¿Sabías que…?
... Garp declaró que se había comido 842 donas sin dormir ni descansar porque estaba tratando de batir un récord mundial. ¿Podrás superarlo?
[Aventura] [T2] Gingerbread
Arthur Soriz
Gramps
La anciana te escucha con atención y aunque su sonrisa no desaparece del todo hay un aire de pesadez en su mirada. La ligera curvatura de sus labios parece más un esfuerzo consciente que una manifestación natural de alegría. Cuando terminas de hablar ella suspira profundamente... como si al hacerlo se quitara un peso de encima aunque la carga permanece visible en la inclinación de sus hombros. Sus ojos se desvían hacia la plaza central donde el imponente árbol navideño sigue reinando... rodeado de luces y adornos que parpadean en sincronía con la música que emana de algún rincón cercano.

Las personas van y vienen alrededor del árbol y algunas incluso parecen detenerse para admirar la vitrina blindada que pronto tendrá dentro el famoso "Corazón de Aurora". La anciana sigue mirando en esa dirección por unos segundos antes de volver a enfocarse en ti, su rostro mezclando la resignación con la necesidad de que alguien entienda lo que no puede cambiar.

Ay, joven... —comienza diciendo con una voz pausada y quebrada, como si pesara cada palabra antes de liberarla—. La verdad es que la Marina está haciendo lo que puede. Pero, ¿qué le voy a decir? Todo su empeño está en proteger esa gema... —señala ligeramente hacia la plaza con un movimiento apenas perceptible de su mentón—. Ese "Corazón de Aurora". Es lo único que les importa ahora. Dicen que es el orgullo del festival y que si algo le llegara a pasar sería una vergüenza para toda la ciudad. —ríe amargamente... un sonido breve y sin alegría—. Y yo, pues... soy solo una vieja más que perdió su tienda. No tengo suficiente importancia como para que se molesten en investigar.

Mientras habla sus manos tiemblan un poco y ajusta la manta gruesa sobre sus hombros como si el frío se hubiera vuelto más intenso de repente. Se detiene un momento tal vez para buscar fuerzas y su mirada baja al suelo empedrado observando cómo las luces navideñas reflejan destellos danzarines en las piedras húmedas. Pronto levanta su mirar hacia ti, mostrándote una pequeña sonrisa plasmada en su rostro. Se le ve algo cansada, no quiere estar allí... seguramente preferiría estar con sus nietos que estar trabajando pidiendo prácticamente limosnas.

Esto empezó hace unas semanas —empezó a explicar... su tono más bajo, como si temiera que alguien estuviera escuchando a escondidas—. Vinieron unos tipos a la tienda. Decían que eran de la "Mano Negra". —las palabras le salen con cierta dureza, como si al pronunciarlas sintiera el sabor amargo de la impotencia que sintió desde ese momento—. Me dijeron que por una cuota ellos me ofrecerían "protección". ¡Protección! —la anciana resopla con un aire de desdén, sacudiendo ligeramente la cabeza—. Como si yo no supiera lo que significa ese tipo de "protección".

Pausa nuevamente cerrando los ojos por un instante. Sus manos se aferran al asa de la canasta de mimbre, como si ese simple objeto fuera lo único que la anclara al momento presente.

Les mandé a volar, claro está. ¿Qué iba a hacer? Apenas saco lo suficiente para mantenerme... mucho menos para andar dándoselo a unos matones. Pero... —sus palabras se quiebran un poco y en su rostro aparece una expresión de profunda tristeza—. Ahora creo que eso fue lo que los hizo volver.

Traga saliva como si revivir esos recuerdos le exigiera un esfuerzo físico y vuelve a mirarte con los ojos ligeramente vidriosos.

Destrozaron todo... —dice en un susurro tan bajo que parece que la misma brisa podría llevarse esas palabras—. Se llevaron lo poco que tenía. Hasta la caja registradora... aunque apenas había unas monedas en ella. Dejaron mi tienda hecha un desastre. Apenas logré rescatar algo... estas galletitas. —levanta la canasta como si quisiera que la vieras mejor, y aunque trata de mantener la compostura hay un leve temblor en su voz.

La anciana guarda silencio por un momento. A su alrededor la ciudad sigue latiendo con su frenético ritmo festivo. Pero en este pequeño rincón de la calle parece que el mundo entero se hubiera reducido a ti y a esta mujer de mirada cansada pero llena de dignidad.

Al notar el brillo en tus ojos y el ímpetu en tu postura su semblante cambia ligeramente. Hay un atisbo de esperanza en su expresión como si de repente creyera que tal vez no todo está perdido. Sin decir nada mete la mano temblorosa en su canasta y saca un pequeño puñado de galletitas de jengibre.

Si de verdad quiere ayudar... —su voz suavizándose mientras extiende las galletitas hacia ti—. No sé qué más podría ofrecerle. Dinero no tengo pero... al menos acepte estas galletitas. Es lo único que puedo darle.

Se queda quieta, esperando tu reacción y aunque su postura es humilde hay algo profundamente conmovedor en la manera en que mantiene la cabeza en alto. No está rogando... está confiando. Confía en que alguien en este bullicioso mar de indiferencia sea capaz de extenderle una mano aunque sea por un momento.
#3


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[T2] Gingerbread - por Arthur Soriz - 30-12-2024, 04:38 AM
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