El golpe contra la cubierta había sido mayor de lo que esperaba, como si el impulso del dial se hubiese potenciado o el barco hubiese ascendido. Comprobó el estado de los pulpos, esperando ver cómo recuperaban el control del descenso y encontrando en su lugar algo totalmente inesperado: los tentáculos que los sujetaban se estaban desgarrando, y en medio de la tormenta de viento, lluvia, y sangre la tripulación observaba estupefacta como Dharkel, con los brazos en alto, parecía estar ralentizando el descenso.
El impacto del aterrizaje lo sacó del estupor, agradeciendo que todos, incluyendo al Hope, siguieran de una pieza. O de un número que se pudiera contar con los dedos, por lo menos. Con dificultad se acercó a sus compañeros y, viendo el agotamiento y el frío que los encogía, encendió el dial de calor. El aire a su alrededor se volvió levemente cálido, siendo el dial incapaz de mantener completamente a raya la baja temperatura. Lo que en condiciones normales se habría sentido como el mediodía en el desierto de Kalab se sentía más como una noche de verano cualquiera, convirtiendo aquella tormenta invernal en algo parecido a un monzón de verano.
"Parece que sólo están agotados, sin heridas que lamentar. Si de verdad Dharkel ha sido el responsable del buen aterrizaje... todos le debemos, como poco, unos meses de recuperación." - pensó tras un rápido examen de los que se encontraban reunidos en la cubierta.
A falta de Balagus, Silver impartió nuevas órdenes: revisar el inventario. Asintió sin despegar los ojos de Dharkel hasta que lo perdió de vista, y sólo entonces bajó a la bodega. Allí encontró a Bora y Airok, que se habían encargado de estabilizar la carga durante la travesía. Se acercó a ellas, acercando el dial para compartir su calor y ayudarlas a recuperarse.
- ¿Están bien? - esperó una respuesta, mientras las examinaba visualmente en busca de lesiones antes de continuar - Parece ser que hemos... aterrizado gracias a Dharkel. - hizo una pausa dejando que aquella información calase, pues las implicaciones podían pasar desapercibidas si no se meditaban un instante. - Cada vez que lo he visto en peligro me ha sorprendido con algo nuevo. Me pregunto que será lo próximo.
Revisó el caos en el que se había convertido el bajo del barco, con cajas, toneles, y sacos repartidos por doquier. Parecía que, gracias a la agilidad y pericia de sus compañeras nada se había roto, y sólo unas pocas cosas se habían salido de sus recipientes. Con resignación, comenzó su labor de comprobar, registrar, y organizar cada contenedor. Aquello le llevaría horas. Suspiró largamente, y lo repitió más largamente aún al pensar en el estado en el que encontraría la enfermería, deseando con fuerza que los seguros que habían instalado para evitar que los armarios se abriesen durante las tormentas hubiesen resistido el impacto.
El impacto del aterrizaje lo sacó del estupor, agradeciendo que todos, incluyendo al Hope, siguieran de una pieza. O de un número que se pudiera contar con los dedos, por lo menos. Con dificultad se acercó a sus compañeros y, viendo el agotamiento y el frío que los encogía, encendió el dial de calor. El aire a su alrededor se volvió levemente cálido, siendo el dial incapaz de mantener completamente a raya la baja temperatura. Lo que en condiciones normales se habría sentido como el mediodía en el desierto de Kalab se sentía más como una noche de verano cualquiera, convirtiendo aquella tormenta invernal en algo parecido a un monzón de verano.
"Parece que sólo están agotados, sin heridas que lamentar. Si de verdad Dharkel ha sido el responsable del buen aterrizaje... todos le debemos, como poco, unos meses de recuperación." - pensó tras un rápido examen de los que se encontraban reunidos en la cubierta.
A falta de Balagus, Silver impartió nuevas órdenes: revisar el inventario. Asintió sin despegar los ojos de Dharkel hasta que lo perdió de vista, y sólo entonces bajó a la bodega. Allí encontró a Bora y Airok, que se habían encargado de estabilizar la carga durante la travesía. Se acercó a ellas, acercando el dial para compartir su calor y ayudarlas a recuperarse.
- ¿Están bien? - esperó una respuesta, mientras las examinaba visualmente en busca de lesiones antes de continuar - Parece ser que hemos... aterrizado gracias a Dharkel. - hizo una pausa dejando que aquella información calase, pues las implicaciones podían pasar desapercibidas si no se meditaban un instante. - Cada vez que lo he visto en peligro me ha sorprendido con algo nuevo. Me pregunto que será lo próximo.
Revisó el caos en el que se había convertido el bajo del barco, con cajas, toneles, y sacos repartidos por doquier. Parecía que, gracias a la agilidad y pericia de sus compañeras nada se había roto, y sólo unas pocas cosas se habían salido de sus recipientes. Con resignación, comenzó su labor de comprobar, registrar, y organizar cada contenedor. Aquello le llevaría horas. Suspiró largamente, y lo repitió más largamente aún al pensar en el estado en el que encontraría la enfermería, deseando con fuerza que los seguros que habían instalado para evitar que los armarios se abriesen durante las tormentas hubiesen resistido el impacto.