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Asradi
Völva
02-01-2025, 12:49 PM
La tormenta agitaba el pulpo que les transportaba y, por ende, el barco donde viajaban. El resto parecía animado a pesar de todo. Los truenos y relámpagos caían con fuerza y retumbaban en el cielo iluminado por los mismos. Era como si los dioses les estuviesen dando la bienvenida a esas nuevas tierras. Y, al menos Asradi, se sentía de nuevo en casa. El sentir la fría y gélida brisa del North Blue golpeando su rostro y su cola escamada. Las plumas de cuervo que conformaban parte de su abrigo también se agitaban con fuerza debido al temporal. Sus ojos azules se posaron un momento en Airgid y sus criaturas, primero con algo de preocupación. Pero luego sonrió al ver que los infantes se lo estaban pasando teta. Además, estaban con su madre.
La sirena se aproximó, por su cuenta, hacia la proa, solo para poder contemplar mejor lo que tenían delante. Su cabello negro se agitaba con violencia, como un indomable manto oscuro, pero en sus ojos se reflejaba su ánimo. Uno que se alzaba y hacía saltar su corazón. Añoraba el North Blue, añoraba sus aguas. Y si no fuese porque todavía estaban demasiado altos, se hubiese lanzado de cabeza al gélido océano, solo para sentir con más fuerza ese cosquilleo de adrenalina que le recorría el cuerpo. No solo eso, no estaba sola. No había regresado sola. Ellos estaban allí, con ella. Umi, Ragn, Airgid, Ubben. Y ahora se les habían sumado nuevos miembros. Alguien que parecía ser de la confianza del wotan y los niños de los dos rubios. Y, hablando del wotan, tenía una pinta totalmente graciosa y tierna con aquella ropa roja y abrigada, y los cuernitos imitando a un reno. Por supuesto, en conjunto con Timsy.
No podía pedir mejor compañía que la de ellos para ese momento.
Cuando la tormenta se intensificó, a Asradi se le escapó una risa animada, notando como los latidos de su corazón golpeaban como si se tratase de un tambor. Como si anunciase algo, algo que llevaba esperando mucho tiempo.
Y, bajo ese mismo sentimiento, la voz de la sirena se alzó, animada, a través de los truenos que continuaban retumbando.
Ese acento norteño que se le marcaba cada vez que entonaba ese tipo de canciones. Tan clásicas y tan arraigadas a lo que ella era, al lugar de donde provenía. Donde los dioses y las fuerzas de la naturaleza eran veneradas de la misma manera, por igual. Donde todo era una supervivencia feroz y, al mismo tiempo, había lugares calmados y hermosos, congelados en el tiempo, con los cuales maravillarse.
Todo eso comenzó a abrirse paso a medida que la tormenta iba siendo dejada atrás, entre golpes en el cielo y zarandeos del gélido viento invernal. Y, poco después, habían arribado a una playa. La playa de una isla norteña. Asradi bajó también, después de que Airgid lo hiciese. Entornó los ojos cuando la rubia hizo tal pregunta.
— El lugar me suena... Quizás de hace muchos años atrás. — Contestó mientras sus ojos azules contemplaban los alrededores. — Espera. — De inmediato, tras esas palabras, Asradi revolvió entre las cosas de su mochila de viaje. Y entonces extrajo lo que parecía ser un pergamino que comenzó a desenrollar con soltura. Un mapa del North Blue que llevaba guardado desde que se había ido. Era como un pequeño tesoro para ella.
— Por la orografía y demás, creo que estamos en Flevance. — Señaló con un dedo la isla en el mapa en concreto, mostrándoselo a Airgid, pero alzando la voz lo suficiente como para que los demás, o los que estuviesen ya cerca de ellas, le escuchasen.
La sirena se aproximó, por su cuenta, hacia la proa, solo para poder contemplar mejor lo que tenían delante. Su cabello negro se agitaba con violencia, como un indomable manto oscuro, pero en sus ojos se reflejaba su ánimo. Uno que se alzaba y hacía saltar su corazón. Añoraba el North Blue, añoraba sus aguas. Y si no fuese porque todavía estaban demasiado altos, se hubiese lanzado de cabeza al gélido océano, solo para sentir con más fuerza ese cosquilleo de adrenalina que le recorría el cuerpo. No solo eso, no estaba sola. No había regresado sola. Ellos estaban allí, con ella. Umi, Ragn, Airgid, Ubben. Y ahora se les habían sumado nuevos miembros. Alguien que parecía ser de la confianza del wotan y los niños de los dos rubios. Y, hablando del wotan, tenía una pinta totalmente graciosa y tierna con aquella ropa roja y abrigada, y los cuernitos imitando a un reno. Por supuesto, en conjunto con Timsy.
No podía pedir mejor compañía que la de ellos para ese momento.
Cuando la tormenta se intensificó, a Asradi se le escapó una risa animada, notando como los latidos de su corazón golpeaban como si se tratase de un tambor. Como si anunciase algo, algo que llevaba esperando mucho tiempo.
Y, bajo ese mismo sentimiento, la voz de la sirena se alzó, animada, a través de los truenos que continuaban retumbando.
Langt fra fjordene og de iskalde strømmene
Ravner svever over nye grenser
Sanger og sagaer om en skjebnebestemt
Skjold og spyd
Løfter om tjeneste eller spenningen ved plyndring
Trekk sammen for klanen og pårørende
Klanking av hammere og tordenras
Pund innenfor
Sanger og sagaer om en skjebnebestemt
Skjold og spyd
Løfter om tjeneste eller spenningen ved plyndring
Trekk sammen for klanen og pårørende
Klanking av hammere og tordenras
Pund innenfor
Ese acento norteño que se le marcaba cada vez que entonaba ese tipo de canciones. Tan clásicas y tan arraigadas a lo que ella era, al lugar de donde provenía. Donde los dioses y las fuerzas de la naturaleza eran veneradas de la misma manera, por igual. Donde todo era una supervivencia feroz y, al mismo tiempo, había lugares calmados y hermosos, congelados en el tiempo, con los cuales maravillarse.
Todo eso comenzó a abrirse paso a medida que la tormenta iba siendo dejada atrás, entre golpes en el cielo y zarandeos del gélido viento invernal. Y, poco después, habían arribado a una playa. La playa de una isla norteña. Asradi bajó también, después de que Airgid lo hiciese. Entornó los ojos cuando la rubia hizo tal pregunta.
— El lugar me suena... Quizás de hace muchos años atrás. — Contestó mientras sus ojos azules contemplaban los alrededores. — Espera. — De inmediato, tras esas palabras, Asradi revolvió entre las cosas de su mochila de viaje. Y entonces extrajo lo que parecía ser un pergamino que comenzó a desenrollar con soltura. Un mapa del North Blue que llevaba guardado desde que se había ido. Era como un pequeño tesoro para ella.
— Por la orografía y demás, creo que estamos en Flevance. — Señaló con un dedo la isla en el mapa en concreto, mostrándoselo a Airgid, pero alzando la voz lo suficiente como para que los demás, o los que estuviesen ya cerca de ellas, le escuchasen.