
Horus
El Sol
29-12-2024, 04:58 PM
Las palabras de Galhard me alegraron. La verdad es que era agradable tener una conversación así de distendida de vez en cuando, y más aún cuando era con alguien con quien tenía tantas cosas en común, aunque no lo parecieran a primera vista. Él seguía insistiendo en que la navegación era más cuestión de práctica y dedicación que simplemente de talento natural, y que no era necesario que me rindiera tan pronto con ella porque no se me diera bien.
— Tienes razón, la vida es muy larga; nunca se sabe si en mis ratos libres podría ir dedicándome a pequeñas cosas de este mundillo e ir puliéndolas. Sin duda, tengo la impresión de que este nudo que me enseñaste me podrá ser útil algún día, sobre todo porque no es que sea algo solo práctico en la navegación. Al fin y al cabo, nunca se sabe cuándo podrás aplicar el conocimiento y habilidades de un campo en otro diferente, nutriendo el conocimiento entre sí — le comentaría mientras tomaba otra mandarina.
El cítrico se deslizaría por mis manos, liberando la piel que rodeaba a los gajos del fruto. Ya se estaba volviendo algo completamente rutinario y automático pelar la mandarina cuando llevabas varias seguidas. Se podía llegar a apreciar el punto de maduración de la fruta según lo fácil o difícil que fuera desprender la piel, siendo aquellas más compactas y adheridas las menos maduras, aunque eso no significaba necesariamente que estuviera mala; solo alteraba el punto de acidez o dulzor de los gajos.
— Sí, desde luego, el mundo es maravilloso y está lleno de misterios. He recorrido muchas islas desde que partí de mi hogar en Arabasta, pero aún no he podido conocer ni una décima parte de este mundo, y seguramente la cifra es mucho menor. Y eso solo hablando del mundo conocido; aun quedan muchas islas y lugares que se consideran solo leyendas y mitos, esperando ser encontrados de nuevo — me levantaría ante tal imagen mental — ¡Me muero de ganas de partir al mar y enfrentarme a los misterios que este aguarda! — proclamé con emoción.
En este mundo todavía quedaban demasiados misterios sin resolver, todos relatados en cuentos, leyendas y mitos. Pero también había pistas y rastros de ellos en libros históricos o diarios de aventureros antiguos de las eras pasadas. Yo aspiraba a seguir sus pasos y caminar sobre sus viejas pisadas para proseguir el camino donde ellos lo dejaron y avanzar hacia nuevas fronteras.
— Pero tienes razón en una cosa que no había pensado. Puedo buscar también en los puertos y tabernas costeras; en esta institución todos están demasiado ocupados o ya tienen un camino decidido. Tal vez más cerca del terreno pueda encontrar a alguien interesante — me mostraba entusiasmado con la idea.
Ya tenía una nueva meta y objetivo por los cuales ir a continuación. Como esperaba, aunque en este lugar no encontrara de forma directa a un navegante, esperaba, como poco, obtener una pista para encarar la búsqueda de uno. Como cuando se buscan tesoros, muchas veces no es tan simple como dar con el objetivo a la primera, sino que se trata de ir encadenando pistas y guías para alcanzar finalmente el objetivo final.
— Y sí, no quedan muchas mandarinas, así que será mejor ponerles fin antes de que se puedan echar a perder — le diría.
Me volví a colocar a su lado con el fin de seguir la conversación mientras degustábamos las pocas mandarinas que quedaban en la bolsa. Al fin y al cabo, tampoco es que me hubieran dado tantísimas y llevábamos ya un buen rato con ellas. Pero en esas últimas palabras de Galhard me surgió una pequeña duda que me daba curiosidad. Ya sabía cuál era la motivación que llevó al hombre a emprender el camino que había elegido, pero es cierto que hay algo más importante que a todos nos impulsa.
— Ahora que mencionas eso, Galhard, dime, ¿cuál es tu sueño? O sea, me has contado qué te ha motivado a entrar en la marina y dedicarte a la navegación, pero ¿qué sueño y meta esperas alcanzar? — le preguntaría de buen corazón.
Yo ya había más o menos dejado claro que mi meta era descubrir la verdad tras muchos mitos y leyendas que recorrían el mundo, siguiendo los pasos de los antiguos exploradores. Pero tenía mucha curiosidad por lo que podía estar buscando una persona como Galhard.
— Tienes razón, la vida es muy larga; nunca se sabe si en mis ratos libres podría ir dedicándome a pequeñas cosas de este mundillo e ir puliéndolas. Sin duda, tengo la impresión de que este nudo que me enseñaste me podrá ser útil algún día, sobre todo porque no es que sea algo solo práctico en la navegación. Al fin y al cabo, nunca se sabe cuándo podrás aplicar el conocimiento y habilidades de un campo en otro diferente, nutriendo el conocimiento entre sí — le comentaría mientras tomaba otra mandarina.
El cítrico se deslizaría por mis manos, liberando la piel que rodeaba a los gajos del fruto. Ya se estaba volviendo algo completamente rutinario y automático pelar la mandarina cuando llevabas varias seguidas. Se podía llegar a apreciar el punto de maduración de la fruta según lo fácil o difícil que fuera desprender la piel, siendo aquellas más compactas y adheridas las menos maduras, aunque eso no significaba necesariamente que estuviera mala; solo alteraba el punto de acidez o dulzor de los gajos.
— Sí, desde luego, el mundo es maravilloso y está lleno de misterios. He recorrido muchas islas desde que partí de mi hogar en Arabasta, pero aún no he podido conocer ni una décima parte de este mundo, y seguramente la cifra es mucho menor. Y eso solo hablando del mundo conocido; aun quedan muchas islas y lugares que se consideran solo leyendas y mitos, esperando ser encontrados de nuevo — me levantaría ante tal imagen mental — ¡Me muero de ganas de partir al mar y enfrentarme a los misterios que este aguarda! — proclamé con emoción.
En este mundo todavía quedaban demasiados misterios sin resolver, todos relatados en cuentos, leyendas y mitos. Pero también había pistas y rastros de ellos en libros históricos o diarios de aventureros antiguos de las eras pasadas. Yo aspiraba a seguir sus pasos y caminar sobre sus viejas pisadas para proseguir el camino donde ellos lo dejaron y avanzar hacia nuevas fronteras.
— Pero tienes razón en una cosa que no había pensado. Puedo buscar también en los puertos y tabernas costeras; en esta institución todos están demasiado ocupados o ya tienen un camino decidido. Tal vez más cerca del terreno pueda encontrar a alguien interesante — me mostraba entusiasmado con la idea.
Ya tenía una nueva meta y objetivo por los cuales ir a continuación. Como esperaba, aunque en este lugar no encontrara de forma directa a un navegante, esperaba, como poco, obtener una pista para encarar la búsqueda de uno. Como cuando se buscan tesoros, muchas veces no es tan simple como dar con el objetivo a la primera, sino que se trata de ir encadenando pistas y guías para alcanzar finalmente el objetivo final.
— Y sí, no quedan muchas mandarinas, así que será mejor ponerles fin antes de que se puedan echar a perder — le diría.
Me volví a colocar a su lado con el fin de seguir la conversación mientras degustábamos las pocas mandarinas que quedaban en la bolsa. Al fin y al cabo, tampoco es que me hubieran dado tantísimas y llevábamos ya un buen rato con ellas. Pero en esas últimas palabras de Galhard me surgió una pequeña duda que me daba curiosidad. Ya sabía cuál era la motivación que llevó al hombre a emprender el camino que había elegido, pero es cierto que hay algo más importante que a todos nos impulsa.
— Ahora que mencionas eso, Galhard, dime, ¿cuál es tu sueño? O sea, me has contado qué te ha motivado a entrar en la marina y dedicarte a la navegación, pero ¿qué sueño y meta esperas alcanzar? — le preguntaría de buen corazón.
Yo ya había más o menos dejado claro que mi meta era descubrir la verdad tras muchos mitos y leyendas que recorrían el mundo, siguiendo los pasos de los antiguos exploradores. Pero tenía mucha curiosidad por lo que podía estar buscando una persona como Galhard.