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Octojin
El terror blanco
31-12-2024, 12:57 PM
El barco de Octojin se balanceaba pesadamente sobre las aguas agitadas tras el brutal aterrizaje. La tormenta había hecho estragos no solo en las almas de la tripulación, sino también en la estructura del navío. Por primera vez desde que empezó el viaje, el gyojin sintió una mezcla de alivio y agotamiento. Habían sobrevivido, pero a un costo que aún no podían calcular del todo. ¿Por qué se habían complicado tanto? La marina podía cruzar mares con bastante facilidad, pero se habían metido en un jaleo sin mucho sentido solo por llevar a cabo una misión que podría haber sido de otra manera... Sin duda el tiburón pondría en el informe sus pensamientos sobre le proceder de la misión.
El cielo comenzaba a despejarse lentamente, y las primeras luces del amanecer iluminaban un panorama de destrucción que, francamente, el escualo odiaba. Y es que... ¿Qué era peor para un carpintero que un barco visiblemente fragmentado?. Las maderas crujían bajo los pies de Octojin mientras inspeccionaba la cubierta, observando las tablillas astilladas y las cuerdas destrozadas. El mascarón de proa, que había logrado resistir casi todo el trayecto, ahora lucía una grieta que lo atravesaba de lado a lado. Un panorama que necesitaba manos por todos lados, y tiempo. Sobre todo tiempo, algo de lo que no iba muy sobrante el habitante del mar.
—Qué desastre… —murmuró para sí mismo mientras pasaba los dedos por la grieta del mascarón.
A pesar de la fatiga, Octojin no podía quedarse quieto. Tomó las herramientas que había preparado con antelación y empezó a trabajar en las reparaciones. Cada golpe de martillo resonaba como un eco de la tormenta, mientras las manos del escualo se movían con rapidez y precisión. Reparó primero las áreas críticas: las tablas rotas del casco, los enganches de las velas y las protecciones del timón.
Si este barco va a navegar de nuevo, más vale que esté en su mejor estado
Mientras trabajaba, su mirada se desvió hacia la costa que se aproximaba. La isla cercana se alzaba imponente ante ellos. A medida que se acercaban, los detalles de la ciudad se hacían más claros: un enorme puerto repleto de embarcaciones, murallas que rodeaban una ciudadela, y edificios que parecían respirar historia y tradición. Aunque el paisaje era hermoso, lo que más llamó la atención de Octojin fue la cantidad de barcos amarrados. Era como si toda la actividad marítima del North Blue se concentrara en ese puerto.
Esto es mucho más grande de lo que esperaba
El viento helado del North Blue le atravesaba la piel, pero no era algo que le molestara realmente. Estaba acostumbrado al frío del mar profundo, aunque este aire gélido tenía una mordida diferente, como si trajera consigo promesas de desafíos aún mayores.
Finalmente, tras horas de esfuerzo, el barco parecía estar en un estado aceptable. No estaba perfecto, pero al menos ya no amenazaba con desmoronarse al menor movimiento. Octojin se dejó caer sobre un montón de cuerdas, limpiándose el sudor de la frente mientras observaba el puerto que ahora estaba mucho más cerca.
—Vaya vaya… veamos qué tienes para nosotros —dijo en voz baja, dejando escapar un suspiro pesado.
El puerto estaba abarrotado de actividad. Incluso desde la cubierta, podía ver a las autoridades locales organizando a los recién llegados y ciudadanos curiosos reuniéndose para observar las embarcaciones que llegaban tras la tormenta. A pesar del caos que había vivido, Octojin sintió una punzada de emoción. Habían llegado al North Blue, y una nueva aventura les esperaba.
Antes de moverse hacia la pasarela para desembarcar, decidió aprovechar un momento para descansar. Se tumbó en la cubierta, con las manos detrás de la cabeza, mirando el cielo que ahora mostraba pequeños fragmentos de azul entre las nubes grises. Sus pensamientos divagaron hacia las posibilidades que les aguardaban en esta nueva isla y cómo Camille, Alex y los demás llevarían a cabo la misión a la que habían sido destinados.
¿Qué peligros encontrarían en esta nueva tierra? ¿Sería este el punto de partida para algo más grande? ¿Estarían mucho tiempo? ¿Habrían llegado muchos pulpos a esta isla?
Mientras esperaba a que Camille y Alex se reunieran con él, una sonrisa se dibujó en su rostro. A pesar de las adversidades, estaba preparado para enfrentarse a lo que viniera. Este era solo el comienzo, y como siempre, Octojin daría lo mejor de sí para cumplir con su deber y proteger a quienes estaban a su lado.
Los pasos de alguien acercándose lo hicieron girar la cabeza hacia la entrada de la cubierta. Era hora de moverse, así que se reincorporó lentamente, listo para lo que esa isla tenía preparado para ellos.
El cielo comenzaba a despejarse lentamente, y las primeras luces del amanecer iluminaban un panorama de destrucción que, francamente, el escualo odiaba. Y es que... ¿Qué era peor para un carpintero que un barco visiblemente fragmentado?. Las maderas crujían bajo los pies de Octojin mientras inspeccionaba la cubierta, observando las tablillas astilladas y las cuerdas destrozadas. El mascarón de proa, que había logrado resistir casi todo el trayecto, ahora lucía una grieta que lo atravesaba de lado a lado. Un panorama que necesitaba manos por todos lados, y tiempo. Sobre todo tiempo, algo de lo que no iba muy sobrante el habitante del mar.
—Qué desastre… —murmuró para sí mismo mientras pasaba los dedos por la grieta del mascarón.
A pesar de la fatiga, Octojin no podía quedarse quieto. Tomó las herramientas que había preparado con antelación y empezó a trabajar en las reparaciones. Cada golpe de martillo resonaba como un eco de la tormenta, mientras las manos del escualo se movían con rapidez y precisión. Reparó primero las áreas críticas: las tablas rotas del casco, los enganches de las velas y las protecciones del timón.
Si este barco va a navegar de nuevo, más vale que esté en su mejor estado
Mientras trabajaba, su mirada se desvió hacia la costa que se aproximaba. La isla cercana se alzaba imponente ante ellos. A medida que se acercaban, los detalles de la ciudad se hacían más claros: un enorme puerto repleto de embarcaciones, murallas que rodeaban una ciudadela, y edificios que parecían respirar historia y tradición. Aunque el paisaje era hermoso, lo que más llamó la atención de Octojin fue la cantidad de barcos amarrados. Era como si toda la actividad marítima del North Blue se concentrara en ese puerto.
Esto es mucho más grande de lo que esperaba
El viento helado del North Blue le atravesaba la piel, pero no era algo que le molestara realmente. Estaba acostumbrado al frío del mar profundo, aunque este aire gélido tenía una mordida diferente, como si trajera consigo promesas de desafíos aún mayores.
Finalmente, tras horas de esfuerzo, el barco parecía estar en un estado aceptable. No estaba perfecto, pero al menos ya no amenazaba con desmoronarse al menor movimiento. Octojin se dejó caer sobre un montón de cuerdas, limpiándose el sudor de la frente mientras observaba el puerto que ahora estaba mucho más cerca.
—Vaya vaya… veamos qué tienes para nosotros —dijo en voz baja, dejando escapar un suspiro pesado.
El puerto estaba abarrotado de actividad. Incluso desde la cubierta, podía ver a las autoridades locales organizando a los recién llegados y ciudadanos curiosos reuniéndose para observar las embarcaciones que llegaban tras la tormenta. A pesar del caos que había vivido, Octojin sintió una punzada de emoción. Habían llegado al North Blue, y una nueva aventura les esperaba.
Antes de moverse hacia la pasarela para desembarcar, decidió aprovechar un momento para descansar. Se tumbó en la cubierta, con las manos detrás de la cabeza, mirando el cielo que ahora mostraba pequeños fragmentos de azul entre las nubes grises. Sus pensamientos divagaron hacia las posibilidades que les aguardaban en esta nueva isla y cómo Camille, Alex y los demás llevarían a cabo la misión a la que habían sido destinados.
¿Qué peligros encontrarían en esta nueva tierra? ¿Sería este el punto de partida para algo más grande? ¿Estarían mucho tiempo? ¿Habrían llegado muchos pulpos a esta isla?
Mientras esperaba a que Camille y Alex se reunieran con él, una sonrisa se dibujó en su rostro. A pesar de las adversidades, estaba preparado para enfrentarse a lo que viniera. Este era solo el comienzo, y como siempre, Octojin daría lo mejor de sí para cumplir con su deber y proteger a quienes estaban a su lado.
Los pasos de alguien acercándose lo hicieron girar la cabeza hacia la entrada de la cubierta. Era hora de moverse, así que se reincorporó lentamente, listo para lo que esa isla tenía preparado para ellos.