Takezo D. Ryuu
Musashi Miyamoto
02-01-2025, 07:07 AM
Momentos de silencio volvieron al cuadrilátero para inundar nuevamente de expectativa el enfrentamiento, no había turista y local presente en la plaza presenciando el combate que se atreviese a decir palabra alguna, estaban comenzado a comprender el duelo y que no solo se luchaba dentro de un plano mayormente físico, aquí había más, nuestra expresiones y movimientos, la calma y las sutiles provocaciones eran todas pruebas de ello y de como el combate sería recordado incluso bajo la frialdad del siguiente invierno.
Mi invitación fue aceptada y no podía alegrarme más de ello, después de todo era parte de mi vaga estrategia, debía sacarlo de su juego si quería tener alguna oportunidad u ocasión diferente a todos aquellos que lo desafiaron antes que yo, todos aquellos que buscaban la gloria, no los conocía, pero sabía que estaban en mi hombros, no les debía nada, pero era ahora era mi obligación pagarles con algo.
Aquel forastero atacó por segunda vez tomando la iniciativa en no solo defenderse, no sé si eso había sucedido alguna vez pero era reconfortante saber que ahora el buscaba el punto, lo necesitaba para sacarme del cuadrilátero. Sus movimientos eran como el agua, igual de flexibles y cambiantes, como aquella torrente que al encontrarse con una gran roca no busca moverla sino más bien rodearla. Para mí era jodidamente impresionante, nunca jamás me había enfrentado a un oponente de ese nivel, tan rápido, con tanta experiencia y a simple vista, tan superior.
Los primeros tajos los evité con un sencillo juego de pies y caderas, siendo bastante efectivo y casi hipnótico, como si estuviésemos danzando en lugar de ser un enfrentamiento. Mi habilidad duró poco, pues su velocidad y agilidad no tardó en aumentar lo que me obligó a moverme más rápido y esforzarme más de que lo creí para mantener la danza, logrando hacerlo un minuto más antes de tener que verme acorralado en la lluvia de tajos y así forzado a usar mi espada para defenderme de su abusiva embestida. Una, y otra y otra vez el sonido de la madera chocando se hacía presente en el lugar, ambos parecíamos dar todo, aunque yo sabía que yo estaba dando más para poder seguirle el ritmo.
De combate, a danza pero acaso se puede bailar sin música? Dentro del caos de los impactos logras diferenciar una melodía, como una pequeña canción escrita y la cual estaba entendiendo y aprendiendo, como si algún instrumento se tratase. No tardé, me adapté y logré encontrar dentro de esa melodía un patrón, como si aquella música infernal de los impacto no fuese más que un divino milagro, mismo que me permito comenzar a contraatacar sin dejar brecha aparente que el pudiese aprovechar y aún así éxito en mis impactos.
Cuando los minutos parecían una eternidad y era destinado nuestro baile de la muerte para siempre pude observar una brecha, una que no iba a dejar pasar. Un fuerte tajo tomó dirección al pecho del forastero, parecía ser un golpe fulminante y sin piedad aparente, sin embargo antes del impacto me detuve y con una sonrisa toqué suavemente su pecho con la punta de mi espada. — Punto — El silencio invadió el terreno de combate hasta que escucharlo hablar se volvía el primer sonido de una orquesta de ovaciones al combate. — Lo haré. — Sonreí para tomar la espada y guardarla en mi cintura sin poder ocultar mi alegría referente al momento.
Cuando el publico se había ido acepte aquella invitación, todo el tema del combate me había dado sed y realmente el calor de la fogata no me haría mal, también iba aprovechar la situación directamente para pedirle cualquier enseñanza a ese sujeto, tenía mucha más experiencia que yo, y los suficientes consejos para ayudarme a seguir escalando la montaña para ser el más fuerte. Hasta ese día nunca había ganado un combate.
Mi invitación fue aceptada y no podía alegrarme más de ello, después de todo era parte de mi vaga estrategia, debía sacarlo de su juego si quería tener alguna oportunidad u ocasión diferente a todos aquellos que lo desafiaron antes que yo, todos aquellos que buscaban la gloria, no los conocía, pero sabía que estaban en mi hombros, no les debía nada, pero era ahora era mi obligación pagarles con algo.
Aquel forastero atacó por segunda vez tomando la iniciativa en no solo defenderse, no sé si eso había sucedido alguna vez pero era reconfortante saber que ahora el buscaba el punto, lo necesitaba para sacarme del cuadrilátero. Sus movimientos eran como el agua, igual de flexibles y cambiantes, como aquella torrente que al encontrarse con una gran roca no busca moverla sino más bien rodearla. Para mí era jodidamente impresionante, nunca jamás me había enfrentado a un oponente de ese nivel, tan rápido, con tanta experiencia y a simple vista, tan superior.
Los primeros tajos los evité con un sencillo juego de pies y caderas, siendo bastante efectivo y casi hipnótico, como si estuviésemos danzando en lugar de ser un enfrentamiento. Mi habilidad duró poco, pues su velocidad y agilidad no tardó en aumentar lo que me obligó a moverme más rápido y esforzarme más de que lo creí para mantener la danza, logrando hacerlo un minuto más antes de tener que verme acorralado en la lluvia de tajos y así forzado a usar mi espada para defenderme de su abusiva embestida. Una, y otra y otra vez el sonido de la madera chocando se hacía presente en el lugar, ambos parecíamos dar todo, aunque yo sabía que yo estaba dando más para poder seguirle el ritmo.
De combate, a danza pero acaso se puede bailar sin música? Dentro del caos de los impactos logras diferenciar una melodía, como una pequeña canción escrita y la cual estaba entendiendo y aprendiendo, como si algún instrumento se tratase. No tardé, me adapté y logré encontrar dentro de esa melodía un patrón, como si aquella música infernal de los impacto no fuese más que un divino milagro, mismo que me permito comenzar a contraatacar sin dejar brecha aparente que el pudiese aprovechar y aún así éxito en mis impactos.
Cuando los minutos parecían una eternidad y era destinado nuestro baile de la muerte para siempre pude observar una brecha, una que no iba a dejar pasar. Un fuerte tajo tomó dirección al pecho del forastero, parecía ser un golpe fulminante y sin piedad aparente, sin embargo antes del impacto me detuve y con una sonrisa toqué suavemente su pecho con la punta de mi espada. — Punto — El silencio invadió el terreno de combate hasta que escucharlo hablar se volvía el primer sonido de una orquesta de ovaciones al combate. — Lo haré. — Sonreí para tomar la espada y guardarla en mi cintura sin poder ocultar mi alegría referente al momento.
Cuando el publico se había ido acepte aquella invitación, todo el tema del combate me había dado sed y realmente el calor de la fogata no me haría mal, también iba aprovechar la situación directamente para pedirle cualquier enseñanza a ese sujeto, tenía mucha más experiencia que yo, y los suficientes consejos para ayudarme a seguir escalando la montaña para ser el más fuerte. Hasta ese día nunca había ganado un combate.