Sasurai
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31-12-2024, 07:10 PM
Sasurai mostraría una amplia sonrisa cuando finalmente le trajesen algo de comer, más aún porque era gratis. No le pasó por alto que mencionase que lo consideraban un recurso, no una persona o un amigo. Tal vez le acabase trayendo problemas, pero por ahora esa consideración le estaba proporcionando beneficios sin que él tuviese que dar gran cosa a cambio, así que ya le iba bien. En cualquier caso no tuvo mucho tiempo para darle vueltas, pues una camarera no tardó en aparecer trayendo un buen plato caliente, acompañado además de pan bien oscuro y crujiente.
- La comida no necesita lujo, necesita alimentar, y esto tiene pinta de ser bien contundente. Muchas gracias -
Respondería al comentario de la mujer, aunque ya se estuviese marchando. En primer lugar no le gustaba que nadie menospreciase la comida, y el comentario sobre la falta de lujo le sonaba como si creyese que esa comida era peor que la de otro sitio. En segundo lugar, seguía en su papel de ser amable con todo el mundo por muy hoscos y escuetos que fuesen con él.
Ante la "orden" de comer y escuchar haría un teatral saludo militar, obedeciendo de inmediato, tomando la cuchara en la mano derecha y un trozo de pan en la izquierda, y empezando a disfrutar del guiso. Su atención iría oscilando entre la explicación del Pájaro Negro y la comida, aunque se esforzaría en enterarse de lo que el hombre le explicaba, aunque al menos en parte se estaba repitiendo. Pulpos gigantes, de aquí dos días. Mercancía, agentes y "curiosos", que por el tono posiblemente fuesen más agentes de paisano, o piratas, o a saber qué. Nada bueno, seguramente, si sentía la necesidad de nombrarlos.
Al menos el objetivo empezaba a estar claro. Distraer al público general, ya fuese marine o no, y luego subirse a un barco rumbo al North Blue. No era que al músico se le hubiese perdido nada en concreto allí, claro, pero sonaba interesante, y esperaba encontrar nuevos platos y deliciosos ingredientes.
Sin prisa pero sin pausa, disfrutando también del silencio y de tener tiempo para observar el ambiente del local y a su interlocutor, el pelirrojo seguiría comiendo mientras fingía sopesar las palabras del hombre del pelo gris. Lo cierto era que ya estaba decidido, seguramente dejándose llevar por su lado temerario e insensato. Todo lo que le había explicado parecía interesante, el riesgo parecía razonable, y la gente de la organización que había conocido hasta ahora le gustaba.
Después de terminar de comer, siguiendo con su ademán pausado, el treintañero se limpiaría la boca con el dorso de la mano. Inspirando hondo y expirando con satisfacción, se estiraría y sonreiría una vez más, dirigiéndose por última vez al otro hombre.
- Qué narices, hemos venido a jugar. -
Tras decir esto se levantaría y se encaminaría hacia la puerta, parándose justo antes de salir para mirar atrás, fijando su mirada en el Pájaro Negro.
- ¡Muchas gracias por la sopa! Si me preguntan por ahí yo no os conozco, pero avisadme la próxima vez que necesitéis un entretenimiento musical - Diría de nuevo en tono sobre actuado, rematando la frase con un guiño.
Hecho esto, sin esperar respuesta ni nada más de los presentes, se pondría el gorro y los guantes y abriría la puerta. Faltaban un par de días y hasta entonces no tenía nada que hacer, así que era el momento de dos cosas. Por el lado del trabajo, de intentar reconocer un poco la zona, por si las cosas se torcían saber hacia donde correr. Por el lado del placer, pensaba visitar los bares y restaurantes más agradables y descubrir qué tal podía ganarse la vida un músico ambulante en Kilombo. Y bueno... si la música no funcionaba siempre quedaba la seducción.
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- La comida no necesita lujo, necesita alimentar, y esto tiene pinta de ser bien contundente. Muchas gracias -
Respondería al comentario de la mujer, aunque ya se estuviese marchando. En primer lugar no le gustaba que nadie menospreciase la comida, y el comentario sobre la falta de lujo le sonaba como si creyese que esa comida era peor que la de otro sitio. En segundo lugar, seguía en su papel de ser amable con todo el mundo por muy hoscos y escuetos que fuesen con él.
Ante la "orden" de comer y escuchar haría un teatral saludo militar, obedeciendo de inmediato, tomando la cuchara en la mano derecha y un trozo de pan en la izquierda, y empezando a disfrutar del guiso. Su atención iría oscilando entre la explicación del Pájaro Negro y la comida, aunque se esforzaría en enterarse de lo que el hombre le explicaba, aunque al menos en parte se estaba repitiendo. Pulpos gigantes, de aquí dos días. Mercancía, agentes y "curiosos", que por el tono posiblemente fuesen más agentes de paisano, o piratas, o a saber qué. Nada bueno, seguramente, si sentía la necesidad de nombrarlos.
Al menos el objetivo empezaba a estar claro. Distraer al público general, ya fuese marine o no, y luego subirse a un barco rumbo al North Blue. No era que al músico se le hubiese perdido nada en concreto allí, claro, pero sonaba interesante, y esperaba encontrar nuevos platos y deliciosos ingredientes.
Sin prisa pero sin pausa, disfrutando también del silencio y de tener tiempo para observar el ambiente del local y a su interlocutor, el pelirrojo seguiría comiendo mientras fingía sopesar las palabras del hombre del pelo gris. Lo cierto era que ya estaba decidido, seguramente dejándose llevar por su lado temerario e insensato. Todo lo que le había explicado parecía interesante, el riesgo parecía razonable, y la gente de la organización que había conocido hasta ahora le gustaba.
Después de terminar de comer, siguiendo con su ademán pausado, el treintañero se limpiaría la boca con el dorso de la mano. Inspirando hondo y expirando con satisfacción, se estiraría y sonreiría una vez más, dirigiéndose por última vez al otro hombre.
- Qué narices, hemos venido a jugar. -
Tras decir esto se levantaría y se encaminaría hacia la puerta, parándose justo antes de salir para mirar atrás, fijando su mirada en el Pájaro Negro.
- ¡Muchas gracias por la sopa! Si me preguntan por ahí yo no os conozco, pero avisadme la próxima vez que necesitéis un entretenimiento musical - Diría de nuevo en tono sobre actuado, rematando la frase con un guiño.
Hecho esto, sin esperar respuesta ni nada más de los presentes, se pondría el gorro y los guantes y abriría la puerta. Faltaban un par de días y hasta entonces no tenía nada que hacer, así que era el momento de dos cosas. Por el lado del trabajo, de intentar reconocer un poco la zona, por si las cosas se torcían saber hacia donde correr. Por el lado del placer, pensaba visitar los bares y restaurantes más agradables y descubrir qué tal podía ganarse la vida un músico ambulante en Kilombo. Y bueno... si la música no funcionaba siempre quedaba la seducción.
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