Igual no había sido un asunto muy adecuado del que hablar de buenas a primeras, pero aunque noté el cambio en su conjunto, seguía reflejando esa apacible y agradable sonrisa.
Sus motivos eran buenos. Claramente era de eso que podríamos llamar un buen Marine. Aunque tampoco es que nunca me haya topado con un mal Marine, por lo menos no uno que lo resaltara de forma evidente. En el fondo también albergo ese sentimiento de ayudar y proteger a los demás; no soy alguien tan cruel para ver el sufrimiento ajeno y quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. No obstante, no albergo en mi interior un sentimiento por la justicia tan grande como para ligar mi vida al servicio militar; creo que me marchitaría encerrado en la jaula blanca y celeste.
— Sí, es cierto, en sí vosotros debéis vivir muchas aventuras a vuestra manera y con ellas hacéis un gran servicio a la gente. Puedo entender un poco tus motivos. Yo también nací en un entorno parecido, contemplando cómo mis hermanos debían seguir las costumbres y deberes de la familia con la sociedad porque era lo que se esperaba de ellos, como si su futuro ya estuviera escrito desde que nacieron y debieran permanecer en el camino que les dictaron porque era su deber... Yo, por suerte, me encontraba en unas circunstancias especiales y pude elegir mi propio destino — diría orgulloso.
Mis hermanos estaban condenados a seguir los estándares de la familia como miembros herederos que eran. Mi hermano mayor tomaría el nombre de la familia, heredaría el cargo de padre como escriba en la corte de Alubarna y tendría una vida perfecta. Es seguro que para estas alturas ya le han debido presentar a la mujer con la que tendrá que casarse, un destino similar al que tenía mi hermana menor, cuyo matrimonio político ya estaba pactado desde que ella tenía once años. Sus vidas eran la perfecta definición de vivir en una jaula de oro.
— Podríamos decir que estoy intentando ver mundo y vivir las aventuras que ellos no podrían en sus circunstancias. Y algún día, cuando vuelva a mi hogar, podré compartir con ellos las cosas increíbles que he visto para que conozcan aquello que hay más allá de nuestro hogar, aunque solo sea con mis palabras y los objetos que pueda llevarles — comentaré, desviando por unos momentos la conversación.
Sería Galhard quien reconduciría un poco la conversación hacia la búsqueda que yo tenía de un nuevo navegante, resaltando que tanto él como el resto de la Marina siempre estarían ahí para ofrecer una mano en momentos de necesidad que pudiera tener en el futuro. Era agradable saber que se podía contar con gente así de amable y dedicada a los demás.
— Sí, es cierto, no necesito al mejor del mundo, pero sí que me gustaría encontrar a alguien que albergara tanta pasión por la navegación como noto en ti. Ya sabes, alguien que realmente le interese el tema y quiera mejorar en ello, aunque no sea el mejor. Yo aún tengo mucho que aprender en esta vida, así que sería genial encontrar a alguien con quien poder crecer y progresar juntos — era una reflexión sincera.
La nieve, aún tenue, se hacía palpable en la ropa y piel, dejando rastros de humedad cuando esta se deshacía por el calor corporal. Aunque aún no era algo que pudiéramos considerar desagradable o molesto, por lo menos yo. En el rato que me había sentado a hablar con el joven Marine, ya habían salido unas pocas personas más de la institución, pero como estaba absorto en la conversación, no les presté atención, la verdad.
—Y como viajero he de decir que es reconfortante saber que podemos contar con Marines como tú por la mar. Brinda cierta seguridad a la hora de navegar, aunque sé que alguna aventura me llevará a lugares lejos de vuestros radares y tendré que valerme por mí mismo en esas situaciones, así que debo ser más capaz — soltaría un leve suspiro — Y la verdad es una lástima que nuestros caminos estén condenados a encuentros esporádicos; siento que me podría llevar bien contigo si pudieras acompañarme, pero tu labor y deber son muy respetables — de nuevo, una insinuación a colaborar.
Aunque se notaba en mi pregunta indirecta que ya no iba en serio, sabía que el lugar del Marine Galhard era la propia Marina en la que podía perseguir sus sueños y tener su propia idea de libertad, lo que rompía con el paradigma que yo planificaba para mi rumbo y vida.
— Sabes, eres un buen tipo... esto... Soy increíble, con todo este rato y no te he preguntado cómo te llamas... Yo soy Horus, un placer — le diría, tendiéndole la mano.