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Teruyoshi
Teru
02-01-2025, 07:54 AM
Las palabras del mink consiguieron un efecto apaciguador en su nakama, haciendo que se relajara un poco tras escucharlo hablar. Teruyoshi sabía que, si hablaba de comida, conseguiría distraerla lo suficiente como para que no montase un escándalo mientras aquel enorme ser terminaba de acoplarse al barco, como si fuera uno de esos ganchos de las maquinitas de la ferias con los que intentas atrapar algún tipo de premio.
- Esperemos que agarrren mejorrr - pensó, recordando la vez que se gastó todo lo que llevaba encima intentando conseguir un peluche de tigre blanco que le recordaba al pequeño Sunōfurēku. El maldito gancho se escurría una y otra vez, haciendo que el mink perdiera la paciencia y terminara reventando la máquina para llevarse el premio.
Mientras el mink rememoraba aquel suceso, el pulpo había terminado de acoplarse al barco y comenzó el ascenso a los cielos. Teruyoshi no pudo contener la emoción y abandonó su tan preciado lugar, acercándose a la borda mientras meneaba la cola de un lado a otro como un cachorro con juguete nuevo.
- Simplemente prrrecioso - dijo el gato con un hilo de voz, aferrándose al borde de madera, completamente maravillado ante la escena que se presentaba ante él.
Un sinfín de barcos surcaban el aire, como si de un espectáculo de farolillos se tratara, ascendiendo a un ritmo tranquilo y pausado. Esto permitió a Teruyoshi disfrutar de las vistas mientras era envuelto por el frío del duro invierno. Cuando alcanzaron la suficiente altura como para sobrepasar la Red Line, el vuelo se estabilizó y reanudaron su marcha hacia un nuevo horizonte... el cual no tardó en tornarse de un negro tan azabache como el pelaje del gato que observaba las nubes arremolinarse frente a ellos. En cuestión de segundos, el ambiente cambió, transformando lo que había comenzado como un viaje idílico en algo aterrador.
- No me jodas - farfulló molesto el mink cuando la incesante lluvia comenzó a caer sobre él.
Teruyoshi odiaba la lluvia. Esa sensación de tener el pelaje empapado hasta los huesos era una sensación que odiaba con todo su ser, por lo que en cuanto el clima se tornó tan hostil, decidió que lo mejor era volver bajo cubierta para evitar el chuzo… o al menos esa era la idea de Teruyoshi, hasta que Juuken apareció dando órdenes para preparar el barco ante cualquier imprevisto.
A pesar de su aversión al agua, Teruyoshi dejó de lado sus preferencias y se puso manos a la obra con la tarea que le habían encomendado. Por suerte, su agilidad felina le permitía a Teruyoshi mantener el equilibrio sin problemas a pesar del zarandeo que sufría el navío por culpa de la tempestad. En unos segundo consiguió alcanzar el Trinquete, el cual Juuken tuvo que señalar para que el gato supiera cual era, y se dispuso a sujetarlo como le había pedido el pelinegro. Aunque no entendía mucho de navegación, confiaba ciegamente en su nakama, así que siguió sus instrucciones lo mejor que pudo.
- Espero que la mierrrda del Norrrth Blue merezca la pena - refunfuñó, claramente malhumorado por estarse mojando mientras confiaba que fuese un tormenta pasajera… Iluso.
El viento se embraveció por segundos, haciendo que pequeñas embarcaciones a su alrededor cayeran al vacío tras verse arrastrados por la irrefrenable tormenta. El mink por unos segundos temió que su barco sufriera las mismas consecuencias, pero por suerte el pulpo que los llevaba parecía más resistente que aquellos que eran empujados hacia el abismo. La lluvia golpeaba el pelaje del mink como si una salva de flechas se tratase, golpeándolo sin cesar en un intento de que se rindiera en su lucha por aguantar allí mojado.
- ¡No me rrrendiré, perrra! - gritó a la tormenta mientras se aferraba con más fuerza al palo que debía sujetar.
De repente, el pulpo quedó atrapado en una potente corriente de aire que los hizo descender a toda velocidad. El mink durante unos instantes sintió cómo su estómago, junto al desayuno que con tanto cariño había preparado horas antes, amenazaba con salir por su boca mientras caían en picado. Teruyoshi llegó a un punto en el que ya no veía nada a su alrededor a excepción del mar que cada vez estaba más cerca. Su mente solo podía pensar en como todos quedarían allí aplastados por culpa de aquella bestia con tentáculos que no había podido aguantar la tormenta… y entonces ocurrió el milagro. Teruyoshi no sabía muy bien cómo, pero justo antes de estrellarse, el pulpo hizo un último movimiento y retomó ligeramente el control, evitando así terminar destrozados contra el mar.
Cuando Teruyoshi volvió en sí notó los brazos doloridos por el esfuerzo. El mink se había aferrado al trinquete de las narices como si este fuera su amante y no volviera a verla nunca más. Incluso había dejado la marca de sus garras allí clavadas sin ni siquiera darse cuenta.
- Puto pulpo, puta torrrmenta y puto asco de estarrr mojado - maldijo, sacudiéndose en un intento de quitarse el exceso de agua. Teruyoshi estaba deseando volver a su camarote en busca de un lugar calentito donde secarse y asearse como era debido, pero primero tenía que averiguar cómo estaban sus nakamas.
Nada más bajar se encontró con Juuken, el cual no sólo estaba tan mojado como Teruyoshi, sino que parecía hacer lo mismo que él. Teruyoshi se unió a él después de asegurarle que estaba bien, sin embargo, antes de seguirlo, algo llamó su atención.
Un banco de niebla inmenso se extendía frente a ellos, sin límites aparentes. Teruyoshi no tenía idea de las islas que había en el North Blue. Eso era algo que no le preocupaba demasiado. Sólo quería viajar con sus nakamas y vivir aventuras mientras se hacía más fuerte y descubría ingredientes nuevos para sus platos, pero había algo en aquella inusual neblina que le volvió a erizar el pelaje.
- Juuken… - llamó al espadachín mientras iba en su busca - ¿Sabes dónde narices estamos? - preguntó una vez se puso a su lado. - Esa niebla me da un mal rollo que te cagas… - confesó mientras lo seguía al interior del barco en busca del resto de sus nakamas.
- Esperemos que agarrren mejorrr - pensó, recordando la vez que se gastó todo lo que llevaba encima intentando conseguir un peluche de tigre blanco que le recordaba al pequeño Sunōfurēku. El maldito gancho se escurría una y otra vez, haciendo que el mink perdiera la paciencia y terminara reventando la máquina para llevarse el premio.
Mientras el mink rememoraba aquel suceso, el pulpo había terminado de acoplarse al barco y comenzó el ascenso a los cielos. Teruyoshi no pudo contener la emoción y abandonó su tan preciado lugar, acercándose a la borda mientras meneaba la cola de un lado a otro como un cachorro con juguete nuevo.
- Simplemente prrrecioso - dijo el gato con un hilo de voz, aferrándose al borde de madera, completamente maravillado ante la escena que se presentaba ante él.
Un sinfín de barcos surcaban el aire, como si de un espectáculo de farolillos se tratara, ascendiendo a un ritmo tranquilo y pausado. Esto permitió a Teruyoshi disfrutar de las vistas mientras era envuelto por el frío del duro invierno. Cuando alcanzaron la suficiente altura como para sobrepasar la Red Line, el vuelo se estabilizó y reanudaron su marcha hacia un nuevo horizonte... el cual no tardó en tornarse de un negro tan azabache como el pelaje del gato que observaba las nubes arremolinarse frente a ellos. En cuestión de segundos, el ambiente cambió, transformando lo que había comenzado como un viaje idílico en algo aterrador.
- No me jodas - farfulló molesto el mink cuando la incesante lluvia comenzó a caer sobre él.
Teruyoshi odiaba la lluvia. Esa sensación de tener el pelaje empapado hasta los huesos era una sensación que odiaba con todo su ser, por lo que en cuanto el clima se tornó tan hostil, decidió que lo mejor era volver bajo cubierta para evitar el chuzo… o al menos esa era la idea de Teruyoshi, hasta que Juuken apareció dando órdenes para preparar el barco ante cualquier imprevisto.
A pesar de su aversión al agua, Teruyoshi dejó de lado sus preferencias y se puso manos a la obra con la tarea que le habían encomendado. Por suerte, su agilidad felina le permitía a Teruyoshi mantener el equilibrio sin problemas a pesar del zarandeo que sufría el navío por culpa de la tempestad. En unos segundo consiguió alcanzar el Trinquete, el cual Juuken tuvo que señalar para que el gato supiera cual era, y se dispuso a sujetarlo como le había pedido el pelinegro. Aunque no entendía mucho de navegación, confiaba ciegamente en su nakama, así que siguió sus instrucciones lo mejor que pudo.
- Espero que la mierrrda del Norrrth Blue merezca la pena - refunfuñó, claramente malhumorado por estarse mojando mientras confiaba que fuese un tormenta pasajera… Iluso.
El viento se embraveció por segundos, haciendo que pequeñas embarcaciones a su alrededor cayeran al vacío tras verse arrastrados por la irrefrenable tormenta. El mink por unos segundos temió que su barco sufriera las mismas consecuencias, pero por suerte el pulpo que los llevaba parecía más resistente que aquellos que eran empujados hacia el abismo. La lluvia golpeaba el pelaje del mink como si una salva de flechas se tratase, golpeándolo sin cesar en un intento de que se rindiera en su lucha por aguantar allí mojado.
- ¡No me rrrendiré, perrra! - gritó a la tormenta mientras se aferraba con más fuerza al palo que debía sujetar.
De repente, el pulpo quedó atrapado en una potente corriente de aire que los hizo descender a toda velocidad. El mink durante unos instantes sintió cómo su estómago, junto al desayuno que con tanto cariño había preparado horas antes, amenazaba con salir por su boca mientras caían en picado. Teruyoshi llegó a un punto en el que ya no veía nada a su alrededor a excepción del mar que cada vez estaba más cerca. Su mente solo podía pensar en como todos quedarían allí aplastados por culpa de aquella bestia con tentáculos que no había podido aguantar la tormenta… y entonces ocurrió el milagro. Teruyoshi no sabía muy bien cómo, pero justo antes de estrellarse, el pulpo hizo un último movimiento y retomó ligeramente el control, evitando así terminar destrozados contra el mar.
Cuando Teruyoshi volvió en sí notó los brazos doloridos por el esfuerzo. El mink se había aferrado al trinquete de las narices como si este fuera su amante y no volviera a verla nunca más. Incluso había dejado la marca de sus garras allí clavadas sin ni siquiera darse cuenta.
- Puto pulpo, puta torrrmenta y puto asco de estarrr mojado - maldijo, sacudiéndose en un intento de quitarse el exceso de agua. Teruyoshi estaba deseando volver a su camarote en busca de un lugar calentito donde secarse y asearse como era debido, pero primero tenía que averiguar cómo estaban sus nakamas.
Nada más bajar se encontró con Juuken, el cual no sólo estaba tan mojado como Teruyoshi, sino que parecía hacer lo mismo que él. Teruyoshi se unió a él después de asegurarle que estaba bien, sin embargo, antes de seguirlo, algo llamó su atención.
Un banco de niebla inmenso se extendía frente a ellos, sin límites aparentes. Teruyoshi no tenía idea de las islas que había en el North Blue. Eso era algo que no le preocupaba demasiado. Sólo quería viajar con sus nakamas y vivir aventuras mientras se hacía más fuerte y descubría ingredientes nuevos para sus platos, pero había algo en aquella inusual neblina que le volvió a erizar el pelaje.
- Juuken… - llamó al espadachín mientras iba en su busca - ¿Sabes dónde narices estamos? - preguntó una vez se puso a su lado. - Esa niebla me da un mal rollo que te cagas… - confesó mientras lo seguía al interior del barco en busca del resto de sus nakamas.