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Dharkel
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31-12-2024, 01:29 AM
Las voces de sus compañeros resonaban con dificultad ante el los violentos envites de la tormenta. La densa lluvia, los truenos, el viento y el propio crujir de la madera del Hope se encargaron de que la más mínima orden dirigida hacia el espadachín se perdiese con el viento. O al menos aquella sería la excusa que utilizaría cuando una vez más le acusasen de desacato, especialmente en un momento crítico como aquel. No obstante, sabía lo que tenía que hacer, al menos en la teoría, pues, aunque llevaba años navegando pocas veces había mostrado interés alguno en la ingeniería que hacía moverse a la embarcación. Probablemente de encontrarse con esta situación en alta mar, rodeados de agua, la situación hubiese sido radicalmente diferente para él, quien habría tratado de encontrar refugio en la esquina más oscura debido a su racional fobia.
Como había hecho multitud de ocasiones previamente, comenzó a fingir que sabía lo que estaba haciendo, tirando de alguna cuerda aleatoriamente, atando y fijando cabos sin ningún tipo de criterio, tratando de mantener el frenético ritmo de la tripulación. Aquel no era su mundo, por mucho que tratase de engañarse a sí mismo y al resto de la tripulación. Un fuerte estruendo seguido de las preocupantes órdenes de Balagus llamó su atención, haciendo que desviase la atención de sus tareas momentáneamente para observar una embarcación adyacente que parecía que iba a correr la peor de las suertes. Aquel ejemplo le sirvió para tomarse más en serio su trabajo, no por él, sino por lo que estaban a bordo del Hope. El problema era que no sabía cómo hacerlo.
La tormenta, lejos de amainar, rugía con más furia por momentos. La oscuridad parecía haber engullido el barco, tan solo iluminado brevemente por los fugaces y cercanos relámpagos que amenazaban con poner fin a su travesía, mientras el gigantesco pulpo luchaba con todas sus fuerzas por capear el temporal. Algunos tablones salieron despedidos con violencia, golpeando caóticamente diferentes partes del Hope hasta finalmente desaparecer en el abisto. El cargamento que pudiese haber sobre la cubierta podía darse por perdido.
- Todavía no… - se dijo a sí mismo con dificultad mientras alcanzaba una cuerda floja que había abandonado su raíl, tratando de asegurarla a un cabo cercano.
De repente, un azulado y espeso líquido, eclipsado por la incesante lluvia, salpicó su rostro cuando uno de los apéndices del colosal ser encargado de mantenerles a flote finalmente había cedido, desgarrándolo. El barco se desniveló levemente, haciéndole caer y deslizarse rápidamente hasta un lateral de proa, donde se frenó usando uno de los pocos barriles que quedaban fijo como apoyo para su talón.
El frío comenzaba a penetrar su piel. La ropa había pasado de ser algo necesario a un completo inconveniente, pero no tenía tiempo de deshacerse de ella, no si quería que tanto él como el barco y su tripulación sobreviviese. Con una dificultad casi paralizante se puso en pie, apoyando una mano sobre cubierta y observando los erráticos movimientos que el descenso había ocasionado.
- Ahora…
Con el semblante serio, desafiante incluso, se encaró al vacío. Respiró profundamente una sola vez y comenzó a subir con gran esfuerzo los brazos lentamente mientras espiraba poco a poco el gélido aire de sus pulmones, quemándole la garganta y la boca. Aquello contra lo que luchaba era mucho más grande, mucho más violento y mucho más peligroso que cualquier entrenamiento que hubiese tenido oportunidad de realizar. Pero no estaba dispuesto a dejar que el trabajo de sus compañeros, los sacrificios y las aventuras vividas y las que quedaban por vivir llegasen a su punto final. No cuando una magia ancestral que tantos años le había costado conseguir recorría sus venas, potenciando sus efectos por la propia adrenalina. A ojos ajenos parecía que Dharkel había perdido el último atisbo de cordura que le quedaba. No obstante, se encontraba “solo”, luchando contra la tempestad en un afán casi irracional de mantener el navío estable y relativamente a salvo. Pequeños hilos de sangre comenzaron a brotar de sus manos y labios. Pero no estaba dispuesto a ceder, por lo que ignoró las frías punzadas de dolor hasta que finalmente el Hope tocó el agua del North Blue con relativa suavidad.
Cayó sobre una rodilla, permitiéndose respirar mientras trataba de cubrir sus ensangrentadas manos entre las ropas, tratando inútilmente de calentarlas. Volvió a girarse hacia sus compañeros, esta vez con una fingida mueca burlona.
- Parece que tenía razón y tendremos provisiones para un tiempo. – Jadeante señaló con la mirada los tentáculos desgarrados que permanecían pegados a la embarcación.
Momentos más tardes, los preciados rayos solares comenzaron a irrumpir en la densa oscuridad como un faro que prometía alivio a los cansados, dejando ver los entresijos de la destrucción que la tormenta había ocasionado, así como la falta de navíos. Deslizó un cigarro sobre sus labios, pero no tardó en escupirlo con decepción al darse cuenta de que estaba completamente mojando, haciéndolo inservible. El espadachín se dejó caer boja arriba sobre la húmeda cubierta, preguntándose si habría sido obra de la tempestad y, dejando que el gran astro sanara sus heridas.