5 de Invierno, Amanecer
Costa de Tortuga
La situación no era la más idónea del mundo para nosotros. Tras aquel accidentado vuelo en el pulpo gigantesco, habíamos aterrizado en una isla desconocida que no teníamos prevista. Había sido una experiencia bastante dura y algo traumática en el momento para Anaka, pero tras recuperarnos un poco y sanar nuestras heridas, pudimos levantarnos de nuevo para enfrentar la nueva aventura y adversidad que estaba por presentársenos.
Nos refugiamos cerca de unas formaciones rocosas algo peculiares de la isla, que parecían unos acantilados muy pronunciados y escarpados. Allí, por el momento, Anaka, Isis y Anubis podrían estar sanos y salvos mientras yo iba en busca de algún asentamiento del cual proveernos. No fue tan complicado; estaba cerca de, cómo decirlo, una calavera gigantesca. Aunque lo más preciso sería decir que la ciudad se encontraba dentro de la propia calavera gigante. Lo cual era muy fascinante e interesante, y sería entonces cuando descubriría que esa isla era el ancestral cadáver de una gigantesca tortuga isla, tan grande que la gente la confunde con una isla. Y claro, cuando por alguna razón murió, su cuerpo pasó a ser una masa gigantesca de huesos sobre los cuales prosperó la vegetación y la vida, siendo una tierra libre sin ningún dueño de la que, por desgracia, se adueñaron los piratas.
Era algo normal, al fin y al cabo, una isla que, digamos, ha nacido de repente y, como era un ser vivo, ni el Gobierno Mundial ni un rey la habían reclamado hasta ese momento. Era sin duda algo peculiar, pero era una lástima que la población activa del lugar fueran mayormente piratas. Y digo mayormente porque, al parecer, había una población de nativos que había poblado la isla desde antes de que los piratas llegaran. De hecho, quería mover nuestra base más cerca de esos nativos ahora, en cuanto volviera con mis nakamas. Aunque fuera un asentamiento muy frecuentado por los piratas, habían logrado establecer una pequeña civilización y, como me anduve con cuidado, no hubo por ese momento problemas con mis compras. Como bien dicen, una crisis es una oportunidad; aunque este lugar pueda ser peligroso, había muchas oportunidades para sacar información y negociar productos si sabías cómo regatear un poquito para que no te estafaran, pero sin intentar pasarme de la raya, puesto que si algún vendedor del lugar se enfadaba podría terminar en un lío tremendo y terrible.
Pero bueno, pude hacer unas buenas compras iniciales en aquel lugar. Había estado ahorrando mucho dinero para cuando llegáramos al North Blue. Y ahora mis deudas quedaban en el pasado y no había de qué preocuparse; podía usar el dinero que tenía ahorrado sin miedo a que mis prestamistas supieran que realmente tenía dinero ahorrado. Pero justo en esta isla tampoco podía alardear demasiado de tener dinero, o me volvería un blanco muy directo de los piratas y diferentes criminales. Hice compras muy austeras, principalmente ropa de invierno, mochilas y un par de Den Den Mushi, así Anaka y yo podríamos estar bien comunicados a pesar de todo. Ahora podríamos emprender unas buenas aventuras por los mares del norte.
Me encontraba de regreso hacia nuestro asentamiento improvisado, pero en esos momentos me crucé con un sujeto que estaba tendido en el suelo. Evidentemente, me preocupé por su estado al acercarme a ver cómo se encontraba. Pero en cuanto lo toqué, pude saberlo: la hora de ayudarlo ya había expirado hacía mucho. Su cuerpo estaba completamente frío y, al girarlo, pude ver que tenía algunas heridas. Deduje que había estado huyendo de algo o alguien; por los rastros de humedad y algas marinas en su ropa, entendí que ese hombre llegó por mar, probablemente también había naufragado. Comprendí que era posible que fuera algún sobreviviente del incidente del pulpo globo.
Era probable que hubiera naufragado su embarcación en el mar, pero había quedado demasiado herido. Ya era un milagro que no hubiera muerto con el probable impacto de la caída si estaba en un barco, pero sus heridas fueron fatales; a duras penas pudo llegar hasta la costa. Me compadecí de él; seguramente múltiples personas tuvieron destinos similares. Francamente, nosotros tuvimos mucha suerte. Decidí no dejarlo en ese estado tal cual, así que simplemente opté por cavar un hoyo en la tierra que había acumulada. Como descubrí, no se podía cavar a mucha profundidad, puesto que apenas había tierra y arena acumuladas con los siglos sobre los huesos del esqueleto de la tortuga. Así que no era muy buena idea excavar a demasiada profundidad, pero bueno, solo requería poder enterrar el cuerpo del pobre sujeto.
Me daría cuenta de que el hombre intentó proteger un cofre pequeño con su cuerpo. Lo tomé para revisarlo y vi que en su interior había una fruta. A ver, yo era goloso como el que más, pero no comprendía por qué alguien se aferraría tanto para proteger un fruto. Enterré el cuerpo del hombre para que tuviera una digna sepultura, conservando conmigo dicho fruto; tampoco iba a desperdiciarlo enterrándolo allí. Aunque tuve una pequeña idea. Le di mordiscos porque tenía hambre, pero la comida tenía un sabor terrible; era francamente horrible. Pero yo no tenía por costumbre desperdiciar la comida, aunque barajé que la fruta estaba en proceso de pudrirse; igual se había echado a perder durante el incidente.
Finalmente, cuando vi que en su interior no había semillas, como esperaba, sumado al mal sabor del fruto y que no fui capaz de reconocer qué tipo de fruta era, solo podía tratarse de una Akuma no Mi. No me percaté de ello hasta que vi que no había semillas en su interior. Mi intención era plantar las semillas del fruto en su tumba para que le creciera un árbol y fuera una bonita tumba en su memoria y la del fruto que trató de proteger. Pero ahora entendía por qué había intentado proteger tanto esa fruta, y de hecho, me sentía un poco estúpido por haberme comido una fruta del diablo sin querer; mi glotonería había sido un poco problemática. Si las leyendas y rumores dicen la verdad, ahora no podría nadar y, encima, si por alguna razón me volvía a comer otra de ellas, moriría. Era terrible; comprendí que debía tener muchísimo cuidado con las frutas de ahora en adelante. No podía dejarme llevar y comer otra sin querer.
Y en cuanto a lo de nadar... Comprendí que era mejor esperar a encontrarme con Anaka para comprobarlo. Si era cierto, no quería ahogarme, pero si ocurría que de repente no podía nadar, es que de verdad había ocurrido lo peor. Me sentía como un completo imbécil.