
Octojin
El terror blanco
30-12-2024, 12:10 PM
El ambiente se carga de tensión mientras la bestia se detiene y te observa, como si con la vista pudiera identificar cómo eres, cómo actuarás y qué debilidades tienes. Pero no, parece que simplemente se está haciendo a la idea de quién será su próximo rival. Su tamaño imponente no parece detenerse solo en su musculatura; las escamas que cubren su cuerpo brillan bajo la tenue luz, formando una armadura natural que parece impenetrable. Su mirada se fija en ti con una mezcla de hambre y desafío, como si entendiera que eres la mayor amenaza entre los presentes. Por un momento, solo el sonido del viento y los crujidos ocasionales del suelo llenan el aire. Y lo hacen de una manera que parece evocar a una inminente guerra.
La bestia da un paso adelante, mientras sus patas se hunden en el terreno con un peso que hace vibrar la tierra bajo tus pies. Su respiración es audible, un gruñido grave y constante que emana de su garganta puede llegar a llamar tu atención, aunque es tan repetitivo que seguro que tu cabeza lo entiende como un sonido ambiental. Y entonces, te lanzas al ataque.
Sin embargo, tu espada apenas logra arañar su piel. El corte que realizas es rápido y preciso, pero las escamas son mucho más duras de lo que esperabas. El sonido metálico del impacto lo confirma: no será fácil atravesar esa armadura natural. La bestia parece notar la resistencia de tu golpe y lanza un gruñido, sus fauces entreabiertas dejan escapar un aliento que mezcla tierra y un hedor salado, como si el mar aún estuviera impregnado en ella. Ha conseguido defenderse cruzando sus extremidades superiores y valiéndose de esa capa de piel que le impide recibir golpes con normalidad. Tu segundo ataque no surte más efecto, notas cómo golpeas pero que la espada no cree herida debe ser un poco preocupante para una espadachín como tú.
Los luchadores, al ver tu señal, emergen de las trincheras y atacan. Uno de ellos lanza un golpe directo con una lanza improvisada, mientras otro intenta flanquear a la criatura con un cuchillo pesado. Pero el cocodrilo reacciona con una agilidad sorprendente. Con un movimiento amplio de su cola, barre el suelo, enviando a los hombres a volar como si fueran muñecos de trapo. El impacto los arroja varios metros hacia un lado, y sus cuerpos chocan contra el suelo con un ruido seco. Han caído cerca de la tierra con desniveles. Ambos quedan tendidos, aparentemente aturdidos, y por un momento parece que no volverán a ponerse en pie. Aunque finalmente lo hacen con cierta pausa.
Pero ojo, ese barrido también va dirigido hacia ti. Pese a que vuestra posición no era muy cercana, la cola de la bestia es lo suficientemente larga como para intentar darte. Aún así, no parece su ataque definitivo, sino más bien un golpe para que pierdas algo de tiempo. Tras él, la criatura se lanza hacia adelante con sus fauces abiertas, pero en lugar de intentar morder, utiliza su cabeza como un ariete, buscando golpearte de lleno. Un ataque un poco suicida en cualquier caso. Las escamas de su cráneo reflejan la luz como si fueran acero pulido.
El entorno ahora está en caos. Las trampas y zanjas que habéis colocado todavía no entran en juego, pero la bestia parece más interesada en enfrentarte directamente que en caer en una trampa evidente. Su postura es desafiante, sus movimientos, precisos. Este no es un simple animal salvaje; parece un depredador calculador, adaptado tanto a la caza como al combate. Su cuerpo blindado y su capacidad para lanzar ataques devastadores con su cola lo convierten en un rival formidable. Uno que merecerá la pena vencer para luego alardear de ello. O simplemente, para ponerte a prueba.
Por un momento, el aire se llena con el eco de los gruñidos de la criatura y el sonido de su cola al golpear el suelo. El carro con los cultivos permanece detrás de ella, intacto, pero no es difícil imaginar que podría acabar destrozado si la bestia decide cambiar de objetivo. La situación es crítica, y cada movimiento cuenta. La lucha ha comenzado, y la bestia no parece dispuesta a dar tregua.
La bestia da un paso adelante, mientras sus patas se hunden en el terreno con un peso que hace vibrar la tierra bajo tus pies. Su respiración es audible, un gruñido grave y constante que emana de su garganta puede llegar a llamar tu atención, aunque es tan repetitivo que seguro que tu cabeza lo entiende como un sonido ambiental. Y entonces, te lanzas al ataque.
Sin embargo, tu espada apenas logra arañar su piel. El corte que realizas es rápido y preciso, pero las escamas son mucho más duras de lo que esperabas. El sonido metálico del impacto lo confirma: no será fácil atravesar esa armadura natural. La bestia parece notar la resistencia de tu golpe y lanza un gruñido, sus fauces entreabiertas dejan escapar un aliento que mezcla tierra y un hedor salado, como si el mar aún estuviera impregnado en ella. Ha conseguido defenderse cruzando sus extremidades superiores y valiéndose de esa capa de piel que le impide recibir golpes con normalidad. Tu segundo ataque no surte más efecto, notas cómo golpeas pero que la espada no cree herida debe ser un poco preocupante para una espadachín como tú.
Los luchadores, al ver tu señal, emergen de las trincheras y atacan. Uno de ellos lanza un golpe directo con una lanza improvisada, mientras otro intenta flanquear a la criatura con un cuchillo pesado. Pero el cocodrilo reacciona con una agilidad sorprendente. Con un movimiento amplio de su cola, barre el suelo, enviando a los hombres a volar como si fueran muñecos de trapo. El impacto los arroja varios metros hacia un lado, y sus cuerpos chocan contra el suelo con un ruido seco. Han caído cerca de la tierra con desniveles. Ambos quedan tendidos, aparentemente aturdidos, y por un momento parece que no volverán a ponerse en pie. Aunque finalmente lo hacen con cierta pausa.
Pero ojo, ese barrido también va dirigido hacia ti. Pese a que vuestra posición no era muy cercana, la cola de la bestia es lo suficientemente larga como para intentar darte. Aún así, no parece su ataque definitivo, sino más bien un golpe para que pierdas algo de tiempo. Tras él, la criatura se lanza hacia adelante con sus fauces abiertas, pero en lugar de intentar morder, utiliza su cabeza como un ariete, buscando golpearte de lleno. Un ataque un poco suicida en cualquier caso. Las escamas de su cráneo reflejan la luz como si fueran acero pulido.
El entorno ahora está en caos. Las trampas y zanjas que habéis colocado todavía no entran en juego, pero la bestia parece más interesada en enfrentarte directamente que en caer en una trampa evidente. Su postura es desafiante, sus movimientos, precisos. Este no es un simple animal salvaje; parece un depredador calculador, adaptado tanto a la caza como al combate. Su cuerpo blindado y su capacidad para lanzar ataques devastadores con su cola lo convierten en un rival formidable. Uno que merecerá la pena vencer para luego alardear de ello. O simplemente, para ponerte a prueba.
Por un momento, el aire se llena con el eco de los gruñidos de la criatura y el sonido de su cola al golpear el suelo. El carro con los cultivos permanece detrás de ella, intacto, pero no es difícil imaginar que podría acabar destrozado si la bestia decide cambiar de objetivo. La situación es crítica, y cada movimiento cuenta. La lucha ha comenzado, y la bestia no parece dispuesta a dar tregua.