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Lawliet D. Giorno
Iceberg de la Marina
30-12-2024, 10:07 PM
La brisa fría se colaba por la ventana de la habitación, una ráfaga persistente que hizo crujir los ventanales como si intentaran advertir de lo que se avecinaba. Lawliet D. Giorno estaba sentado junto a una mesa desordenada bajo la luz oscilante de una lámpara de aceite. El viento del North Blue tenía una forma única de atravesar cualquier abrigo, pero para él, ese frío le trajo un extraño consuelo. Era un recordatorio de lo que significaba estar vivo.
Desde la cubierta, el ulular del viento se mezclaba con el crujido de la madera y los murmullos de la tripulación. Pero dentro de la habitación reinaba un silencio inquietante, roto únicamente por el golpeteo constante de la lluvia contra los cristales. Giorno dejó caer la pluma que tenía entre los dedos y cerró los ojos un momento, escuchando el caos que se desataba afuera. Había algo en esa energía indómita que despertó algo en su interior, un susurro que prometía que lo que venía sería inolvidable.
Se levantó despacio, ajustándose el abrigo. Al abrir la puerta, el viento lo recibió con una ráfaga gélida que le azotó el rostro, pero no retrocedió. Salió al pasillo y luego a la cubierta, donde el panorama lo detuvo por un instante.
La tormenta estaba en su apogeo. Relámpagos iluminaban por momentos el mar embravecido, revelando olas colosales que parecían querer devorar al barco. La lluvia, densa y helada, golpeaba como agujas contra todo lo que encontraba a su paso, mientras la madera del barco crujía como si luchara por mantenerse entera. Pero a Giorno no lo perturbó el caos; más bien, le fascinó.
Caminó hacia el borde de la barandilla, permitiendo que el viento lo empapara y el frío lo mordiera. Inspiró profundamente, dejando que el aire gélido llenara sus pulmones, y una ligera sonrisa se dibujaría en su rostro. Un espectáculo violento y majestuoso, una prueba de la naturaleza implacable del North Blue y de lo insignificante que podía sentirse cualquier hombre frente a ella.
Para otros, esa tormenta era una amenaza; para Giorno, era una promesa. Promesa de retos, de caos y de oportunidades para demostrar de qué estaba hecho.
Se vienen cosas interesantes para la Marina. Mientras mantenía la mirada fija en el horizonte oscurecido por nubes y lluvia. No hubo miedo en sus ojos, solo la expectación de quien sabía que el verdadero desafío estaba por comenzar. El North Blue no ofrecería una bienvenida cálida, pero Giorno no esperaba menos.
Desde la cubierta, el ulular del viento se mezclaba con el crujido de la madera y los murmullos de la tripulación. Pero dentro de la habitación reinaba un silencio inquietante, roto únicamente por el golpeteo constante de la lluvia contra los cristales. Giorno dejó caer la pluma que tenía entre los dedos y cerró los ojos un momento, escuchando el caos que se desataba afuera. Había algo en esa energía indómita que despertó algo en su interior, un susurro que prometía que lo que venía sería inolvidable.
Se levantó despacio, ajustándose el abrigo. Al abrir la puerta, el viento lo recibió con una ráfaga gélida que le azotó el rostro, pero no retrocedió. Salió al pasillo y luego a la cubierta, donde el panorama lo detuvo por un instante.
La tormenta estaba en su apogeo. Relámpagos iluminaban por momentos el mar embravecido, revelando olas colosales que parecían querer devorar al barco. La lluvia, densa y helada, golpeaba como agujas contra todo lo que encontraba a su paso, mientras la madera del barco crujía como si luchara por mantenerse entera. Pero a Giorno no lo perturbó el caos; más bien, le fascinó.
Caminó hacia el borde de la barandilla, permitiendo que el viento lo empapara y el frío lo mordiera. Inspiró profundamente, dejando que el aire gélido llenara sus pulmones, y una ligera sonrisa se dibujaría en su rostro. Un espectáculo violento y majestuoso, una prueba de la naturaleza implacable del North Blue y de lo insignificante que podía sentirse cualquier hombre frente a ella.
Para otros, esa tormenta era una amenaza; para Giorno, era una promesa. Promesa de retos, de caos y de oportunidades para demostrar de qué estaba hecho.
Se vienen cosas interesantes para la Marina. Mientras mantenía la mirada fija en el horizonte oscurecido por nubes y lluvia. No hubo miedo en sus ojos, solo la expectación de quien sabía que el verdadero desafío estaba por comenzar. El North Blue no ofrecería una bienvenida cálida, pero Giorno no esperaba menos.