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Zane
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02-01-2025, 08:29 PM
El pelirrojo era consciente que viajar de un mar a otro era algo complicado, sin embargo, le habría encantando hacerlo sobre la superficie marina y no por los cielos. Fue un viaje muy complicado, quizá demasiado para su gusto. Los fuertes vientos que mecían el pulpo inflamado que sujetaba el navío por los cielos hacían que princesa estuviera muerta de miedo, muy temerosa por algo que no comprendía. Sollozaba dentro de la capucha, emitiendo gemidos de terror y ladridos cada vez que una bocanada de viento azotaba en demasía su medio de transporte. Cada ladridito hacía que el corazón de Zane se rompiera en pedacitos más pequeños, ya que por mucho que intentaba calmarla no era capaz de conseguirlo.
Finalmente, gracias a los dioses, el barco se posó de nuevo sobre las gélidas aguas de aquel desconocido océano. Sí, habían llegado al mar del Norte. Se notaba el cambio en el clima. Aquel mar era más frío que el del este, aunque también era cierto que se encontraban en invierno. Al inhalar el aire podía notar nuevos matices que no era capaz de discernir con claridad, pero que al mismo tiempo eran cotidianos y familiares. ¿Qué encontraría en aquel lugar? ¿Nueva aventuras? ¿Nuevas oportunidades de convertirse en un cantante famoso? ¿O tal vez sería el comienzo de su vida como un criminal? Todo era posible, pero nada improbable.
—Iya, socios —le dijo a Iris y Ángelo—. El peludo está echando hasta la primera leche —bromeó, para luego comenzar a reírse a carcajada limpia, mientras Princesa, ya calmada, le lamía la oreja y se volvía a recostar en la capucha. Tras eso, se encendió un cigarrillo y se puso a cantar.
Al cabo de un rato, Raiga volvió muy mosqueado y con cara de haber estado pasándolo bastante mal, quejándose como un niño hasta que, finalmente, se quedó dormido. Inmediatamente, casi sin darse cuenta, Princesa saltó de la capucha y se acurrucó al lado de Raiga para dormir.
Finalmente, gracias a los dioses, el barco se posó de nuevo sobre las gélidas aguas de aquel desconocido océano. Sí, habían llegado al mar del Norte. Se notaba el cambio en el clima. Aquel mar era más frío que el del este, aunque también era cierto que se encontraban en invierno. Al inhalar el aire podía notar nuevos matices que no era capaz de discernir con claridad, pero que al mismo tiempo eran cotidianos y familiares. ¿Qué encontraría en aquel lugar? ¿Nueva aventuras? ¿Nuevas oportunidades de convertirse en un cantante famoso? ¿O tal vez sería el comienzo de su vida como un criminal? Todo era posible, pero nada improbable.
—Iya, socios —le dijo a Iris y Ángelo—. El peludo está echando hasta la primera leche —bromeó, para luego comenzar a reírse a carcajada limpia, mientras Princesa, ya calmada, le lamía la oreja y se volvía a recostar en la capucha. Tras eso, se encendió un cigarrillo y se puso a cantar.
En tu mensaje me decías,
Oye flaco, me siento muy sola,
Odio la vida moderna.
Hoy se me está haciendo bola.
Prométeme aventuras
Y yo me juega la vida.
Echo de menos oírte.
Aunque seas solo mi amiga.
Aunque seas solo mi amigaa”
Oye flaco, me siento muy sola,
Odio la vida moderna.
Hoy se me está haciendo bola.
Prométeme aventuras
Y yo me juega la vida.
Echo de menos oírte.
Aunque seas solo mi amiga.
Aunque seas solo mi amigaa”
Al cabo de un rato, Raiga volvió muy mosqueado y con cara de haber estado pasándolo bastante mal, quejándose como un niño hasta que, finalmente, se quedó dormido. Inmediatamente, casi sin darse cuenta, Princesa saltó de la capucha y se acurrucó al lado de Raiga para dormir.