Drake Longspan
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02-01-2025, 03:22 PM
(Última modificación: 02-01-2025, 04:32 PM por Drake Longspan.)
Día 4 de invierno del año 724,
Flevance — Pueblo Torino.
El sol brillaba alto sobre los tejados circulares y blanquecinos de Pueblo Torino, proyectando reflejos cálidos y ambarinos en cada rincón de la isla. Las calles empedradas de la capital estaban llenas de vida, con locales y visitantes caminando entre mercados bulliciosos y patios decorados con enredaderas florales que caían como cascadas de color. El aroma a hierbas frescas y frutas exóticas llenaba el aire, envolviéndoos en una atmósfera única que parecía casi mágica.
Habíais llegado a Flevance no hacía mucho tiempo, se vieron obligados por aquel dichoso accidente, pero ahora permanecia cada uno motivado por razones personales: tal vez la búsqueda de conocimientos médicos, un interés por las propiedades curativas de las plantas locales, o simplemente el deseo de explorar un lugar tan fascinante como desconocido. Lo cierto es que la isla será capaz de cautivaros desde el primer momento.
En vuestra caminata, os encontrasteis en el corazón del Mercado de las Hierbas, un lugar conocido por su interminable variedad de plantas curativas, especias exóticas, y ungüentos de propiedades casi mágicas.
Los puestos, hechos de madera y decorados con hojas y flores, estaban atendidos tanto por humanos como por una pequeña proporción de minks, que ofrecían productos locales y compartían historias sobre las maravillas de Flevance. A vuestro alrededor, otros visitantes regateaban con entusiasmo, examinaban raíces extrañas o compraban frascos con líquidos de colores que reflejaban la luz como pequeños arcoíris. En ese bullicio, una conversación llamó vuestra atención.
— ¿Lo oíste? Doremus está grave. — susurró un hombre mientras sostenía un paquete de hojas secas.
— ¿El viejo sanador? ¡Imposible! Ese mink ha vivido más años que muchos árboles de esta isla. — respondió su acompañante, visiblemente incrédulo.
El nombre quizás os resulte familiar. Doremus, un mink conocido por su habilidad casi legendaria para curar cualquier dolencia con remedios naturales. No era otro qué uno de tantos sanadores importantes de Flevance. Si él, con todo su conocimiento, estaba enfermo, debía ser algo fuera de lo común.
La curiosidad os llevó a escuchar más. Una anciana mink, con su pelaje grisáceo y vestido tejido con fibras naturales, explicaba lo que sabía a un grupo de oyentes atentos.
— Hace unos días, fue a estudiar unas plantas cerca del manantial. Desde que volvió, apenas puede hablar. Dice que escucha voces en el agua, como si algo lo llamara. Está cada vez peor. Nadie sabe qué hacer.
Antes de que pudierais preguntar más, un joven mink apareció de la nada, corriendo entre los puestos y tropezando con vosotros, chocando su hombro con el de Sasurai. Llevaba un pequeño frasco en una mano y, en la otra, un cuaderno lleno de notas que parecían escritas con desesperación. Su respiración estaba agitada, y su expresión era de pura preocupación.
— ¡Perdón, perdón!
Aquel joven seguía corriendo rumbo a saber dónde. Y ahí empezó todo, tomando cualquier camino qué os guié desde el mercado a algún lugar. Bienvenidos a Flevance, una isla que parece perfecta en la superficie, pero que estaba a punto de mostraros los secretos que yacían bajo su hermosa fachada.